Javier Vázquez Delgado recomienda: Robin #3
Edición original: Robin núms. 7-9, Robin Annual 2021 núm. 1 USA
Edición nacional/España: ECC Ediciones
Guion: Joshua Williamson
Dibujo: Gleb Melnikov, Max Dunbar, Roger Cruz
Entintado: Víctor Olazaba, Norm Rapmund
Color: Luis Guerrero, HI-FI
Traducción: Felip Tobar Pastor
Formato: Rústica, 120 págs. A color.
Precio: 14,50 €
Final Round en la isla de Lázaro
«¡Larguémonos de esta isla!»
Tercera entrega de la nueva serie de Robin en nuestro país, colección recuperada para Damian tras la longeva cabecera protagonizada por Tim Drake. Este ejemplar integra los números del 7 al 9 y el anual de 2021, cronológicamente situado antes del sexto capítulo. Como se indicó en las reseñas de las entregas anteriores, el cómic bebe de una historia tradicional de torneo de artes marciales con todos los clichés esperables de este tipo de trama. Por la agilidad de los diálogos, la caracterización de los personajes y cierto interés en el misterio de la serie, resultaba un digno producto de entretenimiento. Ya en el segundo tomo estos atributos dejaban de ser tales, en menor medida que en este tercero, por lo que paulatinamente, Williamson camina hacia el tedio de sus lectores.
El anual entrega un poso más reposado a la trama e indaga en los compañeros de Damian. Esta serie cuenta el origen de Fatline, relacionada con Lord Muerte. El personaje nace en el Batman #180 (1966) siendo un enemigo para Batman o los Outsiders, bien traído en esta serie pues Ra´s Al Ghul trató de extraer la regeneración de su cuerpo. Resulta una serie de Williamson trabajada y con interés por el fondo editorial. En la lista de los combatientes encontrada por Robin también se deja ver el estudio de los cómics de la compañía, a los que se les dedica una mínima presentación. Algunos no cuadran entre los supuestos mejores luchadores de la Tierra, como es el caso de Nite-Wing o Raptor (o Blue Strike o…en realidad pocos pueden ostentar tal consideración en el universo DC) pero es tan solo atrezo, muchos no ninguno cuentan con diálogo y son un mero guiño al lector añejo o versado. Es en los de nueva creación donde recae el foco de atención, con la excepción de Destructora y uno de los más interesantes de la colección, Connor Hawke que contra pronóstico se adhiere a su versión original, incluso llega a aparecer en una viñeta integrando la Liga de la Justicia de Morrison de los 90, junto al Superman azul o Aztek, siendo eliminado de la continuidad por la luz azul del Doctor Manhattan y reapareciendo en territorios de la Liga de las Sombras. Explicación algo vaga y conveniente, como suele ser habitual en los últimos tiempos de la editorial. El anual también nos deja un vistazo a Talia y Ra’s Al Ghul a modo de preview, remitiendo a otras series para seguir sus aventuras. Shadow War comienza a asomar en el horizonte.
De vuelta al torneo a muerte, se revela la identidad de Madre Alma. Demasiado familiar, haciendo gala de ese deseo e ímpetu habitual en la ficción de que todos los personajes estén relacionados. Recurso fácil y efectista que será explorado en próximas entregas, a tenor de la última página del libro, y que a pesar de todo podría resultar interesante.
El inicio del cómic centrado en los personajes dista mucho del frenético devenir del final, adscrito al producto de torneo marcial del que tanto bebe el tebeo. Acción, acción y más acción con la consecuente superación del protagonista y elevación de su persona. Demasiada extensa la sucesión de combates, como por otra parte suele ocurrir con este tipo de historias, independientemente del medio en el que se produzcan.
Las relaciones y sobre todo las reacciones de los personajes se someten claramente a la trama que debe contarse, generando incoherencias. Damian inició este viaje renegando de Batman y sin embargo se sustenta en su padre para salir de la situación. Tampoco se da luz al porqué del amor desaforado y cuidado excesivo que procesa Rose hacia Robin, definiendo las intenciones de la chica en la isla de Lázaro en otra dirección. El transcurso atropellado no tendría por qué resultar malo si los personajes siguieran un desarrollo coherente, acorde a lo mostrado en anteriores números, dejando la sensación de que actúan de una forma u otra por mera necesidad de la trama, desluciendo muchísimo el resultado final, evidenciando poca planificación y falta de medios en el guion.
El dibujo recae en el habitual titular de la colección, Gleb Melnikov con el apoyo de Max Dunbar. Como venimos comentando en anteriores reseñas su trazo de aire juvenil es enérgico, apropiado a las escenas de acción, con buen diseño de personajes y marcada tendencia a renegar de los fondos. El enfrentamiento final entre “hijos de” es tan espectacular como se propone, con Melnikov apoyado en imágenes cinéticas, llegando a abusar del recurso, pero otorga un evidente dinamismo. Del noveno capítulo se encarga Roger Cruz de estilo similar, al igual que ocurría con Jorge Corona en el número cuatro, DC se ha preocupado de homogeneizar en la medida de lo posible el arte de la colección, volviendo a las buenas costumbres implementadas durante el Renacimiento, últimamente olvidadas. Sin embargo, escenas de Año uno son dibujadas por Cruz, tomándose la licencia. Cumplen a modo de homenaje, pero la pericia no es suficiente y el cariño debido no se siente. Imitar a Mazzucchelli debería ser un gesto aislado en la editorial, no acudir a él en una serie de este tipo y de manera tan burda. Victor Olazaba y Norm Rapmund se encargan del entintado, poco llamativo pero más dominante de lo que se aprecia a simple vista. HI-FI o Luis Guerrero ambientan bien las escenas, con colores vivos. Un arte solvente y adecuado a un cómic de acción.
Con todo, Robin sigue entreteniendo y posiblemente interesando, no es una serie ni mucho menos imprescindible, pero es capaz de otorgar buenos ratos a quien se acerque a ella. Siempre y cuando Williamson no entregue muchos tomos (capítulos seguidos) como este, porque es capaz de desalentar al lector más entregado. La última página ofrece un nuevo escenario a explorar por el irreverente y ególatra discípulo de Batman. Damian, mucho cuidado con tus actos, puedes condicionar tu existencia.
Lo mejor
• Sigue siendo entretenida.
Lo peor
• Se atropella a sí misma.
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