Javier Vázquez Delgado recomienda: Chomón. El mago de al luz
Edición nacional/España: Chomón – EL Mago de la Luz (GP Ediciones, 2022)
Guion: Queco Ágreda.
Dibujo: Roberto Morote
Color: Roberto Morote.
Formato: Cartoné, 70 páginas, color. 20,00 €
Lo imposible a 24 fotogramas
La historia es apasionante y sus protagonistas lo son más. Acercar esos protagonistas de forma amena y directa, sin dejarse nada por el camino, para proyectar la imagen global de interlocutores relevantes del mundo de la política, la sociedad y las artes, es una labor que se torna especialmente interesante a través de los cómics. El noveno arte se muestra abierto a este tipo de ensayos en los que la historia se torna en viñetas y sus protagonistas, personajes de sus vidas.
A lo largo del tiempo, en las artes escénicas, y en concreto del cine, han aparecido innumerables pioneros que han colocado los cimientos de la industria en sus inicios. Porque, a fin de cuentas, todo tiene un principio en lo que todo es nuevo, nada existe y es necesario crearlo de la nada. Hacer realidad la nada, convertirla en algo palpable, creando una nueva forma de entretenimiento, es algo de inconmensurable valor. Hombre y mujeres que con su pasión, ingenio, trabajo y dedicación, cimentaron la industria del cine en sus primeros pasos y sin los que hoy no se podría hablar del cine tal y como lo entendemos.
Y es que el séptimo arte precisa de muchos profesionales a la hora de poder poner en marcha una nueva producción. Desde el guionista, a los actores, pasando por el o la directora, iluminación, vestuario, música, producción, escenarios, fotografía… y por supuesto efectos especiales, presentes en todo tipo de cintas, sin excepción, pero en particular en todas aquellas de corte más fantástico.
Y si centramos nuestra atención en esos llamamos efectos especiales, pero les cambiamos el nombre por trucajes visuales, y buscamos a un referente español en los primeros años de vida del cine, sin duda el nombre de Segundo Víctor Aurelio de Chomón, es el pionero que todos deberíamos ser capaces de nombrar sin dudarlo siquiera.
Aragonés, nacido en Teruel, fue una pieza clave en el desarrollo de la industria del cine en sus inicios. Especialista en los mencionados trucajes visuales, inventor y visionario, acabo siendo parte fundamental de un medio en plena expansión en Europa. Y es su vida la que se narra en esta obra, bajo el título de Chomón – El mago de la luz, de la mano del guionista Queco Ágreda (El huevo y el Dragón) y el dibujante Roberto Morote, publicada de GP Ediciones.
El tándem artístico coloca al lector en un relato que hace un recorrido exhaustivo de la vida de Chomón cuando es requerido y contratado por la productora más importante de Europa a inicios del siglo XX, Pathé, para que potencie al máximo sus trabajos con sus brillantes aportaciones. Un punto de arranque que sirve para ir recorriendo sus distintas aportaciones a las películas en las que participó. Un recorrido que no se aleja de la parte personal y en la que también se hace hincapié de forma que permite perfilar, más y mejor, la figura que encarnaba Chomón. Persona afable, con ambiciones, pero no desmesuradas, capaz de encontrar siempre un momento para atender las necesidades de su ahijado, sin perder nunca la vitalidad que lo caracterizaba a la hora de ir siempre un poco más lejos en lo que avances técnicos se refiere.
Pero narrar la vida y milagros de alguien siempre entraña riesgos y es el de resultar excesivamente abrumador con los datos, que conlleva a caer en problemas de ritmo que, además, se pueden ver agravados por la incapacidad de hacer creíbles y atractivos a sus protagonistas. Sin vínculos emocionales, la obra se tornaría un panfleto sin chispa, sin alma, siendo un libro de historia viñetizado. Sin embargo, no estamos ante esta situación en Chomón, pues la narración siempre fluye aportando la información necesaria, sin desmerecer el relato humano de su protagonista. Hay, de alguna forma, una sub lectura, que trasciende a la propia historia, haciendo que se olvide que estamos frente a una biografía, para quedar atrapados por la historia de esos personajes que en ella aparecen.
Tempo medido, información controlada y un magnífico uso de la página, logran que la obra se lea en un suspiro de pura satisfacción, sin desmerecer su objetivo de dar a conocer la figura de Chomón al público en general. Se hacen concesiones históricas, cierto, pero se detallan a la finalización de la obra, en la que además se incluyen breves biografías de personajes claves alrededor de Chomón, que ayudan a maximizar la experiencia y el aprendizaje.
En lo visual, el trabajo de Roberto Morote no es sino el que la obra necesita para que funcione. Su estilo, simple, que no simplista, algo rígido en algunos momentos, condensa de forma esquemática esos momentos narrativos fundamentales para que el conjunto funcione en sincronía. Su trabajo destaca sobre todo por su fluidez, en contrapunto a esa rigidez corporal que lucen los personajes, que solventa mediante el uso de un trazo a medio camino entre el boceto y el dibujo acabado. Un estilo que rompe de primeras al lector, que debe acomodarse en su propuesta.
El juego de composición y diseño de viñetas, así como la disposición de las mismas, sirven para que el tempo impuesto por el guion se ajuste a la imagen y, en un magnífico juego de tamaños de viñeta, el paso del tiempo se acelere o ralentice a necesidad de la historia. Se trata de una fusión elegante entre las palabras y el dibujo, que algunas veces peca de demasiado apresurado, con el objetivo de formar un todo.
Chomón cumple con su objetivo y da a conocer a este enorme pionero del cine. No solo su trabajo, sino también su vida personal, lo que humaniza y hace accesible este trabajo a cualquier perfil de lector. Un guion certero, bien construido, que juega con lo real y lo modificado con respeto y elegancia, acompañado de un dibujo algo errático, pero adecuado para las pretensiones de una obra que dignifica a Chomón como el visionario que era.
Lo mejor
• El equilibrio entre información e historia.
• Hacer interesante la vida de un visionario.
• La edición elegante de la obra.
Lo peor
• Un dibujo al que puede costar acceder.
• Se podría haber profundizado algo más en ciertos elementos de la historia.
Ver Fuente
Comentarios
Publicar un comentario