Javier Vázquez Delgado recomienda: Detective Marciano – Identidad
Edición original: The Martian Manhunter vol.5 1-12 USA (DC Comics, 2021)
Edición nacional/España: Detective Marciano – Identidad (ECC Cómics, 2021)
Guion: Steve Orlando.
Dibujo: Riley Rossmo.
Entintado: Riley Rossmo.
Color: Ivan Plascencia.
Traducción: Jaime Valero Martínez.
Formato: Rústica, 296 págs. A color. 27,5 euros.
Corazón verde
El Detective Marciano, cumple 67 años el próximo mes de octubre. Vio la luz en 1955 en Detective Comics #25, de la mano de Joseph Samachson y Joe Certa, en la historia con el título: “El extraño experimento del Dr. Erdel”. En ella se narró el origen del personaje, o más bien su llegada a la Tierra, tele transportado por el ingenio del Dr. Erdel, que al morir deja a J´onn J´onzz (nombre del alienígena marciano) atrapado en nuestro planeta. Mientras queda a la espera de que la tecnología permita su rescate, adopta la identidad de un investigador, John Jones, a través de la cual puede canalizar su necesidad de relacionarse y ayudar a los terrícolas.
Esa es la base y con el tiempo permaneció prácticamente inalterable. Lo que si fue cambiando con el paso de los años fue el rango de sus poderes y su cantidad. Pronto se expandieron y manifestó el poder de volar, capacidades telepáticas y polimórficas, visión atómica, precognición, incluso súper oído, dejando claro que su debilidad al fuego tan solo se manifestaba si estaba en su forma marciana. Una especie de replica de Superman, con la debilidad venida del exterior y no de un desarrollo de sus motivaciones y personalidad. Todo muy de los años 50. Héroes monolíticos con debilidades derivadas de agentes del ecosistema del tipo que fueran.
Un rasgo importante y que cambiaría con el paso de los años, es que nunca se estableció que fuera el último superviviente de Marte, llegando incluso a contactar con su familia en el planeta rojo en el Detective Comics #236 (1956). Como todos los lectores asiduos a DC saben, hoy J´onn es el último de un planeta muerto y eso es uno de sus rasgos más característicos. Aunque hubo historias que buscaron cambiar eso con resultados inciertos como veremos más adelante.
Con la llegada de los años 60 y la publicación de The Brave and the Bold, #28, en el que se presentaba a la Liga de la Justicia haciendo frente a Starro, el bueno de J´onn debutaba como miembro del nuevo grupo compuesto por Superman, Wonder Woman, Batman, Green Lantern, Aquaman y Flash. Su inclusión el grupo sorprende, pero no lo hace tanto cuando se analiza que en muchas ocasiones, por nivel de poder, su papel era el de sustituto de Superman, al igual que se usaba a Green Arrow a la hora de sustituir a Batman. DC no quería exponer a sus dos principales personajes mucho tiempo y de manera continuada en la serie del grupo y con estas permutas se lograba sustituirlos sin comprometer el nivel de poder el equipo.
Sin embargo, esa dinámica fue cayendo en desuso, por lo que las apariciones de J´onn en la serie de la Liga fueron disminuyendo de forma progresiva hasta que, en el número 61 (marzo 1968) hizo acto de presencia por última vez en la que su gente lo rescataba por fin de la Tierra. Hasta que esto ocurre sus apariciones, cada vez menores en la Liga, trasladaron su figura a la serie House of Mistery, colección en la que se mantuvo hasta junio de 1968.
Sus apariciones fueron irregulares a partir de este punto, hasta que la Liga sufrió una severa merma de miembros por la renuncia de sus principales valedores, dejando espacio para la llegada de nuevos componentes. Aquella alineación, conocida como la Liga de Detroit, estaba formada por heroínas y héroes como Vibe, Gibsy, Aquaman, Elongated Man, Steel y el propio Detective Marciano.
Y entonces llegó la caída de aquella Liga. Llegó Crisis y tras el cataclismo multiversal le llegó el momento a una nueva Liga de la Justicia. Una Liga que se iba a mover por un terreno nunca antes explorado, en el que no había miembros de alto nivel entre sus filas y en la que el tono era más propio de una sitcom, que el de una serie de superhéroes al uso. J. M. DeMatteis y Keith Giffen fueron los genios de sacar a flote aquella propuesta, con un primerizo Kevin Maguire, que pronto se hizo dueño de la serie en lo visual y narrativo.
La presencia de J´onn en aquella alineación fue balsámica. El uso por parte de ambos guionistas de su personalidad calmada, porte regio y nivel de poder, lo colocaban en una posición perfecta, junto a Batman, como muro de contención de las travesuras de Blue Bettle, Booster Gold y en especial Guy Gardner.
Pero mientras en la Liga el humor era su seña de identidad (fue en esos días cuando J´onn se hizo adicto a las galletas Oreo, por ejemplo), el propio DeMatteis, con Mark Bagder, escribía una miniserie de cuatro entregas donde el drama personal de su pasado era lo fundamental. Se trató de la revisión de su origen, de una actualización de lo sabido en los años 50, cambiando aspectos del mismo de tal forma que se adaptaran mejor a su actual estatus y a la nueva forma de hacer y entender los cómics desde la propia DC. Los tiempos habían cambiado, los lectores también y era el momento de que J´onn también tuviera su propia dosis de actualización. Aquella miniserie, para aquellos que deseen poder leerla, fue editada por parte de Zinco dentro de su serie contenedor, DC Premiere.
En aquella historia el Dr. Erdel no muere, se explica la razón de su forma física, se matizan sus miedos por el fuego y se deja caer que no solo fue desplazado en el espacio, sino en el tiempo, por lo que su familia lleva miles de años muerta, siendo, ahora si, el último superviviente de un planeta muerto por la plaga.
En los años noventa el personaje continuó formando parte de la Liga. Su estatus entre los aficionados adquirió un carácter fundamental puesto que no se concibe una formación del grupo sin su presencia. Muchos lo llegan a tildar de ser el corazón de la Liga. Pero los noventa no perdonan y en aquellos días en los que el mercado se convulsionaba de muchas formas, las portadas holográficas llenaban los estantes, apareció Image, la especulación hacía estragos y las grandes pugnaban por continuar siendo grandes. Y el bueno de J`onn hacía acto de presencia en la Liga de aquellos días bajo la apariencia, que fusionaba al propio J´onn con la de un nigromante, denominado Bloodwynd. Llevar la palabra Blood en tu nombre de guerra era muy importante en aquellos días de grandes pistolas, enormes cartucheras y dientes apretados. Se pudieron leer algunos de estos números en cuatro tomos editados por Zinco, con Dan Jurgens al frente.
En 1992 tuvo una nueva miniserie de la mano de Gerard Jones y Eduardo Barreto, en al que se contaba una historia perdida de su pasado en 1950 en la que se jugaba con la creciente paranoia de invasiones alienígenas a través de un misterioso asesinato. Esta miniserie la publicó Planeta en un solo tomo.
En 1997 entró a formar parte de la nueva Liga de Grant Morrison y Howard Porter. Y, sin embargo, donde de verdad estaba destinado a brillar con entidad propia fue de la mano de John Ostrander y Tom Mandrake, en su primera serie regular en solitario con su nombre en la cabecera. Esta serie, que empezó en 1998 en USA, fue publicada por Planeta en dos tomos en la colección Universo DC (sus 38 números). Y aquí os dejamos el link a un artículo en el que podéis leer más de Ostrander y esta serie en concreto.
La vida del personaje a partir de este punto fue especialmente relevante, aunque no tuviera ya serie regular, con apariciones importantes en la serie semanal de 52, Crisis Final, La Noche más Oscura y el Día más Brillante, entre otras… Sin embargo, en 2006 se lanzó al mercado una nueva miniserie de 8 entregas con J´onn como protagonista en solitario, bajo el título de Los otros entre nosotros, firmada por A.J. Lieberman y dibujo de Al Barrionuevo, situada tras los acontecimientos vistos en Crisis Infinita, OMAC y 52. Su relevancia es muy pequeña, siendo una obra apenas correcta, que publicó Planeta en su momento, pero que no dejó poso alguno entre los aficionados, donde se exploraban las tensas relaciones internas de la Liga a través de los ojos de J´onn.
Y entonces llegaron los infames Nuevos 52 (2011) y el personaje, por alguna extraña razón, acabó relegado a la serie de Stormwatch, como miembro del grupo, en un intento por integrar el universo de Jim Lee dentro del Universo DC. Más tarde dio el salto a la división de la Liga de la Justicia de América controlada por el gobierno de los Estados Unidos.
En 2015 se lanzó al mercado una maxiserie de 12 entregas, escrita por Rob Williams, con dibujos de Eddy Barrows, en la que se revisita su origen establecido en 1986, añadiendo severos cambios al mismo. La trama se centra en su vida en Marte, que es un mundo lleno de vida, sobre el que cierne una amenaza con potencial desconocido. El guionista establece que los poderes de J´onn se deben a un ritual mágico realizado antes de que Marte quedara arrasado por el monstruo Ma´alefa´ak, que manda a J´onn a la Tierra en al que aparentemente murió debido a unos bombardeos. La maxiserie está inédita en nuestro país y sin duda se trata de un ejercicio innecesario en lo que a caracterización y desarrollo del personaje a lo largo de su historia editorial.
Tras esto, formó parte de nuevo de la Liga bajo la batuta de Scott Snyder y James Tynion IV.
En 2018 se lanzó al mercado una maxiserie de 12 entregas, escrita por Steve Orlando, con dibujo del siempre interesante Riley Rossmo, que de la mano de ECC, se publicó integra en nuestro país el pasado mes de julio, con cuatro años de desfase respecto a su edición americana. Y es precisamente de estos números de lo que toca hablar para ver si el trabajo de Orlando y Rossmo, está a la altura de la figura e importancia del bueno de J´onn.
La obra no escatima en páginas para asumir el reto de adentrarse de nuevo en el pasado del personaje. Orlando construye un relato centrado en dos momentos vitales de J´onn, moviéndose entre el pasado en su etapa como detective en Marte y un pasado (si consideremos nuestro momento actual y el del personaje como el presente) en el que ataca de frente su vida como detective en la Tierra bajo la identidad de John Jones. No es un punto de arranque especialmente novedoso, pero lo que Orlado hace no es revisitar, sino ampliar facetas del protagonista desde nuevos puntos de vista, llenando huecos y narrando, a través de interesantes metáforas, temas tan relevantes como la aceptación, la culpa, la tolerancia, el arrepentimiento, el dolor, la furia, el odio y el perdón que lleva a la redención. Y para eso hace uso de una trama en la que los paralelismos entre J´onn y su compañera detective en la policía, son más que evidentes.
Tenemos al equipo de detectives compuesto por Meade y el propio J`onn, investigando un caso de desaparición de una menor, asociado al brutal asesinato de su familia. Esto pone en marcha los acontecimientos que llevaran a J´onn a revelar su verdadera condición a Meade, que debería lidiar con semejante descubrimiento. Mientras, el propio J´onn lidia con la culpa de lo sucedido en Marte, en un pasado que regresa para atormentar su vida y la de Meade, en un proceso vital que implica mucho más que detener al autor de una serie de asesinatos y experimentos con seres humanos en el condado de Colorado.
Orlando tiene una visión algo distinta de lo que hasta ahora se había hecho con el personaje. Su naturaleza multiforme y su pasado en Marte, hacen de J´onn un crisol particularmente interesante a la hora de afrontar temas relacionados con la identidad personal y la imagen que tenemos de nosotros mismos. Y es ahí donde se sustenta a trama. Lo demás es el aderezo estándar para construir la parte que ancla la historia al género de superhéroes. Y es por eso que esta idea, este constructo, que persigue crear, resulta disruptivo respecto a lo que se ha podido leer con anterioridad del Detective Marciano.
La imagen que elabora Orlando es la de un J´onn roto, apesadumbrado, que busca la redención a través de sus actos. Busca el perdón de sus propios pecados y proyecta al exterior una manifiesta necesidad de aceptación. Miedos internos que se construye en forma de castigo al no aceptar su propia existencia como algo válido. Y para remarcar todo esto lo expone de forma descarnada frente a Meade, una ruda policía de convicciones muy fuertes, que también porta su propia mochila de miedos y culpa.
Pero nada de lo anterior tendría sentido sin la existencia de la historia de su vida en Marte, como Detective, y su relación familiar. Y es que J´onn es lo que es por la vida que tuvo en Marte, las decisiones que tomó, los errores que cometió, mientras se realiza un retrato de la sociedad marciana mucho más profundo y crudo de lo que se había visto hasta ahora.
Para dar cohesión a todo lo que Orlando pone sobre la mesa, está el dibujo de Riley Rossmo, dibujante de estilo único, con un claro abuso de la deformación de la figura humana, con ciertos toques alocados, distorsionados y deformaciones imposibles, que elevan el relato hasta llevarlo a un aspecto visual con más toques de obra manufacturada en Europa, que salida de la cadena de producción de la industria norteamericana.
Rossmo logra plasmar un Marte abrumadoramente orgánico, fiel reflejo de sus pobladores, para impactar en el lector de forma contundente. Su estilo no se mueve en los grises y gusta o no gusta, sin distinción, polarizando la opinión que se pueda tener de la parte visual de la obra al máximo. Sus lápices tienen la fuerza narrativa que la historia precisa, jugando con la figura humana en su propio provecho visual, sin escatimar recursos plásticos.
La obra es un todo que hace justicia al personaje, ampliando más su propia historia, mientras asienta más el particular drama personal que siempre va a portar a las espaldas el bueno de J´onn. Un drama que no trasciende y le permite ser como es, sin autocompasión, asumiendo su realidad y la de cuantos le rodean. Orlando no ha escrito un simple relato de ciencia ficción con tintes de thriller, sino una metáfora sobre la identidad y las creencias, la lucha y la aceptación a través de la propia tolerancia, en la que el miedo es el gran enemigo a vencer. Una obra de elegante factura que sorprende y enriquece al personaje y su propio microcosmos dentro del Universo DC.
Lo mejor
• La metafora que subyace en todo el relato.
• El acabado visual de la obra.
Lo peor
• El sabor agridulce de que de nuevo se mira al pasado del personaje para elaborar una historia.
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