Javier Vázquez Delgado recomienda: Biblioteca Caballero Luna 6

Edición original: Moon Knight #22-26 (Marvel Comics, 1982)
Edición nacional/España: Biblioteca Caballero Luna 6 (Panini Cómics, 2022)
Guion: Doug Moench, Alan Zelenetz, Denny O’Neil
Dibujo: Bill Sienkiewicz, Greg LaRocque, Keith Pollard
Entintado: Bill Sienkiewicz, Joe Albelo, Keith Pollard
Color: Christie Scheele
Traducción: Gonzalo Quesada
Realización técnica: Forja Digital
Formato: Tapa dura. 184 páginas. 16,00€

El culmen de Moench y Sienkiewiccz

«Ven a por mí, Frenchie y dime si un perdedor alguna vez puede ganar»

Vamos a empezar dejando las cosas claras. Este es el mejor tomo de toda la Biblioteca Caballero Luna. Si no has leído nada de esta etapa y te da pereza hacer la colección, además de parecerte raro comprarte un número suelto… dale una oportunidad a este #6. La fama del Caballero Luna de Doug Moench y Bill Sienkiewicz tiene su justificación en cómics como los incluidos en este tomo.

Hasta ahora, esta colección había presentado cómics entretenidos en su mayoría y que tenían como principal aliciente, disfrutar de la evolución como narrador de Sienkiewicz. Sin embargo, aquí nos encontramos por fin con una simbiosis fantástica entre guionista y dibujante, un trabajo en equipo cuyo resultado sí que consigue estar a la altura de las partes. He criticado en anteriores reseñas el estilo en exceso farragoso de Moench pero aquí presenta una prosa más depurada, más al servicio de la historia, más pulida e incluso poética.

El tomo se inicia con una historia en dos partes los #22-23 “El Demonio de los Sueños” y “Quizá Gritar” en los que el Caballero, ayudado por su compañera Marlene y su Jarvis particular, Frenchie, se enfrentan a Morfeo. Morfeo, que había debutado en el volumen 4, es un villano capaz de manipular los sueños de la gente además de crear alucinaciones y manejar una especie de energía oscura. Si en el primer capítulo, Morfeo manipula al padre de Marlene; en el segundo los personajes se encierran en una cabaña para enfrentarse a Morfeo. Moench presenta a un villano que resulta una amenaza real y que encaja con una narración que entra de lleno en el género de terror. De hecho, el #23 presenta varios tropos del survival-horror a los que se añaden detalles que recuerdan a las películas de terror de finales de los 70 y mediados de los 80 hasta el punto de ser Morfeo un proto-Freddy Krueger. El salto de calidad de Sienkiewicz en estos números es muy evidente, un festival visual de atmósferas, acción y terror en perfecta consonancia. Las manchas de tinta, el ritmo, las viñetas que en una página son un patrón rígido para explotar en líneas y colores en la siguiente; y todo ello para terminar en dos bellísimas splash-pages que cierran un relato con final trágico.

En el #24 presenciamos otro retorno, en este caso de Vidriera Escarlata, la actriz/monja convertida aquí en una especie de Castigador femenino envuelta en vestido-sotana rojo y armada con una ballesta. Moench demuestra aquí su versatilidad como escritor saltando con naturalidad de la acción-terror de la historia anterior, a un relato muy noir en esta. Vidriera Escarlata asesinando mafiosos permite al guionista hablar de un tema muy característico de los cómics con villanos urbanos: la justificación a la hora de emplear la violencia (letal) contra los villanos. No es nada novedoso en el género y recuerda mucho a dilemas morales planteados en varias ocasiones (sin ir más lejos cuando se oponen los métodos de Daredevil y el Castigador) pero aún así funciona por la implicación personal de Vidriera y las propias dudas del Caballero Luna. No es que sea muy creíble que una mujer con una ballesta pueda asesinar a varios mafiosos armados pero el arte de Sienkiewicz facilita la suspensión de la incredulidad. El dibujante alterna fondos de pura abstracción con primeros planos de gran detalle y los rojos de Christie Scheele complementan a la perfección los trazos de Sienkiewicz en un conjunto que, de nuevo, ilustra un sólido relato de venganza.

El especial #25 dobla el número de páginas e intenta introducir a, esta vez sí, la némesis del Caballero Luna, Espectro Negro. Espectro es un antiguo soldado que luchó en la guerra de Vietnam que, de vuelta a EE.UU. no solo se convierte en un supervillano sino que se presenta a la alcaldía de Nueva York. La primera parte, con el origen del villano permite un interesante comentario sobre la sociedad estadounidense por parte de Moench mientras que Sienkiewicz juega con los colores opuestos entre el Caballero y Espectro. El dibujante continúa superándose a sí mismo en planchas como la primera en la que aparece Espectro, donde juega con la luz y los naranjas que permiten entrever la amenazante figura del villano. La historia además permite hacer evolucionar la relación entre el Caballero y Marlene, esta última dolida con el héroe por la tragedia ocurrida al final del #23. Otro dato interesante es comprobar el nivel de paranoia que podía sufrir Marc Spector mucho antes de que su conflicto de personalidades se convirtiera en parte integral del drama del personaje.

Por último, el volumen se cierra con el #26, un bellísimo experimento titulado “¡Dale!” (Hit in! en inglés). Historia inicialmente de 8 páginas pensada para dar un pequeño descanso a Sienkiewicz, al dibujante le gustó tanto la idea de Moench que decidieron expandirla al doble de extensión. A nivel narrativo, “¡Dale!” sigue a un hombre que sufrió abusos por parte de su padre y que no puede evitar reproducir el ciclo de violencia una vez es un adulto. Moench y Sienkiewicz juegan con las diversas acepciones del título para narrar la historia dándole un ritmo muy musical a la vez que poético. Es un cómic experimental, con dibujos infantiles invadiendo las viñetas, con unos textos contenidos y cuyo ritmo desgraciadamente se pierde en la traducción, con un final que contradice un poco el sentido de la historia pero que supuso un éxito rotundo para sus creadores.

Bill Sienkiewicz ganaría el Premio Eagle a mejor dibujante en 1982 (repitiendo en 1983) principalmente por estos números. No hay que olvidar tampoco las maravillosas portadas originales, parte del proceso creativo del dibujante. De hecho, es particularmente interesante dentro de los extras que se pueden encontrar en la edición de Panini, 4 paginas dedicadas al proceso de creación de las portadas de la serie, incluyendo la colaboración de Frank Miller. En definitiva, ahora sí, un clásico de la Marvel de los 80.

Lo mejor

• Todo el duo Moench y Sienkiewicz

Lo peor

• Las dos historias de complemento, solo para completistas



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