Javier Vázquez Delgado recomienda: Primordial, de Jeff Lemire y Andrea Sorrentino

Edición original: Primordial #1-6 (Image Comics, 2021)
Edición nacional/España: Primordial (Astiberri, 2022)
Guion: Jeff Lemire
Dibujo: Andrea Sorrentino
Color: Dave Stewart
Traducción: Santiago García
Formato: Cartoné. 144 páginas. 19 €

Los primeros astronautas

En 1957, la Unión Soviética lanzó el cohete Sputnik 2. En su interior se encontraba Laika, la famosa perra que se convirtió en el primer ser vivo terrestre en orbitar la Tierra. Por desgracia, la hazaña de Laika fue acompañada de otros hechos más turbios, como el trato tan insensible que recibió durante el proceso de preparación y, sobre todo, su rápida muerte tras el lanzamiento del Sputnik 2. La historia de Laika, por cierto, ya fue contada más en detalle en formato cómic hace unos años por el autor Nick Abadzis en una obra que se llevó una nominación y un premio en los Eisner.

En 1959, los Estados Unidos lanzaron su último cohete al espacio. En su interior se encontraban dos simios llamados Able y Baker. En este caso, los maltratados animales también murieron apenas llegaron al espacio. O eso es lo que nos contaron.

Y es que hay quien se cuestiona la versión oficial de la historia. En plena época de la Guerra Fría, con la carrera espacial entre Estados Unidos y Rusia cobrando cada vez más importancia, podría parecer una decisión un poco inesperada que ambas potencias decidieran frenar por completo sus planes de la noche a la mañana. Se había invertido muchísimo tiempo y dinero en ellos; no había un motivo de peso incuestionable para cancelarlos así; no había ocurrido algo grave que se difiriera de lo que se tenía previsto… ¿o puede que sí?

¿Podría haber otro motivo extraoficial por el que se puso freno repentino a estos programas espaciales? Esa es la pregunta que plantea una dupla de autores que a estas alturas ya se ha convertido en una leyenda del cómic norteamericano. Los autores de obras como Gideon Falls, Flecha Verde o The Bone Orchard Mythos vuelven a deleitarnos con su simbiosis creativa en Primordial. Publicada por Image Cómics en el mercado norteamericano, esta miniserie de 6 números ha alcanzado ahora la órbita del mercado español en la nave de Astiberri.

Misterio y espías

Al principio, la historia de Primordial pone los pies del lector en la Tierra. Tras un pequeño flashforward que sirve para sembrar la semilla de la intriga, el doctor Donald Pembrook entra en escena. Él será el personaje que nos guíe en este camino desde lo terrenal. A través de sus ojos, vemos los primeros coletazos de la trama que se está formando.

Es el año 1961 y el doctor Pembrook ha sido contratado para examinar los archivos del programa espacial de Estados Unidos por si alguno pudiera resultar de utilidad antes de deshacerse de ellos. Pembrook es un tipo normal al que le apasiona el proyecto espacial. Su objetivo al aceptar este trabajo era el de poder involucrarse en investigaciones sobre el espacio; pero la pasión de sus expectativas se ve rápidamente contrastada por la realidad de su trabajo: su misión no es participar en la investigaciones, sino ponerles fin.

Entre habitaciones mal iluminadas y documentos de nula utilidad, Pembrook encuentra algo que le llama poderosamente la atención: es un registro. Un registro de los signos vitales de los simios que fueron lanzados al espacio. El gobierno de los Estados Unidos comunicó en su momento que ambos animales habían muerto poco después del lanzamiento. Por ese mismo motivo, a Pembrook no le cuadra lo que descubre: según esos registros vitales, los simios seguían con vida cuando la nave se puso en órbita.

Pembrook decide hacer unas llamadas para informar de lo que ha descubierto, pero estas llamadas, lejos de resolver algo, solo generan más preguntas. Al día siguiente, cuando Pembrook está enfrente del edificio en el que trabaja, un hombre de aspecto misterioso se acerca y le pide que se suba a un coche… y ya nos conocemos esta escena, ¿verdad?

Ciencia ficción

El hombre de aspecto misterioso no solo secuestra a Pembrook, sino también al propio espectador en una historia que amplía sus horizontes a cada página. Pasando por Rusia y por el propio espacio exterior, el tono de aventura de espías se va entremezclando e incluso sustituyéndose por uno de ciencia ficción.

Con claras influencias (especialmente estéticas) de obras como 2001: Una odisea en el espacio, Lemire y Sorrentino nos llevan de la mano por una obra de gran y pequeño tamaño al mismo tiempo. Hay grandes conceptos, conceptos que no llegamos a entender del todo, que juegan con nuestro entendimiento del espacio y del tiempo. Pero ningún concepto se superpone nunca a aquello que realmente mueve la trama: su núcleo emocional. Algo tan sencillo como los fuertes lazos que pueden unir a un perro y su dueña.

La dueña

Sin querer entrar en más detalles para no revelar mucho más de un cómic de lectura bastante rápida (en parte debido a su bien logrado ritmo), una pega que le encuentro a este cómic es la introducción de uno de sus personajes principales. Esa “dueña” de la que estamos hablando.

El caso es que, pese a ser posiblemente el personaje que más mueve el núcleo emocional de la obra, el personaje que hace que la historia acabe funcionando y logrando un impacto en los lectores, su aparición llega en un estado bastante tardío de la trama. Además, debido a la presencia del doctor Pembrook y al tono de misterio que se intenta seguir durante los primeros números, vemos cómo hojas y hojas de espacio que se podrían haber aprovechado para desarrollar a la “dueña” y, por ende, en potenciar el núcleo emocional de la historia, se acaban utilizando para otros propósitos que, al final del día, parecen un poco fuera de lugar.

Aun así, la historia en general sigue funcionando gracias a la habilidad del guion de Lemire para construir escenas que funcionan como un tiro por sí solas y a la poderosa sencillez del núcleo emocional, capaz de resultar impactante a pesar de no haberse desarrollado todo lo que se podría. Y por supuesto, el dibujo también juega un papel fundamental.

Andrea Sorrentino vuelve a deleitarnos con un trabajo excepcional. Composiciones de página originales, una narración dinámica y un estilo muy personal son los sellos de identidad de un autor que demuestra una vez más lo bien que se entienden Lemire y él. La capacidad de Sorrentino para combinar el tono de espías y el de ciencia ficción en un solo estilo visual coherente es de admirar, sobre todo teniendo en cuenta el excelente resultado final en ambos escenarios. Destacan especialmente algunos de los conceptos que ilustra el artista en los momentos más alocados de la historia, que resultan interesantes y gráficamente atractivos. Mencionar también el color del siempre sensacional Dave Stewart, con el que los trazos de Sorrentino se elevan hasta su máximo potencial.

Lo mejor

• El dibujo de Sorrentino.
• Las escenas sin apenas diálogo.
• La mezcla de tonos.

Lo peor

• Esa misma mezcla de tonos hace que la historia se desvíe demasiado de su núcleo.
• El decepcionante papel de uno de los personajes en la trama global.
• La conclusión puede resultar algo brusca.



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