Javier Vázquez Delgado recomienda: Colección Extra Superhéroes. Patrulla-X 1: La guerra de Magneto
Edición original: X-Men 85-91 y Annual 99, Uncanny X-Men 366-371 y X-Men: Magneto War One-Shot USA (Marvel Comics, 1999)
Edición nacional/España: Colección Extra Superhéroes. Patrulla-X 1: La guerra de Magneto (Panini Cómics, 2011)
Guion: Joe Kelly, Fabian Nicieza, Alan Davis, Terry Kavanagh, Joe Casey
Dibujo: Lee Weeks, Adam Kubert, Leinil Francis Yu, Alan Davis, Jim Cheung, Andrew Robinson, Rick Leonardi
Entintado: Dan Green, Mark Farmer, Tim Townsend, John Livesay, Dexter Vines, Gloria Vazquez, Mark Morales, Dan Panosian, Bob Wiacek,
Color: Marie Javins, Monica Kubina, Liquid!, Joe Rosas
Traducción: Lorenzo Díaz
Realización técnica: Elena Gueimunde
Formato: Tapa dura. 384 páginas. 15,00€
La interinidad de Alan Davis en los mutantes
«He alcanzado mi objetivo tras décadas de lucha incesante. Y ahora empieza mi trabajo»
Ahora que Panini ha terminado de recopilar la no muy extensa etapa de Joe Kelly y Steven T. Seagle a los mandos de la franquicia mutante -y ZN de reseñarla-, creo que es buen momento para dar un salto al pasado y (cosas de las ediciones españolas) retomar la publicación de lo que vino inmediatamente después. Este Colección Extra Superhéroes La Patrulla X 1: La Guerra de Magneto comienza justo donde acaba Patrulla X: Renovación #5. De hecho, el número que da término a este último es el que inicia el primero.
Para quien esté un poco perdido, recordar muy resumidamente que Kelly y Seagle fueron contratados en Marvel en 1997 para ejercer de guionistas de X-Men y La Patrulla X respectivamente. La oficina mutante intentaba dar una vuelta de giro a los últimos años de la franquicia, más preocupada por golpes de efecto y campañas de marketing que por contar historias que atrajeran a los lectores. Lo cierto es que desde Marvel acabaron por distorsionar el trabajo de ambos escritores quienes hartos de las injerencias acabarían renunciando.
Con la marcha de Kelly y Seagle, la pelota estaba otra vez en el tejado de Marvel. ¿Quién querría escribir a los X-Men? Mientras se busca un nombre adecuado para la franquicia, se decide contactar con Alan Davis, al que se le ofrece ser el argumentista tanto de X-Men como de La Patrulla X así como el dibujante de la primera. Davis es un autor conocido y respetado, de un estilo clásico capaz de no pasar de moda no importa los años que pasen. Como autor completo ya ha demostrado no solo su calidad sino que conoce muy bien a los mutantes como se pudo leer en su segunda etapa en Excalibur. Aún así, finales de los 90 no es la mejor época de Davis. El fracaso de su proyecto más personal, ClanDestine, le fuerza a buscar encargos más mainstream. Marvel le ofrece 6 meses con los hombres-X y Davis acepta encantado. Para dialogar sus argumentos (o, si somos un poco malvados, diríamos que más bien son de Mark Powers y el resto de editores) aparecen varios nombres. Fabian Nicieza, un veterano de la Oficina X se ofrece voluntario para mientras el propio Davis solicita la asistencia de Terry Kavanagh, su editor en Excalibur. A ellos habría que sumar la ayuda del joven Joe Casey.
En Marvel tienen bastante planeado el futuro de los mutantes en sus series principales. Solo necesitan que Davis sea quien tome sus líneas maestras y le añada su profesionalidad a prueba de bombas. En el horizonte asoman dos efemérides como el X-Men #100 y La Patrulla X #375 pero sobre todo un acontecimiento que a principios de 1999 sigue pareciendo una quimera: el estreno en la primavera de 2000 de la primera película de acción real de los hombres-X.
El Bloque 1 de este tomo está centrado en la saga que le da nombre: la guerra de Magneto. En Marvel querían de vuelta al amo del magnetismo como gran némesis de los héroes y Davis retoma una idea de Kelly y Seagle para presentar el enésimo plan del villano para poner la tierra a sus pies, en este caso con otro pulso electromagnético. El otro objetivo de la saga es explicar, por fin, el origen de Joseph, un doble de Magneto amnésico y “bueno” que había creado Scott Lobdell en 1995. El personaje había ido siendo cada vez más relegado en los cómics según pasaban los meses y en la etapa Kelly-Seagle su presencia había sido meramente testimonial.
Empecemos por Joseph. La sorpresa del origen del personaje es que es un… ¡clon! Hay que reconocerle a los escritores que hacen todo lo humanamente posible por no utilizar la palabra maldita (el despropósito de la saga del clon en Spiderman todavía estaba reciente en la mente de todos) pero la realidad es que Davis y Nicieza optan por la solución más fácil de explicar y fácil de deshacer si fuera necesario. En entrevistas de mediados de los 90, Lobdell insinuaba que Joseph podía ser una reencarnación de Proteo o el hijo de los Magneto y Pícara de La Era de Apocalipsis, ideas mucho más estimulantes, desde luego. Para explicar la clonación, Davis hace un retconeo del pasado de la Patrulla X, presentando a Astra, una villana que formó parte de la alineación original de la Hermandad de Mutantes Diabólicos pero que abandonó el grupo peleada con Magneto antes de la primera aparición de sus compañeros en La Patrulla X #1. Todo es extremadamente simple. Astra crea a Joseph para que éste mate a Magneto. Tras el primer encontronazo entre ambos, Joseph pierde la memoria y es entonces cuando es descubierto por los X-Men.
En cuanto al plan de Magneto, una repetición más o menos descarada de lo que hacía en la saga Atracciones Fatales. La novedad es que en esta ocasión tiene éxito y la ONU le concede el territorio de Genosha para que cree allí una especie de santuario mutante. Esta es sin duda, la aportación más importante de la saga. Un verdadero cambio de statu quo que afectará al futuro de los mutantes. No puede decirse lo mismo de Astra, quien desaparecería casi para siempre de la continuidad oficial y apenas se dejaría ver en X-Men Forever años después.
En conjunto, una saga entretenida y que plantea unas repercusiones de gran potencial pero que queda lastrada por un ritmo lentísimo con constantes peleas entre los héroes y distintos grupos de Acólitos que no tienen peso alguno en la trama. El dibujo de Davis es soberbio, como siempre, con un Magneto tan amenazante como imperial, aunque comete un error un tanto irritante como es el de dibujar la mitad de las veces las garras de Lobezno como si todavía fueran de metal (en aquella época, Magneto le había arrancado el adamantium de su esqueleto y las garras eran, por tanto, de hueso). En el resto de entregas, el dibujo de Leinil Francis Yu es bastante flojo, con supuestas escenas de acción que lo único en lo que destacan es por su llamativo estatismo.
El Bloque 2 tiene una muy curiosa particularidad. Se trata de una especie de homenaje de Davis a Steve Ditko. La Patrulla (excepto por Pícara) son abducidos por unos alienígenas de otra dimensión, los Oktid -guiño guiño- y uno de esta raza, llamado Ejulp -este guiño guiño no es tan evidente- les explica que el Juggernaut está destrozando el tejido mismo de la realidad. Lo más llamativo de esta aventura es cómo, aprovechando que en esta dimensión, los poderes mutantes no funcionan de la misma manera que en la Tierra, Davis hace que la mente de Xavier acabe compartiendo espacio con la de Lobezno en el cuerpo del canadiense gruñón.
De esta dimensión, los héroes son lanzados al pasado pero no en nuestro planeta sino en el Mundo-trono Skrull poco antes de la llegada de Galactus. La Patrulla aparece en una réplica de Nueva York donde pululan dobles de todos los superhéroes, también aquellos que fallecieron como el Capitán Marvel. Se supone que estos skrulls entrenan para hacerse pasar por los héroes verdaderos en un plan de invasión a la Tierra. ¿A alguien le recuerda a Invasión Secreta? ¿Le pagaría Bendis royalties a Alan Davis? Lo cierto es que la idea acaba dando lugar a diálogos muy divertidos ya que los skrulls-superhéroes se informan a través de los medios de comunicación terrestres por lo que desconocen la base de operaciones de la Patrulla X e incluso quién es su líder. Pero el momento más descacharrante es escuchar hablar a un fake Spiderman cuya personalidad bebe de los editoriales de J. Jonah Jameson.
El problema de esto es que, para quienes llevamos muchos cómics a las espaldas, cuando un personaje empieza a actuar raro (Lobezno más visceral y salvaje además de cabezón, Xavier como un tipo frío y cortante) rápidamente piensas “ya está, es un Skrull”. Pero no adelantemos acontecimientos…
Lo más relevante en cuanto a desarrollo de personajes en esta historia es el radical cambio que sufre o, mejor dicho, disfruta Médula. Tras ser herido por Gambito en la dimensión de los Oktid, el mismo Remy la lleva a una cápsula de curación en el mundo Skrull solo para ver cómo la joven queda transformada en una Médula versión cuqui. Era evidente que, dado que los editores de la franquicia querían volver a una Patrulla clásica, Médula era un personaje que sobraba. Pero, al igual que con Oruga y Cecilia Reyes, la solución para darla de lado es bastante lamentable. Teniendo en cuenta el desarrollo que le dio Kelly al personaje, es inexplicable que una Médula “guapa” o físicamente atractiva vea cómo todos sus traumas y problemas psicológicos se curen al instante. Da la sensación que la única razón para convertirla en una versión sexy de sí misma es para ser un posible interés romántico de Gambito y volver a otro triángulo amoroso con Pícara.
El último Bloque, el 3 que diríamos corresponde a una saga titulada en Ira contra la máquina y servía de prólogo para una nueva línea de títulos Marvel llamada Marvel Tech que iba a estar dedicada a series protagonizadas por Warlock, el Hombre Máquina y Deathlock quienes están todos presentes en estos números. Craneo Rojo, aterrizado del Capitán América de Mark Waid, se hace con el control de Douglock (Doug Ramsey + Warlock) y de ahí se apodera del helitransporte de SHIELD. Serán Coloso, Rondador Nocturno y Gatasombra quienes, con la ayuda de Nick Furia, tendrán que desbaratar los planes del nazi más famoso del Universo Marvel. Para ser una historia creada como estrategia de marketing pura y dura, no llega a ser un desastre absoluto. Se nota que es un pegote, y la tecnocháchara de Kavanagh puede llegar a ser cargante, pero la dinámica entre los personajes hace que leerla no sea una completa pérdida de tiempo.
A nivel narrativo nos encontramos con cómics de aventuras con cierto tono clásico, especialmente en la historia situada en el Mundo-trono. Davis y sus compañeros conocen bien a los personajes y sus relaciones por lo que la caracterización es bastante sólida y podemos encontrar varios momentos notables en este sentido (como los de Kitty y Douglock). Los que hemos leído cómics de Spiderman en los 90 ya sabemos que Kavanagh ni es buen guionista ni buen dialoguista y aquí demuestra esto último con creces; mucha exposición y unos diálogos acartonados. Nicieza y Casey hacen un trabajo más sólido pero quien imprime los toques de humor parece claro que es el propio Davis, un autor capaz de mezclar humor y drama con gran facilidad.
A nivel artístico, ya hemos hablado de Davis -que se nota que se lo pasa bomba dibujando a todos los superhéroes fake en el Mundo Skrull- y de un muy irregular Yu. Adam Kubert cambia de cabecera y aquí empieza a encargarse de La Patrulla X y hace un trabajo reconocible y correcto pero sin la experimentación de sus números con Kelly e Isanove. Se nota que comienza a utilizar ciertos trucos para ahorrarse trabajo como estilizar al máximo las figuras cuando tiene que dibujar a varios personajes en una misma viñeta.
Los 6 meses previstos pasaron y Alan Davis seguía comandando la nave mutante. Marvel no había encontrado a su escritor definitivo así que le propusieron al británico que si quería seguir con el trabajo a lo que este accedió encantado. ¿Quién querría escribir a los X-Men? Quizás la respuesta estaba más cerca de lo que los editores podían imaginarse. Este primer CES dedicado a la Patrulla X se lee y se siente como una etapa de pura transición pero que, a la vez, es capaz de dar cómics de aventuras con aroma clásico.
Lo mejor
• El dibujo de Alan Davis
Lo peor
• La sensación de interinidad y el destrozo a Médula
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