Javier Vázquez Delgado recomienda: Green Lantern Núm. 10-12

Edición original: Green Lantern núm. 10-12 USA (DC Comics, 2022)
Edición nacional/España: Green Lantern (ECC Cómics, 2022)
Guion: Geoffrey Thorne.
Dibujo: Chriscross, Juan Castro, Marco Santucci.
Entintado: Chriscross, Juan Castro, Marco Santucci
Color: Mike Atiyeh.
Traducción: Felip Tobar Pastor.
Formato: Grapa, 32 págs. A color. 3,20 €

Cuando el verde deja de ser la esperanza

La espera a terminado. Tras un año aguantado la respiración para ver si finalmente la serie de los Green Lantern acababa por explotar, la realizad nos llega como un bloque de hielo seco que nos impacta en la cara. Esta frio y duele. Y es que la mejor manera de definir este último año es definirlo como decepción. Se ha intentado tener paciencia, esperar para ver si el trabajo de Thorne al frente de la franquicia acababa por eclosionar, definirse, matizarse, alcanzar su objetivo, pero nada de eso ha sucedido y la serie cierra cargada de todos los errores que ha estado arrastrando desde sus primeras entregas.

En toda historia debe haber varios aspectos a cuidar para que resulte interesante. La primera es que lo que se nos cuenta debe ser primario. Por primario hay que entender que sea capaz de remover los instintos más básicos. Son cosas como el miedo, la sorpresa, el amor, la ira… que apelan a la base más básica de los seres humanos pero que nos resultan plenamente conocidas porque todos las hemos experimentado en nuestras vidas. Muchas de esas emociones básicas estaban contempladas en la gran revolución de la franquicia que se marcó Geoff Johns hace años.

Hoy la franquicia esta en uno de sus momentos más bajos. Su calidad como concepto se ha perdido. Thorne no ha logrado transmitir ninguna emoción primaria en su trabajo, construyendo una historia confusa, donde los arcos de cambio de los personajes involucrados brillan por su ausencia, lo que deja la pregunta en el aire: ¿para qué todo este viaje?

La respuesta es que para nada. El final de esta historia no tiene épica, las cosas han pasado porque así ha querido Thorne que ocurrieran. No se siente que los personajes se hayan movido libres por la trama, creciendo y aprendiendo por el camino. Se ha gestionado muy deficientemente el conflicto, tanto interno, como externo, hasta el punto de que hay tramas que han quedado totalmente olvidadas en este despliegue de lo que no se debe hacer cuando se escribe una historia. Y duele mucho ver como una franquicia que resurgió de las cenizas para llegar a ser el núcleo del Universo DC, haya quedado demolida hasta sus cimientos.

Ahora hay más Lanterns humanos que nunca, pero han quedado reducidos a meras sombras de lo que fueron en su día. Las nuevas incorporaciones apuntaban buenas formas, pero no se ha sabido sacarles partido. Todo se ha reducido al anillo y su poder, cuando en realidad la esencia está en el portador de ese anillo. De nada sirve tener un anillo que funciona de manera distinta a los demás, que se auto recarga, si luego no se explora, a través de su portadora y ver que nuevos caminos abre tal anomalía. Es un ejemplo, solo uno, de esas cosas que se pueden percibir, pero que se quedan por el camino.

La escritura de Thorne a todos los niveles, tanto de personajes como de historia, es pobre. En nuestras anteriores reseñas hablamos ya de que había pequeños destellos, que esperaban poder manifestarse plenamente, pero no han llegado a eclosionar.

El arco argumental que pone a John Stewart en el centro de la historia resulta tan tosco y forzado que apenas sorprende (ni la inclusión, porque sí de la JL, que no hya por donde justificarla). Ni siquiera ese guiño tan bonito que tienen cuando John habla con la Fuente, funciona como en realidad debería haber funcionado de haberse construido todo de una manera más quirúrgica y no como una excavadora intentando poner las velas a una tarta en miniatura. No hay naturalidad, sino todo lo contrario. Estamos ante un final tan artificial que cruje entre los dedos cada vez que se van desentrañando los acontecimientos.

Unos acontecimientos en los que John trasciende, se vence al villano de turno (que no puede importar menos), se inserta un cambio de rol a los Linternas perdidos y todo acaba tal y como empezó. Y se podría seguir, pero la idea ha quedado clara. No hay objetivo, no se alcanzan los hitos que Thorne, imaginamos, se había marcado. No hay un proceso de cambio o aprendizaje, no hay drama, no hay épica, no hay nada a lo que poder agarrarse. Una lástima.

A nivel visual la serie funciona mejor, pero sin estridencias. El trabajo de Chriscross, Juan Castro y Marco Santucci, cumple, pero se ve muy lastrado por una narrativa errática por parte de Thorne. A los dibujantes les tuvo que costar lo suyo entender lo que tenían que dibujar, dado el resultado final. Hay esfuerzo, pero no hay nada que destaque. No hay simbiosis entre la historia y el dibujo, lo que debilita aún más el conjunto.

Es dramático como la franquicia ha muerto en poco más de un año. Morrison hizo algo loco y radical, pero sabía lo que pretendía. Venditti vivió de rentas, del trabajo de Johns, insertando algunos nuevos conceptos por el camino, sin perder la fuerza de un concepto que bebe tanto de la ciencia ficción como de los superhéroes. Jemisin supo aportar a una de las mejores Lantern de todos los tiempos. Pero Thorne se erige como una de las peores elecciones para hacerse cargo de la serie. No ha conseguido asentar nada, ni aportar un mínimo para que en el futuro se pueda seguir avanzando. Sus cambios no se pueden sustentar en el tiempo porque lo que ocurre esta tan forzado que no funciona. Olvidable de principio a fin.

Nos despedimos de los Green Lantern de la peor forma… y parafraseando su propio juramento… en la noche más oscura.

Lo mejor

• EL loable esfuerzo de los dibujantes por aportar algo de valor
• El guiño en la Fuente.

Lo peor

• La ambición de Thorne por hacer algo que le viene muy grande.
• La falta de objetivo.
• Lo mal escrita que esta la serie.



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