Javier Vázquez Delgado recomienda: Marvel Gold. Factor-X 2 La Caída de los Mutantes
Edición original: X-Factor 17-32 y Annual 2 y 3 USA (Marvel Comics, 1987-1988)
Edición nacional/España: Marvel Gold. Factor-X 2: La Caída de los Mutantes (Panini Cómics, 2021)
Guion: Louise Simonson, Jo Duffy, Tom Defalco, Walter Simonson
Dibujo: Walter Simonson, Tom Grindberg, June Brigman, Sal Buscema, Terry Shoemaker, Tom Artis, Steve Lightle
Entintado: Joe Rubinstein, Bob Wiacek, Randy Emberlin, Al Milgrom, Steve Lightle
Color: Petra Scotese, Greg Wright
Formato: Tapa dura. 520 páginas. 39,95€
El cenit del matrimonio Simonson en Factor X
«El poder corrompe. Así será con Factor X»
En 1987, el transatlántico mutante se mantenía robusto y a prueba de bombas tanto en lo creativo como en lo comercial. La oficina X sacaba cuatro colecciones al mes –La Patrulla X, Los Nuevos Mutantes, Factor X y Classic X-Men– teniendo como únicos escritores al patriarca mutante, Chris Claremont, y a su fiel compañera Louise Simonson. El terremoto que había supuesto el lanzamiento de Factor X había sido controlado no sin dejar por el camino algunos cadáveres. Bob Layton y Jackson Guice habían dejado paso al matrimonio Simonson, con Louise a los guiones y Walter (todavía controlando el destino de Thor en su serie regular) a los lápices.
Este Marvel Gold. Factor-X 2: La Caída de los Mutantes incluye los números 17-32 de la colección además de los Anuales 2 y 3, todo ello publicado entre 1987 y 1988 en una época, como decíamos más arriba, de relativa estabilidad editorial. Vamos a intentar desmenuzar los aspectos narrativos más importantes del tomo, un análisis que funciona mejor echando un vistazo a dinámicas y argumentos concretos que a los cómics de manera individual.
Para quien necesite un recordatorio, Factor X es la idea de Bob Layton para reunir de nuevo a los 5 miembros fundadores de la Patrulla X. Como Jean Grey estaba muerta, Roger Stern, John Byrne y Jim Shooter ayudaron a Layton a resucitarla en un proceso que contó con la fiera (y a la postre inútil) oposición de Claremont. La idea de Layton, que se pudo ver plasmada en los primeros números de la nueva cabecera tenía serios problemas. El principal de ellos tenía que ver con la premisa inicial de la serie. Factor X era un grupo que se anunciaba como cazadores de mutantes pero que en realidad “rescataban” a esos mismos mutantes para poder enseñarles y lograr que pudieran integrarse en la sociedad como ciudadanos de bien. Otros problemas no menores eran el comportamiento de varios de los miembros del grupo, en ocasiones ajenos a toda lógica como en el caso de Cíclope -abandonando a su mujer y a su hijo todavía un bebé- o Jean Grey -“olvidándose” de ir a visitar a su familia para decirles, no sé, que su hija no estaba muerta-.
Louise Simonson tiene muy claro que esto son errores que deben subsanarse aunque no tendrá ninguna prisa en hacerlo. Hasta el #25 no se acabará definitivamente con la tontada de lo de cazadores de mutantes; hasta el #27 Jean no irá a ver a su familia; y hasta el #29 no se cerrará (un poco en falso todo sea dicho) la subtrama “Cíclope-se-comporta-como-un-demente”. Simonson aprovecha para unir los destinos del primero y el tercero de estos problemas. Resulta que la idea de convertir al grupo en cazadores de mutantes fue realmente de Cameron Hodge, empresario y amigo del Ángel, quien se descubre como un conspirador odia-mutantes al mando de una organización criminal llamada “La Verdad”. Los #17-23 se centrarán en Factor X enfrentándose y derrotando a la organización de Hodge a quien Walter Simonson diseña dos espantosos trajes de supervillano (por cierto, ¿a santo de qué las armaduras de los sicarios de Hodge llevan un casco/visor con una sonrisa??). La guionista riza el rizo cuando intenta explicar cómo las visiones que Scott lleva teniendo desde el inicio de la colección son culpa de Hodge también. Es decir, aunque se comportara como un descerebrado -“voy a enchufarle mis rayos ópticos a la cara de Jean para demostrar que sigue siendo Fenix”-, al menos Cíclope no estaba loco.
La segunda parte del tomo, #24-26, se centra en La Caída de los Mutantes, extraño cross-over que servía para provocar un cambio de status en cada una de las colecciones X. En el caso de Factor X, la historia se centra en el enfrentamiento entre los héroes y Apocalipsis. El villano tiene a sus cuatro jinetes como soldados, siendo Muerte la nueva encarnación del Ángel, dado por muerto en el tomo anterior tras un accidente de avión. Este nuevo Arcangel derrota con facilidad a sus excompañeros para finalmente librarse de la influencia de Apocalipsis y abandonarlo. Esta es una de las mejores historias del matrimonio Simonson, llena de acción y drama, con un dibujo espectacular y cuyas repercusiones afectan de verdad al destino de los héroes. Tiene detalles brillantes como la traición de Caliban y otros un poco ridículos también como cuando la nave de Apocalipsis se pone a golpear distintos rascacielos de Nueva York como si fuera un martillo, pero en definitiva, una saga muy disfrutable que deja a Factor X como un grupo de mutantes “públicos” frente a la Patrulla X de entonces, cada vez más un grupo casi encubierto en sus operaciones. Además, Factor X se mudará a la nave de Apocalipsis y la convertirán en su nuevo cuartel general y, al ser una nave inteligente, en un miembro “de facto” del grupo.
La última parte del tomo se dedica a las maquinaciones de Infectia, una villana que transforma en monstruo a todo aquel a quien besa, para hacerse con la nave de Factor X. Infectia es un personaje mal construido y nada desarrollado. Quiere la nave, bueno, la quiere porque su personalidad es la de ser una chica caprichosa. Para ello, intentará seducir a Bobby y al menos la trama nos dejará momentos muy divertidos cuando la nave y los chicos que acompañan al grupo (Bum Bum, Sanguijuela, Rictor) vayan saboteando los besos frustrados de Infectia.
Fuera de estas tramas tenemos lo que ocurre en los dos anuales incluidos en el tomo. El #2 es una extraña (por fuera de lugar) historia cuyo único objetivo es justificar más que remediar el destrozo que Steve Englehart hizo con el matrimonio de Mercurio y Cristal principalmente en su trabajo con la maxiserie de la Visión y la Bruja Escarlata. Un anual entretenido pero donde la guionista Jo Duffy hace auténticos malabarismos para juntar con un mínimo de lógica a Factor X, los Inhumanos, Power Pack e incluso Franklin Richards. El Anual #3 forma parte del cross-over La Guerra de la Evolución y lo dejo aparte para una futura reseña aprovechando que Panini y SD han sacado un tomo recopilando la saga completa.
Uno de los aspectos más controvertidos de esta etapa de los Simonson es su obsesión por aumentar el nivel de poder de varios de los miembros del grupo. El Ángel, como ya hemos dicho, es ahora el Arcángel, con alas metálicas y fuerza aumentada. El Hombre de Hielo ve cómo sus poderes aumentan fuera de su control por las manipulaciones de Loki mientras Bobby compartía aventuras en Asgard con Thor (viene del tomo anterior) y la única manera de controlarlos será usando un cinturón regulador. La Bestia primero es tocado por Peste, uno de los jinetes de Apocalipsis, lo que provoca que cada vez que use su fuerza se vuelva más fuerte pero al mismo tiempo pierda inteligencia; para finalmente ser besado accidentalmente por Infectia y revertir a su estado azul más animal (reversión que no se completará hasta los números posteriores a este tomo e incluidos en Marvel Gold. La Imposible Patrulla-X 9: Inferno). ¿Es este upgrade necesario? Se supone que todos los combates no deberían resolverse por la fuerza bruta o que hay grupos, como este, donde importa más la coordinación y complementariedad de sus miembros que los niveles de poder. Pero… se acercaban los 90 y había que hacer a los personajes más fuertes y peligrosos, tendencia en el cómic de superhéroes USA que acabaría por hacerse insoportable en unos pocos años. (Ojo, digresión. Lo de los upgrade de poderes de varios personajes a partir de los 90 daría para artículo propio y no únicamente de héroes Marvel. He dedicado el verano a leer por primera vez el Hellblazer de Jaime Delano y no acababa de procesar a un John Constantine básicamente indefenso que en 35 números lanza dos hechizos, huye de un policía con porra o se compra una pistola para protegerse de un jubilado que lleva un cuchillo).
Ya hemos comentado algunas de las controvertidas decisiones creativas de Louise Simonson. No hay que olvidar la carga de trabajo que la escritora tenía por aquel entonces. Además de Factor X, guionizaba Los Nuevos Mutantes y Power Pack, algo que hacía resentirse más la coordinación con otros títulos (como La Patrulla X) que la calidad de su escritura en sí. Simonson tiene ideas pero no prisa en desarrollarlas; sabe equilibrar bien acción y diálogo; sigue siendo “esclava” de su era y de la impronta de Claremont puesto que sus personajes se pierden demasiadas veces en monólogos de exposición que hoy en día suenan superfluos y redundantes. Y eso por no hablar de decisiones narrativas que no sé si achacarle a ella o a los editores. ¿Cómo es posible que ni un solo miembro de la Patrulla X o los Campeones asista al funeral del Ángel (recordemos: figura pública cuya muerte se anuncia por televisión)? ¿Por qué en ningún momento se plantea el grupo buscar a los Merodeadores después de su brutal ataque contra Warren en La Masacre Mutante? Como punto netamente positivo tenemos la caracterización de Apocalipsis, todo un acierto de Simonson a la hora de crear un villano carismático y que supone una amenaza constante para los héroes. No hay que olvidar que el trabajo realizado por la escritora con este personaje, que es casi por completo creación suya, convirtió a Apocalipsis en el villano mutante más importante de Marvel solo por detrás de Magneto.
A nivel narrativo, la serie entra en un callejón sin salida en lo que respecta a los secundarios juveniles. Ese grupo de chavales rescatados de distintos peligros o recogidos casi que diríamos por la calle pierden su función incluso temática dentro de la colección. La idea de convertirles en unos “nuevos mutantes” para Factor X nunca llega a cuajar y aunque su presencia sirve para aligerar el tono de muchos momentos dramáticos, no tiene mucho sentido que los chicos sigan al cargo de Factor X. No están siendo entrenados y los que llegaron con ciertos traumas -como Rictor- ya los han superado para cuando acaba este tomo. Como muestra un botón: la ausencia de Bum Bum durante la mayor parte del tomo para irse con los Ángeles Caídos no altera para nada la dirección de las tramas propuestas por Simonson.
La mayor parte del apartado gráfico corresponde a Walter Simonson, todavía en un momento dulce de su carrera. El dibujante falla en los ya comentados diseños para Cameron Hodge pero es una pequeña mancha en un trabajo excelente, con escenas repletas de acción bigger-than-life y una narrativa muy fluida que nunca entorpece la lectura. Se permite además excelentes composiciones de página como en el #24 en las que juega con las líneas verticales y horizontales contando hasta tres “acciones” a la vez incluyendo la anticipación de la traición de Caliban.
Por resumir. Un tomo de mayor calidad que su predecesor, con aventuras repletas de acción y drama, que falla en muchos detalles y que se queda cojo en lo emocional (Jean vs Scott) pero todavía mantienen parte de la magia que disfrutaron las colecciones mutantes durante los 80. La edición es la clásica Omnigold de Panini con su papel poroso que a mí me gusta y que creo que pega bien con el material que hasta ahora se ha publicado. El material extra es testimonial en esta ocasión con menos de 20 páginas de pin-ups, imágenes promocionales y extractos de los correos originales.
Lo mejor
• El enfrentamiento contra Apocalipsis
Lo peor
• Cíclope sigue siendo un cretino y el melodrama mal enfocado entre él y Jean
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