Javier Vázquez Delgado recomienda: Repasando The Umbrella Academy (y sus spin-offs)

The Umbrella Academy

El arte es complejo, tanto como lo son las personas, y lo que en un lugar puede parecer convencional, e incluso llegar a la fama, en otro resulta extraño y diferente. Gerard Way es un cantante famoso, su banda, My Chemical Romance, vendió millones de discos por todo el mundo en un momento en que la industria discográfica ya distaba mucho de ser la que era y, además, lo hicieron llevando al público general un estilo que se había mantenido en el underground desde finales de los ochenta, cuando se acuñó el término “emotional-hardcore”, abreviado como “emo-core” o simplemente “emo”. El estilo de My Chemical Romance tomaba muchos elementos de ese tipo de hardcore pero también lo mezclaba con un pop/rock más convencional según iban avanzando en su discografía. Aunque sus discos tienen una característica interesante, son obras conceptuales, es decir, cada uno de sus discos cuenta una historia, con sus personajes y su ambientación, y es ahí donde se hace patente el gusto de Gerard Way por crear mundos imaginarios.

Pero esta es su vida como artista musical, en el mundo del cómic también tiene su historia ya que Way estudió bellas artes y estuvo trabajando para DC en sus oficinas como becario, aunque lo dejó todo apostando por su carrera musical. Sin embargo el tiempo le daría fama, y la fama haría que cualquier editorial apostase por su trabajo. De hecho fue él mismo quien escogió publicar en Dark Horse, precisamente porque, al ser una editorial independiente, veía que podía gozar de una libertad creativa que otros no le podían asegurar. La gran sorpresa fue que su trabajo resultó bueno, muy bueno.

En la otra parte de la ecuación está Gabriel Bá, dibujante brasileño que siempre se mantuvo en el cómic más alejado de los grandes focos, realizando obras muy interesantes como Casanova, con Matt Fraction, o Daytripper, junto a su hermano gemelo Fabio Moon. Fue el propio Gerard Way quien escogió a Gabriel Bá como dibujante, lo hizo por salirse de lo convencional. La elección no podía ser mejor, logra ese toque oscuro y extraño gracias a sus líneas irregulares, pero consigue definir perfectamente a cada uno de los personajes. Ilustrar un mundo tan extraño como el que aquí se encuentra no es fácil pero tal como lo hace lo parece.

A estos dos autores hay que añadir un tercero, Dave Steward, colorista de este cómic, cuya valía se ha demostrado en el universo Hellboy, entre muchos otros por los cuales ha sido premiado con varios Eisner, algunos de ellos por este The Umbrella Academy. Y es que de premios Eisner por aquí van sobrados, Gabriel Bá tiene el suyo por Daytripper, el portadista James Jean también por esta serie y por Fábulas, pero la colección que aquí tratamos no se quedaría sin él, ganando el de mejor serie limitada en 2008 y siendo nominada en diversas ocasiones, llevándose además otros premios prestigiosos como los Hugo. Es decir, no es simplemente el caso de un famoso publicando cómics, hay mucha calidad detrás, reconocida por crítica y público.

Así, en 2007 salía a la venta el primer número de The Umbrella Academy, bajo el subtítulo Suite Apocalíptica y en formato grapa de seis números, donde comienza una serie que se publicará de esa manera, en colecciones cortas y sin una cadencia concreta. A día de hoy han salido tres, a la citada antes hay que añadir Dallas y la más reciente Hotel Oblivion.

Si nos centramos en la sinopsis de la serie descubriremos una historia con un gran misterio pero de la que se pueden encontrar referentes fácilmente. Al mismo tiempo y sin previo aviso cuarenta y tres niños nacen en distintas partes del mundo, estos bebés son especiales y adquirirán poderes, siete de ellos son adoptados por el millonario Sir Reginald Hargreeves, el cual los cría y les da la misión de salvar el mundo. Así dicho parece que estamos ante una nueva versión de los X-Men, pero en realidad las aventuras de los niños solo se tratan brevemente a modo de flashbacks, el núcleo de la historia va a su edad adulta, con los poderes desarrollados, menos una de ellas, Vania, la llamada número siete, que no tiene. Ahora cada uno va por su lado, es la muerte de su padre lo que los vuelve a reunir para meterlos en una serie de aventuras que pueden desembocar en el fin del mundo.

Sin embargo los autores no crean una historia convencional, orquestas transformadas en sectas, monos parlantes o la Torre Eiffel en movimiento controlada por un robot-zombi son algunos de los elementos locos con los que Way y completan este mundo. Un constructo que recuerda a autores como Grant Morrison, con el que Way mantiene una amistad, pero que oculta un tipo de mensaje muy diferente, más humano y familiar, que devuelve al guionista a sus raíces musicales al tratar temas más cercanos a la escena hardcore de la que su banda bebe, resultando así una mezcla original y atractiva, que se hace más diferente por la narrativa y estilo de , a lo que añade unos diseños de personajes que mezclan elementos de muchos tipos, desde pulp hasta el punk-gótico, pasando por monstruos lovecraftianos o escenarios apocalípticos.

Su primera serie, Suite Apocalíptica, gana por su originalidad en el planteamiento de situaciones, engancha con su misterio inicial y nos divierte por las situaciones en las que se meten los protagonistas, designados con números del uno al siete pero que acabarán por reclamar su propia identidad. Sin embargo es la segunda historia, Dallas, la que nos consigue meter en la piel de cada uno de ellos, en la que realmente se desarrollan los personajes y a la que se añaden elementos que generan aún más interés, como los viajes en el tiempo, a la par que se incluyen nuevas y adictivas figuras, véase a los dos grandes cazadores de esa especie de Ministerio del Tiempo, llamados Hazel y Cha Cha.

En este sentido el primer tomo tiene diferencias con la serie de televisión que la ha hecho famosa. Quien espere leer lo que ha visto en televisión se llevará un chasco, pues Suite Apocalíptica está llena de rarezas, su estructura no está muy centrada y su carácter se acerca más a unos supers extraños que al estilo intimista de familia desestructurada que plantean en la versión de Netflix. Aún así todo está ahí, lo cual se nota con Dallas, ya que sigue una línea muy similar, y posteriormente con Hotel Oblivion, cuya trama ya dista algo más del rumbo de la serie de televisión aunque sigue teniendo piezas en común. Sin embargo The Umbrella Academy, a nivel argumental, ha crecido y ha mejorado. No en la parte del dibujo, donde demuestra calidad a cada página, pero sí en el trabajo de Way, menos caótico y consiguiendo una mejor historia.

El cliffhanger final de Hotel Oblivion nos deja clara una cuarta parte pero, mientras tanto, podemos ir disfrutando de otros productos. El primero de ellos vino en forma de One-Shot y se titula Hazel y Cha Cha salvan la Navidad. Un número especial donde Gerard Way se une a Scott Allie y Tommy Lee Edwards (Grendel Kentucky, Jupiter’s Legacy: Requiem) para contar una historia de los antagonistas, dos personajes muy llamativos que aparecen en la segunda serie limitada de The Umbrella Academy y que son muy queridos por los seguidores de la serie de televisión. El título no da lugar a equívocos, por lo menos en lo que a la ambientación se refiere, y consigue el mismo tono gracias a un apartado gráfico que, si bien no es el de , logra mantener ese tono de “serie diferente”. Una historia llena de humor y acción que se debe leer, evidentemente, después de Dallas.

Lo último que hemos podido leer es otro spin-off, en este caso en forma de miniserie, cuyo título es Historias de The Umbrella Academy: Pareces un muerto, centrada en uno de los protagonistas, Klaus. Precisamente uno de los hermanos que más seguidores ha conseguido gracias al papel de Robert Sheehan en la serie de televisión. Actor que además escribe el prefacio de la edición en tomo de esta pequeña colección.

Las diferencias con el personaje de la serie de Netflix son obvias, no tiene ese carisma, aunque guarda varias semejanzas, es extravagante y le gusta abusar de sustancias no muy legales, lo que le lleva a meterse en líos con un señor de la droga, que además resulta ser un mono vampiro. Precisamente por esto su padre decide echarle de la familia y de su casa, sin que sus hermanos muevan un dedo por él.

En Pareces un Muerto asistimos al viaje de Klaus por Hollywood, ambientada en los años de juventud de número cuatro, de forma que funciona como una extraña precuela de la colección principal, y mostrando una parte decadente de la industria del cine. Consiguiendo un tono que se mueve entre lo humorístico y lo deprimente.

Eso sí, aunque este Klaus no tenga la fuerza en pantalla de Robert Sheenan, se muestra como un personaje muy interesante que se merecía este hueco, ya que las miniseries de The Umbrella Academy no conseguían dejarle el sitio que debieran para desarrollar al personaje. Los autores logran un Klaus diferente y atractivo, con un elenco de secundarios que caminan en la fina línea que separa lo tópico de lo raro, lo cual encaja muy bien con el tono de las series madre.

Es lógico pues al guion sigue estando Gerard Way, solo que toma como compañero a Shaun Simon, otro músico con el que Way realiza su otra serie en Dark Horse, The true lives of the fabulous Killjoys. En ella Simon y Way saben lo que hacen y aquí se ve que lo de trabajar bien juntos no es una casualidad, Simon pule muy bien las ideas de Way y logran mantener ese espíritu que rezuma The Umbrella Academy, aún alejándose mucho del estilo de esta. Lo mismo se puede decir de su dibujante. I.N.J. Culbard ha demostrado su buen hacer en multitud de obras, Wild’s End, Everything o The New Deadwardians son claros ejemplos. Es un buen narrador con un estilo que contrasta mucho con el de Gabriel Bá, mucho más limpio, recto y de fondos planos, aunque enfatiza a los personajes con gancho.

Esta obra abre un nuevo camino, a saber, el que podamos ver historias del pasado de los personajes de tal forma que se respete a la obra original, se mantenga una calidad similar y a la vez nos permita profundizar en una familia que se antoja muy diferente a los tópicos habituales del género superheroico.

En España todo llega de la mano de Norma Editorial y en varios formatos. Tenemos la rústica habitual de la editorial, con tres tomos publicados a día de hoy, cada uno de los cuales contiene una de las series limitadas. Ahora bien, aprovechando el estreno de la serie de televisión realizado el pasado 2019 por la Netflix, y que todo el mundo conoce a estas alturas, han sacado los tres tomos en un formato de lujo, tapa dura con sobrecubierta y un montón de extras. En el caso de Hazel y Cha Cha salvan la Navidad lo hemos visto directamente en una grapa de gran calidad, mientras que Historias de The Umbrella Academy: Pareces un muerto ha llegado en un tomo en rústica, aunque no hay que descartar que también aparezca una futura edición de lujo, ya que esta última aún es reciente.

Se puede concluir que The Umbrella Academy es una gran serie que llega en pequeñas dosis. Otra vuelta de tuerca al cómic de superhéroes desde el punto de vista de una familia desestructurada, que demostró su poder no solo siendo una de las series más vendidas de Dark Horse en su momento sino encandilando a la crítica, por lo que merece estar en las mejores comictecas.

RESEÑAS DE THE UMBRELLA ACADEMY

The Umbrella Academy: Suite Apocalíptica, por Juanjo Palacios.
The Umbrella Academy: Dallas, por Jordi T. Pardo.
The Umbrella Academy: Hotel Oblivion, por Igor Álvarez Muñiz.
The Umbrella Academy. Primera temporada, por Jordi T. Pardo.
The Umbrella Academy. Segunda temporada, por Jordi T. Pardo.



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