Javier Vázquez Delgado recomienda: Supergirl: La mujer del mañana
Edición original: Supergirl: Woman of Tomorrow núm. 1-8 USA
Edición nacional/España: ECC Ediciones
Guion: Tom King
Dibujo: Bilquis Evely
Color: Matheus Lopes
Traducción:Bárbara Azagra Rueda
Formato: Grapa, 24 págs. A color.
Precio: 2,50 €
Supergirl viaja por el espacio
«Se tiene a Supergirl como una mujer de infinita paciencia. De las que aceptan el mundo tal y como es y esperan tranquilamente a que mejore. Habiendo pasado una buena cantidad de tiempo en su presencia debo decir que esta no fue mi experiencia.»
Muchas historias ha tenido Supergirl desde su nacimiento en el Action Comics #252 (1959) por Otto Binder (también creó a Mary Marvel) y Al Plastino. El personaje obstenta el dudoso honor de tener una de las continuidades más complicadas de DC Comics, tras su mítica muerte en Crisis en Tierras Infinitas, la llegada de Supergirl Matrix, la serie de Peter David con sus fusiones angelicales o la vuelta de la kriptoniana en el Superman/Batman de Loeb. Con el reinicio del New 52 se le volvió a otorgar cabecera, también en el Renacimiento, pero la editorial hace tiempo que ha dejado de intentarlo, es un personaje recurrente al que se le busca su espacio, últimamente sin encontrarlo, con DC desistiendo. La serie de King y Evely subsana el debe y devuelve a la hija de Kripton como un personaje poderoso y único, alejada de la larga sombra de su primo.
Supergirl ha tenido varios momentos a lo largo de su vida editorial en los que no ha sido la impoluta adolescente de bondad infinita. No contamos la pseudoetapa del Angel Caído (finalmente no fue Linda Danvers) sí su periplo en el New 52 integrando los Red Lanters. Esta encarnación de King es más irreverente y condescendiente consigo misma de lo que estamos acostumbrados. Algo cínica y menos preocupada por agradar, su voz se siente dura y segura, presentando un personaje muy atractivo y bien definido sin dejar de incidir en sus particularidades básicas.
Ruthye es una valiente niña impulsada por un fuerte deseo de venganza. La joven es la encargada de la narración de todo el libro, incasable y ostentoso monólogo interior mediante. Ruthye no es la única con una verborrea imparable, distintos extraterrestres, secundarios encontrados a lo largo del viaje, también se vanaglorian del sonido de su propia voz y exponen la situación con todo lujo de detalles, valoraciones y recursos lingüísticos. La narración rimbombante choca con algún suceso divertido, como tomar una pastilla de kriptonita roja, por ejemplo. Un estilo recargado, pero sin llegar a niveles excesivos.
Supergirl: La Mujer del Mañana discurre sobre una travesía por el espacio. En la odisea de las protagonistas hay lugar para situaciones cotidianas, como la incomodidad de viajar económicamente, la infinita paciencia necesaria para lidiar con la burocracia o, conforme avanza la trama, la exposición de males mayores del universo como la xenofobia y la barbarie de los poderosos. Pero diseccionar a sus protagonistas es el objetivo principal, tratando a Kara con una distancia que fomenta su engrandecimiento, creándole una imagen íntima e interesante. Se recurre a la destrucción de Kripton y más concretamente a los últimos intentos de supervivencia de Argo City bajo la cúpula creada por Zor-El, mezclando el primer origen y el posterior, con Kara siendo mayor que su primo Kal. Las calamidades que sufre, la resiliencia que manifiesta y la voluntad inquebrantable de la kriptoniana de 14 años son definidas a la perfección, haciendo valer las evidentes diferencias sobre el drama vivido por su primo y el suyo. Eso sí, nos lo cuenta la joven Ruthye, ni en esta circunstancia Kara toma la palabra. Contemplar a la poderosa mujer desde el prisma de la niña es la tónica general y única del cómic, tratando (y consiguiendo) que la admiración que procesa hacia Supergirl sea compartida por el lector.
Tom King siempre ha sido un guionista muy reconocible por los lectores. Su estructura, prosa y temática hacen de él un autor muy identificable. Últimamente quizás se pueda apreciar un mayor parecido con el primer King. El final de Strange Adventures puede recordar al de Omega Men, al igual que ocurre con esta Supergirl en viaje interestelar, además utiliza algún recurso narrativo no tan usado en su producción posterior, visto en La Visión. A pesar de la dureza del guion por las terribles desgracias que plantea, se aprecia un King más relajado, en un tono más distendido, disfrutón. Una historia más convencial de lo que estamos acostumbrados por el guionista de Mr. Milagro, hasta cierto punto más laxo, como ocurre en Superman: Arriba en el cielo. Aún así sigue siendo un cómic hijo de su guionista, no es lo suficientemente distinto de sus anteriores trabajos como para convencer a sus detractores y es una opción más distendida para sus seguidores.
Una dinámica de persecución por el espacio, llegando siempre tarde, inunda toda la trama pudiéndose sentir repetitiva, sensación a la que no ayuda la narración, detallada pero espesa. Sin embargo, el cómic logra engancharte lo suficiente, el pausado ritmo deja un regusto sabroso, las píldoras de King se disfrutan y el interés por la extraña pareja de protagonistas se eleva.
La bondad de Supergirl está presente, pero se deja notar con más nitidez con el paso de los capítulos. ¿O no? ¿Qué ocurre en la conclusión de la historia? Se juega con el lector e incita a valorar los hechos. El final sigue el tono de la historia, costumbrista, tranquilo, reposado y (habitual en las obras de King) presta atención a la mentira, siendo enigmático y de valoración personal.
Bilquis Evely ha trabajado para DC en Wonder Woman o Batman, entre otras, y ha sido nominada al Eisner por The Dreaming. El dibujo de la artista gusta de la fantasía medieval, dando un carácter propio al cómic, de trazo personal y tendencia onírica, con atención a definir correctamente cada personaje del cómic. Buen ejemplo es un alcalde corrupto, cuyo lenguaje corporal y facial precisa perfectamente sus intenciones. No deja de prestar atención a artilugios, mundos o vehículos extraterrestres como un barco pirata interestelar. Su estilo aboga por versiones de nuestro mundo como base, a la que se añaden elementos espaciales. Otro rasgo significativo es su inclinación a dibujar nubes y con ellas conformar los fondos, a menudo no tan detallados, pero aun cuando define el entorno es raro que falte el conjunto nebuloso. El color del brasileño Matheus Lopes conjuga a la perfección con el dibujo de su compatriota, naranjas y azules son predominantes, amarillos y marrones también son habituales, con el negro presente en mayor o menor medida. Los tonos utilizados ambientan muy bien la obra y dan continuidad y unidad a todos los capítulos, pero también puede que sacrifique la distinción de los diferentes mundos visitados, pues todos tienen una apariencia demasiado similar. Una paleta unificada que en algún momento se ve salpicada por un destello psicodélico. El acabado del arte resulta llamativo y gratificante, de gran disfrute visual.
Un buen cómic de Supergirl, con supercaballo incluido, que la ensalza y revaloriza al otorgarle un carácter fuerte, capaz de imponer su voluntad y perspectiva de la justicia sin vacilaciones. Una gran historia de la última hija de Kripton.
Lo mejor
• El dibujo.
Lo peor
• La narración es densa y puede resultar repetitiva.
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