Javier Vázquez Delgado recomienda: Hellblazer Entre rejas

Edición original: Hellblazer núms. 146-150 USA (DC Comics, 2000)
Edición nacional/España: Hellblazer Entre rejas. ECC Ediciones, 2022
Guion: Brian Azzarello
Dibujo: Richard Corben
Color: James Sinclair
Traducción: Francisco José San Rafael Simó
Formato: Cartoné (180×274 mm). 128 págs. A color. 24,00€

Hellblazer Entre rejas, barras y estrellas

Brian Azzarello cogió las riendas de Hellblazer como guionista y, de inmediato, tomó una serie de decisiones que interrumpían la historia reciente del personaje de John Constantine. Si la breve etapa anterior de Warren Ellis ( con John Higgins al dibujo) nos había entregado el arco más londinense, para después ir a historias unitarias, ahora el Scouser maldito iba a cruzar el charco.

Su llegada a EEUU, iba a traer un misterio y un nuevo espacio para jugar: la cárcel. Así nacía Entre rejas, con el legendario Richard Corben al dibujo.

Hellblazer

Azzarello nunca se ha destacado por contar con un estilo poético elaborado o por tratar a través de excesivos párrafos las motivaciones de sus protagonistas. Es un escritor con unas motivaciones que nacen de las tripas de lo popular, del lenguaje común de las gentes que viven al margen del sueño americano.

En ese sentido, su Constantine se aleja de otros que toman la primera vía como medio de caracterización. Por propias inquietudes, también se aparta frontalmente de lo británico, sentando un precedente, al no solo ser un guionista estadounidense, sino además uno perfectamente integrado en el folclore de su país.

Esto terminaría por marcar su etapa, pero todavía en este primer arco no vemos que influya del todo en el tratamiento, por el espíritu de reclusión, el escenario y el gusto por los personajes románticos, que eran ya una constante en Hellblazer.

El suyo es un John socarrón, poderoso e inteligente. Independientemente de lo que le ocurre, siempre demuestra pericia y conocimiento total de lo que le rodea. Por ello, sabe manipular el entorno y salir victorioso a través de retorcer las expectativas del resto. De un modo inteligente, Azzarello decide no resolver del todo las incógnitas de por qué entra en prisión, qué le ha llevado a los EEUU y en qué situación personal se encuentra.

Esto permite que, si bien, cierra la historia principal y no deja de ser una colaboración completa con Corben, queden los suficientes aspectos sueltos para el argumento que continúa en las siguientes entregas.

Hellblazer
Lo mejor de su trabajo se encuentra en el núcleo de sus inquietudes y referencias. La profundidad de los diálogos, cómo estos definen un sentir propio y un mensaje opuesto a las políticas de un país que deja en el camino cadáveres, delincuencia y enfermedades.

Richard Corben es uno de los mejores narradores de la historia del género de terror. La deformación progresiva de los rasgos y demás características físicas de los personajes en esta obra es magistral. Para ello, nos entrega a un John Constantine distinto a lo habitual, desligado de cualquier carácter atractivo en el rostro, con una mirada absoluta, completa, digna de un loco.

La cárcel es el espacio perfecto para que Corben desarrolle la historia. Los detalles que inserta en cada viñeta, cada diseño de secundario y elemento diferenciador del ambiente construyen una atmosfera asfixiante e infernal para la que no parece haber escapatoria.

Como en tantas otras historias de Hellblazer, todo se mueve en torno a lo que queda fuera de conducta moral, social o de justicia. El horror no nace en sí mismo por lo sobrenatural que rodea, como siempre, al conflicto principal, sino por el aspecto más humano.

Azzarello consigue desde el guion algo excesivamente complejo como es que lo real sea más horrible que lo que sabemos que no existe, aún cuando la magia es preponderante. En definitiva, hacer que los tabúes asociados a la cárcel duelan más que la aparición de fantasmas o demonios.

Es interesante cómo poco a poco Corben va cortando los lazos con la realidad en su estilo, para desbocarse del todo a partir del penúltimo capítulo. Azzarello siempre se ha distinguido por un gusto macabro y difícil del humor, lo cual hace que en muchas ocasiones en su carrera, con otros artistas, esto no se haya visto trasladado de un modo orgánico al papel.

Corben, en cambio, no solo lo entiende, sino que va más allá, con una galería de composiciones que llevan muy lejos los horrores físicos y psicológicos de los personajes. Sin ningún tipo de reflexión, sin buscar la educación a través de las imágenes, tan solo entregar al lector una experiencia macabra, morbosa, de la que cuesta apartar los ojos.

El color de James Sinclair, habitual en la colección, es extraordinario. Con un acierto total a la hora de captar la profundidad temática de las imágenes y la personalidad del dibujante. En último lugar, las portadas de Tim Bradstreet, como en tantas otras ocasiones, muestran a través de los mismos elementos del arte interior, pero con distinto estilo, las posibilidades de su argumento. Vale la pena detenerse en la lectura a admirar las cinco que forman parte de Entre rejas, por su personalidad deslumbrante y arrolladora.

Contamos, por ello, con un primer arco de etapa sobresaliente. A pesar de que el nivel de la misma no se mantuviera y su tramo inferior perjudique la imagen global de la misma, con Entre rejas Azzarello y Corben dejaron una de las mejores historias de Hellblazer. Distinta, brutal y violenta, con un dibujo sobresaliente e inquietante que definió al personaje como pocos a lo largo de los trescientos números de la cabecera.

Esta nueva edición Deluxe, la primera centrada en la colección de Vertigo, es una oportunidad de oro para tener esta en un formato a la altura, al lado de las grandes obras seleccionadas por ECC Ediciones que, esperemos, en el futuro deje otras centradas en el bastardo.

Lo mejor

• El sobresaliente arte del maestro Corben.
• Todo encaja muy bien en el ambiente de la cárcel.

Lo peor

• Te quedas con ganas de más números con Constantine en prisión.



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