Javier Vázquez Delgado recomienda: Colección Extra Superhéroes. Patrulla-X 2: El fin del sueño

Edición original: Uncanny X-Men 372-380, Astonishing X-Men vol.2 1-3 y X-Men 92-99 USA (Marvel Comics, 1999-2000)
Edición nacional/España: Colección Extra Superhéroes. Patrulla-X 2: El fin del sueño (Panini Cómics, 2012)
Guion: Alan Davis, Terry Kavanagh, Howard Mackie, Jay Faerber
Dibujo: Adam Kubert, Alan Davis, Jeff Johnson, Brandon Peterson, Rob Jensen, Tom Raney, Brett Booth, Roger Cruz, Graham Nolan
Entintado: Matt Banning, Cam Smith, Tim Townsend, Dan Panosian, Vince Russell, Mark Farmer, Scott Hanna, Andy Owens, Jimmy Palmiotti, Sal Regla
Color: Liquid!, Marie Javins, Paul Becton, Matt Hicks, Glynis Oliver, Dean Kubina, Steve Buccellato, Chris Sotomayor, Chris Dickey, Brian Haberlin, Steve Oliff, Hi-Fi Design
Traducción: Lorenzo Díaz
Realización técnica: Elena Gueimunde
Formato: Tapa blanda. 504 páginas. 25,00€

Alan Davis y el misterio de Los Doce

«Le he fallado. Y a Jean también. Y a todos mis estudiantes. Cíclope está muerto»

(Nota del redactor: continuo con mis reseñas del material de las dos principales series de mutantes publicado originalmente en España entre finales de los 90 y principios de los 2000. He aprovechado para continuar hablando de los 3 números de la Colección Extra Superhéroes que, aunque antiguos, no estaban reseñados en esta casa. A la hora de reseñar tanto la serie Patrulla X: Renovación como estos 3 tomos de CES, en todos los casos es la primera vez que leo estos cómics y voy a spoilear todo lo spoileable de ellos)

Los terribles, comiqueramente hablando, años 90 llegaban a su fin y los mutantes, como se decía en la época, no encontraba quien quisiera escribirlos. Las dos series principales de Marvel, La Patrulla X y X-Men sufrían un férreo control por parte de los editores de la oficina X por lo que el intento de la editorial de conseguir un acuerdo con algún guionista con cierto prestigio se daba de bruces siempre ante esta realidad. Menos de un año atrás, los jóvenes talentos Steven T. Seagle y Joe Kelly habían comprobado en sus carnes lo que suponía para bien y para mal ocuparse de estas colecciones. Exposición mediática y un buen dinero pero también ver cómo sus ideas eran modificadas y alteradas incluso sin que nadie les avisara. En estas que Marvel consigue que un autor con mayúsculas, Alan Davis, acepte encargarse de argumentar ambas series y ser el ilustrador, ademas, de X-Men. Davis firma una estancia de 6 meses sabiendo que tiene que seguir un plan trazado por los editores que le da una libertad relativa en lo que se refiere a lo que puede hacer en ambos títulos. Estos primeros 6 meses ocupan el primero de los CES ya reseñado por aquí.

6 meses pasan y Marvel sigue sin encontrar un guionista para las colecciones más importantes de la casa. Lo que es peor, se acerca la primavera del 2000 y el estreno programado de la primera película en imagen real de los personajes, producida además por uno de los grandes estudios de Hollywood como es 20th Century Fox. Hay que preparar algo grande, se dicen en la oficina mutante, pero nadie sabe exactamente el qué o el quién. Mientras siguen pensándolo, a Davis le ofrecen 6 meses más y este acepta encantado.

Estos últimos meses de Davis y, por ende este tomo, se dividen en tres bloques: la saga “La Ruptura” (incluida íntegramente en el tomo), la saga y mini crossover “Los Doce” (NO incluido íntegramente en el tomo) y una aventura en tres partes que sirve para cerrar la etapa en su conjunto.

La Ruptura se inicia con el profesor Xavier comportándose como un cretino con los miembros del equipo (me niego a llamarles “alumnos” a estas alturas de la película) y disolviendo la Patrulla X. La mayoría de los Hombres X deciden tomarse una especie de vacaciones lejos de la Escuela de Xavier con Coloso y Médula encontrándose con el Hermano de Peter, Mikhail Rasputin (Patrulla X #373-374), mientras que Pícara, Rondador Nocturno y Gatasombra se ven envueltos en una trama de espionaje y conspiraciones junto con Mística, Polaris y Fuego Solar (X-Men #93-94). El colofón a la saga tiene lugar en una miniserie creada ex profeso para el evento, Astonishing X-Men vol. 2. Se trata de 3 números escritos por Howard Mackie y dibujados por Brandon Peterson en los que los X-Men que no han abandonado la mansión -Lobezno, Arcángel, Fenix (absolutamente NADIE menciona lo raro que es que Jean se llame y se vista como lo hace) y Cíclope- se alían con Cable y Nate Grey aka X-Man para salvar a los mannitas, esa especie de niños híbridos con poderes que solo saben meterse en problemas. ¿De quién huyen los mannitas? De un jinete de Apocalipsis, en este caso un nuevo Muerte ultrapoderoso.

Anunciada como una gran saga, La Ruptura parece más bien una excusa para que Davis pueda contar historias más intimistas con sus personajes favoritos y, bueno, también para matar a Lobezno. Los dos números protagonizados por Kitty, Pícara y Kurt (“Vidas Ocultas”) son lo mejor de la saga y probablemente del tomo en su conjunto. Acción e interacciones brillantes entre los personajes, buenos diálogos y un puñado de ideas con gran potencial como en el caso de la creación de los Diarios de Destino que les sonarán a los que leyeron el inicio de X-Treme X-Men de Chris Claremont y Salvador Larroca. De Astonishing X-Men poco se puede decir. Hypeada por Marvel durante meses insinuando que sería la tercera serie en importancia dentro del cosmos mutante, acabó siendo una miniserie a cargo del chico-para-todo Mackie y dibujada por el recuperado de Image Peterson. Los 3 números se podrían haber quedado en uno perfectamente y el gran clímax, la muerte de Lobezno, es completamente anticlimático y falto de cualquier épica. Además, ¿qué lector se podía creer que atravesar a Lobezno con una espada podría matarlo? El trabajo de Mackie es correcto en el primer número, jugando con el bagaje que todo el grupo menos Lobezno tienen con respecto a Apocalipsis, pero a partir de ahí, ni la historia ni los diálogos funcionan más allá que como entretenimiento vacío. Peterson hace un trabajo más que digno, pelín acartonado para mi gusto pero mucho más conseguido que las páginas del #2 en las que es sustituido por Brett Booth. En definitiva, un ejemplo bastante claro de cómo Marvel buscaba la manera de estrujar la gallina de los huevos de oro para que los lectores se dejaran los dólares en la tienda.

Lo peor es que los 9 números de La Ruptura son más bien el prólogo de (esta sí, de verdad de la buena, lo prometemos y Marvel nunca miente) la saga REALMENTE importante: Los Doce. En La Patrulla X #375 tiene lugar la autopsia de Lobezno donde se descubre que era un skrull que se había colado en la nave de los héroes al final del tomo anterior al volver de su viaje espacio temporal del mundo trono alienígena. Este número también incluye una simulación causada por los poderes de Xavier que es aprovechada por Davis y su dialoguista Terry Kavanagh para “matar” a un montón de Hombres X.

Aunque tenga buenos momentos, que los tiene, la saga Los Doce es un despropósito importante. Hablamos de una subtramas o más bien “cebo” lanzado a los lectores por el matrimonio Simonson en Factor X a finales de los 80. La idea es que hay doce mutantes que van a ser como los futuros gobernantes de la tierra o algo así, era todo muy críptico a lo Perdidos. Se dejaba caer que Franklin Richards, Bala de Cañón o Mariposa Mental podían ser miembros de este grupo pero al final sus integrantes serían Xavier, Magneto, Cíclope, Jean Grey, Tormenta, Hombre de Hielo, Polaris, Fuego Solar, Cable, Bishop, Mikhail Rasputin y el Monolito Viviente. Toda la trama se centra en cómo un resucitado Apocalipsis secuestra a los Doce y los conecta a una máquina para drenar su energía/fuerza vital para alcanzar la condición de ser omnipotente. Lo demás es un lío de mutantes, esbirros de Apocalipsis disfrazados como los faraones egipcios, varias subrazas de skrulls y personajes que no saben o no quieren saber cómo funcionan sus poderes (la Patrulla X siendo derrotada por skrulls da un poco de vergüenza ajena). Además de querer el poder de los Doce, Apocalipsis también quiere apoderarse del cuerpo de Nate Grey/X-Man pero falla en el último momento al interponerse Cíclope fusionándose el villano con Scott Summers. La fusión da lugar a dos números, “Las Eras de Apocalipsis”, en los que Davis juega con dos realidades paralelas -la recreación de La Patrulla X #1 y una versión del futuro mutante- cuya función narrativa es cuestionable pero que funcionan perfectamente como historias autoconclusivas. Finalmente, Cíclope + Apocalipsis (¿Ciclocalipsis?) escapa y el profesor Xavier da por muerto al bueno de Scott al no percibir su mente en el cuerpo del monstruo.

Si la “muerte” de Lobezno deja frío al lector, la de Cíclope se siente directamente una pequeña estafa. Hay algo de épica al menos pero la resolución es frustrante. Los héroes nunca llegan a enfrentarse realmente al villano y todo queda en el aire. Como lectores veteranos de cómics, sabemos que Scott no está muerto pero eso no es ningún consuelo. Parece como si Marvel no tuviera todas consigo con la idea de matar a Cíclope y Davis les entrega una resolución de la historia que permitía deshacer su “muerte” con cierta facilidad. Entre medias de todo este lío, Lobezno consigue librarse de la influencia de Apocalipsis pero en números de su propia serie (#145-147) los cuales no se incluyen en el tomo aunque al menos sí que se resumen en una página de texto. Personalmente, los 146 y 147 creo que sí se deberían haber incluido, son tie-ins fundamentales para la saga y están coprotagonizados por la propia Patrulla X.

Una saga, en definitiva, bastante floja en la que además no tenemos a Adam Kubert sino a Roger Cruz y Tom Raney que hacen un trabajo digno y poco más. Raney dibuja tres números en el tomo y se muestra muy suelto en las escenas de acción pero está lejos del nivel de Kubert, incluso un Kubert a medio gas como el de este tomo. Fuera de La Patrulla X #375 el dibujo de Kubert va perdiendo calidad y detalle como si el autor estuviera poco a poco perdiendo el interés en la colección. Al Cesar lo que es del Cesar, sus portadas para los #375 y 379 son fantásticas.

Los Doce tienen una trascendencia histórica que va más allá de lo que se acabó plasmando en las viñetas. Ya mencionamos en nuestra reseña del tomo 1 cómo Davis era el argumentista de las series pero que dejaba el trabajo de escribir los diálogos a otros profesionales, principalmente Kavanagh (Joe Casey o Jay Faerber serían otros de los que ayudarían al británico). Pues bien, en este tomo hay tres números sin dialoguista acreditado. ¿Los escribió el mismo Davis? Pues no. El escritor fantasma, se supo tiempo después, era nada más y nada menos que Chris Claremont, el patriarca mutante. Por aquel entonces ya se sabía que Claremont iba a volver a guionizar ambas series de los Hombres X y parece ser que aprovechó su vuelta a la oficina X para colar viejas ideas (la muerte de Lobezno) y dialogar estos 3 cómics (X-Men #95, 96 y 99). Tampoco vamos a engañar a nadie. Estos 3 números son bastante flojos, sobre todo el #95 que incluye todos los tics más irritantes del escritor como son la sobreabundancia de cajas de textos y los interminables diálogos de exposición.

La última parte del tomo está dedicada a una historia en la que el Alto Evolucionador anula el gen mutante y todos los mutantes del mundo revierten a una condición humana sin poderes. Esto, que daría para un cross-over incluso, se queda en dos números y medio en los que se encajan como pueden un montón de ideas y situaciones con una cantidad de texto absolutamente demencial que hace su lectura algo muy muy farragoso. Al final la idea era dejarlo todo limpio de polvo y paja para el retorno triunfal de Claremont.

Este segundo tomo CES dedicado a la Patrulla X es mucho más irregular que el primero. La labor de Davis queda mucho más diluida. Es cierto que el británico sigue brillando en sus fuertes, no solo un dibujo elegante y espectacular a partes iguales sino como “fontanero” de la continuidad Marvel pero también como caudal de ideas con potencial (las identidades “secretas” de Mística es otra de ellas). Fuera de eso, los diálogos de Kavanagh siguen siendo flojos, las historias se notan apresuradas por mandato editorial, hay errores de continuidad (nadie reacciona a la muerte de Caos, ni siquiera Cíclope) e incluso de racord (traje y vello facial de Siniestro entre La Patrulla #380 y X-Men #99) que claman al cielo.

En mi anterior reseña no mencioné nada del (desaparecido) formato CES. Es innegable que la relación cantidad/precio es excelente y creo que era un vehículo muy bueno para recuperar etapas completas de los años 90 especialmente. Un pequeño pero que le pongo a la edición es la traducción, en la que se repiten excesivamente pronombres (“Yo le culpé al principio. Pero yo estaba perdida”) y encontramos algunas traducciones rarunas (soulmate como “compañero del alma” en vez de “alma gemela” por poner solo un ejemplo).

Lo mejor

• La imaginación y los lápices de Alan Davis

Lo peor

• Más que historias, parece que estamos hablando de «eventos» que buscan el impacto con muertes gratuitas



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