Javier Vázquez Delgado recomienda: Flash Núm. 8-12

Edición original:The Flash núm. 775- 779 USA (DC Comics, 2021-2022)
Edición nacional/España: Flash Núm- 8-12 (ECC Cómics, 2022)
Guion: Jeremy Adams.
Dibujo: Brent Peeples, Fernando Pasarín.
Entintado: Brent Peeples, Matt Ryan
Color: Jeremy Cox, Peter Pantazis, Matt Herms.
Traducción: Francisco San Rafael Simó.
Formato: Grapa, 24 págs. A color. 2,50 €

Meta Flash

En agosto de 1966 se puso a la venta el Flash #163 con una portada de lo más curiosa para aquellos días. El personaje aparecía en primer plano increpando al lector, es decir, rompiendo la cuarta pared. Sin embargo, aquella portada poco tenía que ver con el contenido del cómic en el que Barry Allen se enfrentaba a la desmaterialización de su cuerpo por un lado y a Abra Kadrabra en una segunda historia de complemento. Es una portada famosa, por esa rotura de la cuarta pared, algo que hoy en día está mucho más asumido, pero no lo era tanto en 1966. Hay múltiples obras como la célebre etapa de Byrne al frente de Hulka, o en el Animal Man de Grant Morrison, por citar un par de ejemplos rápidos e importantes, que ilustran este efecto en el que los personajes del cómic increpan, comentan, razonan o simplemente exponen alguna idea de forma directa al lector.

En la actual etapa del Velocista Escarlata, con Wally vistiendo de nuevo el uniforme rojo, hemos podido ver como el guionista Jeremy Adams, cambiaba el tono de la serie centrando la atención en el entorno familiar de Wally. Para el arco que comprende los números 8 al 12 de la edición de ECC, el guionista se atreve a diseñar una aventura donde recupera la rotura de la cuarta pared, creando una historia en la que el lector interactúa con la propia trama, y en la que pone a Flash en una situación ajena a su entorno de acción normal.

Ya al final del cierre del anterior arco, se vio como aparecía una lanza, o más correctamente, una guja, en un cráter, en medio de Keystone City. Un objeto aparentemente inamovible, que pone en marcha los acontecimientos que llevaran a Wally a visitar Mundo Gema, para hacer frente a una amenaza de primer nivel.

Lo primero que se agradece de esta historia es el esfuerzo que hace Adams por no poner en el centro de la acción a alguno de los miembros de la galería de villanos clásico de Flash. Ya hemos tenido por aquí a Onda de Calor, pero que se quieran contar historias en las que las amenazas sean otras y además estén bien construidas y argumentadas, es algo de agradecer, como punto de partida. Es un soplo de aire fresco.

En la historia hay espacio para colocar a infinidad de villanos, con la presencia adicional de la Liga de la Justicia Oscura, en la que el Dr. Fate tiene un papel determinante en el desarrollo de la misma. Una trama en la que ciencia y magia se dan la mano, de tal forma que integra a personajes tan dispares como puede ser tener en la misma viñeta a Etrigan, el Detective Chimp o John Constantine, con Flash.

Adams se mete en un jardín nuevo y eso coloca al corredor en una situación en la que su velocidad no es un factor determinante para lograr la victoria al menos en sus primeros pasos, pero nunca pierde de vista quien es el protagonista de la colección. Es por eso que teje, de forma paralela una trama secundaria en introduce a los hijos de Wally, Irei y Jai, con la aparición estelar de la pequeña de los Baker, Maxine, para acabar fusionando las tramas de cara a la resolución final.

Es de nuevo relevante como Adams no pierde de vista que la fortaleza de Wally está en su familia, en sus hijos y en Linda, lo que aporta una sensación de naturalidad dentro de lo extraordinario que le sienta genial a la colección tras tantos años del Barry solitario.

Y hablando de lo extraordinario, es necesario comentar, sin entrar en detalles para no arruinar la experiencia de lectura, el interesante ejercicio de guion y dibujo que se hace en el número 9, en la que Fate y Flash se ponen especialmente intensos con la rotura de la cuarta pared. No se trata de un trabajo que destaque por su lucidez, o demuestre tener detrás a un guionista de inteligencia aguda y afilada, pero si demuestra que Adams se esfuerza en dar cosas nuevas a los lectores, jugando con el medio todo cuanto puede. Divertido a la par que ingenioso uso de la narrativa que deleitara a más de uno.

En lo visual, la serie cuenta con Fernando Pasarín como dibujante oficial de la misma. Su trabajo resulta cuidado en detalles y narración, pero sin acabar romper la rigidez que siempre parecen tener los cuerpos de los protagonistas. Hay un trabajo tremendo de fondos, detalles y el acabado es primoroso, pero esa carencia de movimiento lo penaliza y más siendo una serie de Flash. Con Pasarín cuesta sentir esa energía fluyendo entre viñetas, esa velocidad que es y debe ser marca de la casa. Y aún con este problema, es imposible no dejarse llevar por sus composiciones de página, su atención al detalle y su espectacular puesta en escena.

En contraposición al trabajo de Pasarín está el lápiz de Brent Peeples, encargado de dibujar la historia de Irei y Jai, que realiza un trabajo de principiante, careciendo de detalles destacables, con un acabado pobre, una narrativa simplona, sin apenas trabajo de fondos. Un contraste que saca de la historia de forma abrupta. Es una lástima que este tipo de colaboraciones no se cuiden más para evitar este tipo de desfase entre un dibujante versado y con talento, a uno todavía muy verde.

El cambio de dibujante no favorece en nada a la serie.

La serie de Flash continúa su línea de contar historias de corte sencillo, con un claro enfoque familiar, sin dejar de ir subiendo el listón poco a poco. Adams se va sintiendo más cómodo con el personaje y cierra un arco que podría ser el mejor de los que se han leído hasta la fecha desde que se hizo cargo, hace un año, de la serie.

Lo mejor

• El trabajo de Adams no deja de mejorar.
• No tener miedo a contar otro tipo de historias.

Lo peor

• La abismal diferencia entre los dibujantes implicados.



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