Javier Vázquez Delgado recomienda: Marvel Must-Have. Doctor Extraño: El juramento
Edición original: Doctor Strange: The Oath 1-5 USA (Marvel Comics, 2007)
Edición nacional/España: Marvel Must-Have 45. El juramento (Panini Cómics, 2022)
Guion: Brian K. Vaughn
Dibujo: Marcos Martín
Entintado: Álvaro López
Color: Javier Rodríguez
Traducción: Enrique Joga, David Hernández Ortega
Realización técnica: Estudio Fénix
Formato: Rústica. 136 páginas. 18,00€
Más que un juramento
«Lo único que tú puedes hacer es preguntarte qué elección te permitirá mirarte al espejo por la mañana»
Hay vida después de Stan Lee y Steve Ditko. Las artes místicas son un complicado rinconcito del universo Marvel y a veces los autores encargados de llevar las riendas de personajes como el Doctor Extraño, por muy buenos que son, no consiguen dar con la tecla. Si bien, cada cierto tiempo aparece un tesoro. Parece simple, poco valioso, pero si abres el cofre encuentras algo de incalculable valor: sentimientos en las viñetas.
Se de buena tinta que mis compañeros y predecesores hicieron sus grandes aportaciones en esta obra maestra, pero he tenido que hacer mi aportación por una imperiosa necesidad, una simple y llana cuestión personal.
La trama es muy sencillita, involucra a nuestro buen doctor en la búsqueda de un artefacto místico que puede salvar a su fiel sirviente y amigo, Wong. La importancia de este objeto es tal que rivaliza con el Guantelete del Infinito por motivos más que evidentes. La cura del cáncer de Wong es solo la punta de un enorme iceberg. Encontrar esa cura es personal para Extraño. Wong, tiene un tumor cerebral inoperable, pero qué designios nos esperan para poder hacerse con dicho elixir.
La trama se complica y entra en juego algo más que un enemigo en el que focalizar la maldad. En la partida de ajedrez la figura de la dama es en este caso “el juramento”, de ahí el título de la miniserie que conforma este tomo. Desde los días de Lee/Ditko, Extraño ha sido conocido por juramentos invocando a Hoggoth por ejemplo, pero el juramento del que depende esta serie es el más antiguo en nuestra historia y lógicamente en la de nuestro buen doctor: el hipocrático.
Sabíamos de los orígenes del Doctor Extraño pero esta parte de su vida, hasta la fecha de publicación de la miniserie, no había sido trabajada en profundidad. El juramento ahonda en la esencia del personaje, la medicina. De hecho, cada elemento de esta serie se basa en una comprensión profunda de quién es este superhéroe relativamente oscuro, ambiguo, y lo que puede y no puede hacer.
Y ahora llega la pregunta del millón: ¿por qué volvemos, o vuelvo más bien, a reseñar esta obra sabiendo lo que sabemos de ella? A partir de aquí toca apelar a mi corazón y sentimientos del lector. Entendamos lo que viene a continuación como un proceso catártico, nada más, no busco más que ahondar en esa naturaleza propia de los médicos y personal sanitario en general. Brian K. Vaughan lo entendió muy bien y así respira cada viñeta.
Las manos incapacitadas del Doctor Extraño son un recordatorio constante de sus limitaciones y mortalidad, en contraste con el complejo de dios que tenía como cirujano. Vaughan incluso se las arregla para hacer que se enfrente a una compañía farmacéutica con intereses en que esa cura no llegue a la sociedad, puesto que podría arruinar su negocio.
Dicho esto, cuando leía la resolución de esta obra magnífica recordé un momento de mi vida que me marcó muchísimo, de tal forma que me cambió. Un ser muy querido para mí, mi padre, estuvo en la unidad de cuidados intensivos por culpa del dichoso virus que ha sido «monotema» durante unos años. Allí en la soledad, y cuando solo podíamos verle 30 minutos de 10080 semanales, entre tubos, maquinitas pitando, había personas que se desvivían por él y por otros tantos. Lamentablemente, y pese a los esfuerzos de todos, una madrugada nos llamaron (a los tres hijos) con la triste noticia de que no quedaba tiempo para él. Era tal la empatía de los sanitarios que nos dejaron acudir, ya sin respetar los límites impuestos por razones que ya conocemos. Ese momento fue duro, muy duro, pero os aseguro que no estuvimos solos, las enfermeras rompieron a llorar y abrazaron a mis hermanas. Todo el personal fue uno más en el dolor. Personas que dieron todo su tiempo y esfuerzo por darle una oportunidad que la vida al final le arrebató. Pero os aseguro que, con cada viñeta, con cada dialogo, con una resolución perfecta, supe que ese juramento, ese compromiso significa que una persona, su vida, vale lo mismo que la del resto de la humanidad. El guionista de esta maravilla lo consiguió, lo trasmitió, nos regaló una historia sencilla pero cargada de emoción, valores y sentimiento.
Finalmente, tengo que decir que Marcos Martín es mi dios en la tierra, no puedo evitar decirlo por escrito y gritarlo si hace falta. Su trabajo aquí es maravilloso. Marcos Martin está a la altura del arte alucinante de Ditko, y que me perdonen los seguidores de maestro. El arte de nuestro dibujante patrio no es idéntico, pero sus líneas limpias (junto con la labor de Javier Rodríguez y Álvaro López) colocan este cómic en el mismo nivel.
De hecho, el arte de dibujante y el guionista encajan a la perfección. Ambos artistas en su retrato de El Doctor Extraño muestran cómo nuestras fortalezas y debilidades se mantienen constantes, incluso cuando nuestras vidas cambian y vibran sin parar.
Lo mejor
• Cada viñeta.
• Una historia inolvidable.
• Los artículos del final del tomo, donde hablan de autores, del personaje y cronología.
Lo peor
• No aparecen los números de página.
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