Javier Vázquez Delgado recomienda: La cuenta atrás, de Carlos Portela y Sergi San Julián

Edición original: La cuenta atrás (ECC Cómics, 2022)
Guion: Carlos Portela
Dibujo: Sergi San Julián
Color: Sergi San Julián, David Otálora y Marta Mesas
Rotulación: María José Armero y Roque Romero
Diseño: Jordi Vázquez y Albert Torner
Edición: David Fernández
Formato: Cartoné. 200 páginas. 23,50€

Después del desastre.

«En los momentos de crisis como ahora es cuando se ve la naturaleza de la gente.»

El miércoles 13 de noviembre de 2002 se produjo el comienzo de uno de los mayores desastres ecológicos de la historia de la navegación. Ese día, una tormenta provoco que el petrolero Prestige sufriera un accidente frente a la Costa de la Muerte mientras transportaba 77.000 toneladas de fuel pesado. La negligencia y estulticia por parte de los responsables políticos tanto de España como de Galicia, que estaban más preocupados por sus actividades privadas que por cumplir la labor para la que los había elegido, hizo que se tomaran una serie de decisiones absurdas que provocaron que el barco se acabara hundiendo a unos 250 kilómetros de la costa ya que, en contra de toda lógica y desoyendo las recomendaciones de varios expertos, decidieron alejarlo de las zonas en las que se podría controlar el previsible vertido. Cuando el 19 de noviembre el petrolero se partió por la mitad y comenzó el vertido descontrolado del crudo estaba tan alejado de la costa que provoco que la zona afectada fuera enorme haciendo que el vertido afectara desde la costa norte de Portugal hasta Las Landas en Francia. Los daños medioambientales fueron incalculables y la marea negra de chapapote trasformo unos paisajes idílicos en unos salidos de una pesadilla. Pese a que el desastre era ya palpable, la inacción del gobierno de España y Galicia continuaba de manera que tuvieron que ser grupos desinteresados de personas particulares los que comenzaran las labores de limpieza de las zonas afectadas, marcando el comienzo de un movimiento solidario sin paragón en nuestro país del que surgieron movimientos como Nunca Máis.

El desastre fue de tal magnitud que quedo grabado en la memoria de todos. Entre las muchas iniciativas que surgieron en las semanas posteriores al desastre estuvo la del cómic H2OIL auspiciado por el Colectivo Chapapote que quiso servir como vehículo de denuncia de algunas de las múltiples negligencias que se habían cometido en la gestión de la crisis. Pero esa no fue la única aproximación del mundo del cómic a desastre, ya que en 2008 vio la luz de la mano de la editorial Faktoría K de Libros la primera parte de La cuenta atrás, un cómic impulsado y guionizado por Carlos Portela (Vigo, 1967) y dibujado por el catalán Sergi San Julián. Concebida como una historia en dos partes, la segunda nunca llevo a ver la luz, pese a que los autores ya estaban trabajando en ella, ya que la editorial dejo de publicar cómics. Parecía que esa segunda parte iba a quedarse en el limbo de los proyectos nunca editados, pero, por fortuna, aprovechando que este año se cumple el veinte aniversario del desastre desde ECC reactivaron el proyecto. De manera que este pasado verano vio la luz un volumen, que, además de reeditar la primera parte ya publicada, incluía la segunda parte que completa la historia. El tomo, aparecido en castellano y galego, no solo incluye las dos partes, también podemos disfrutar de abundantes extras como un prólogo del novelista Manuel Rivas, un epílogo del historietista Miguelanxo Prado y una larga entrevista con los autores realizada por el divulgador y critico Álvaro Pons, además de diverso material sobre la génesis y elaboración del proyecto, aunque lo más interesante son los bocetos de un último capítulo de la obra en el que los protagonistas conocen el resultado de la sentencia del juicio que no se incluyó en la obra porque rompía la estructura narrativa.

La trama de la obra nos traslada hasta un año después del vertido. En concreto arranca en los instantes previos a que el consejero Otero, subsecretario de Pesca del gobierno autonómico, presente a los medios una campaña gubernamental que pretende hacer ver que las consecuencias del desastre están ya reparadas. A partir de ese momento la historia va dando saltos temporales hacia atrás en los que vamos conociendo a una serie de personajes que vivieron el desastre desde el principio que nos permiten ver la manera en la que se desarrollaron los hechos y como ha cambiado su situación y su forma de afrontar el problema. Esa estructura narrativa no cronología es un enorme acierto que nos dejar ver la historia de una manera distinta buscando las causas de cada una de las realidades de los personajes, en lugar de poner únicamente el foco en los culpables que está bastante claro quienes fueron. Entre esos personajes, además del propio Otero, tenemos a periodistas, pescadores y habitantes de la zona y voluntarios que fueron a limpiar las playas, todos ellos son ficcionados, aunque se corresponden con perfiles reales. A ninguno de ellos se les puede etiquetar de algo tan simple y maniqueo como héroes o villanos, ya que estamos ante una obra llena de grises y según vamos conociéndolos más descubrimos el porqué de muchas de sus acciones, igual que sucede en la vida real. Gracias a ese grupo tan diverso podemos ver una perfecta representación de los hechos desde diferentes puntos de vista. Casi ninguno de esos personajes está exento de contradicciones e incoherencias, con las únicas excepciones de Sara, la cooperante, y Ana, la mujer de Emilio.

Como no podía ser de otra manera, la obra es tremendamente crítica con la gestión que hicieron las autoridades políticas, tanto durante los momentos previos al desenlace del accidente como a la hora de tratar de reparar o tapar sus consecuencias. Pero lo hace sin ligar sus actos a su ideología. Otero es el fiel reflejo del político sin escrúpulos, que puede ser de cualquier signo político, capaz de medrar en medio de las circunstancias más adversas aplastando a quien se cruce en su camino y traicionando cualquier ideal. A largo del cómic vemos la manera en la que va corrompiendo y manipulando a los medios para que den la versión de los hechos que a él le interesa para poder conseguir modificar la opinión pública. Una realidad que vemos cada día, con periodistas que dejan de lado su labor como informadores objetivos para convertirse en voceros de unos determinados intereses propagando sin ningún escrúpulo fake news. A través de la evolución de Sonia vemos la capacidad de los medios para retorcer la realidad y con Molina vemos como los intereses económicos de algunos medios hacen que la información que no interesa a los poderosos quede convenientemente opacada en un segundo plano. Esta visión tan certera de esas actitudes es una de las grandes cualidades de esta obra en la que también se refleja la absoluta inacción por parte del partido de la oposición que no trato de aportar ninguna solución solamente esperar las consecuencias del desastre para tratar sacar redito electoral.

Pero La cuenta atrás no solo nos retrata esas historias de ámbito político y periodístico, también vemos de primera mano que supuso el desastre ecológico para las gentes que vivían en los pueblos más afectados. A través de las historias de varios personajes vamos conociendo como el vertido de crudo se llevó por delante la vida de muchos de ellos acabando con su medio de sustento y generándoles una frustración y desesperación que un año después sigue haciéndoles mella. A lo largo de las páginas vemos que algunos han adquirido un compromiso político más grande tratando de transformar las protestas en un movimiento de cambio social, aunque que de alguna manera acaban contaminando unas reclamaciones legitimas. Otros han aprovechado las ayudas para cambiar de trabajo. Y otros, como Fernando, se han quedado totalmente desubicados, pero en todos se deja ver una amargura y un sentimiento de perdida e impotencia que los transforma de diversas maneras. Una impotencia que se torna en incredulidad y estupor al comprobar que en las elecciones posteriores el partido que no supo gestionar la crisis ha vuelto a ganar, algo que deja ver la escasa capacidad crítica que tenemos con nuestros políticos y la particular manera en la que valoramos su gestión en la que muchas veces importan muchos más aspectos que no nos atañen directamente pero que apelan a unos sentimientos más viscerales. Esta parte provoca que la obra mute de un trabajo con tono documental sobre el desastre del Prestige para transformarse en una profunda y lucida reflexión sobre como funciónanos como sociedad siendo aplicable a otros momentos, lugares y gobiernos. Ya que, aunque Caldelas está claramente basada en Muxia podría tratarse de cualquier otra localidad y cualquier otra catástrofe y las actitudes humanas reflejadas en la obra no variarían en exceso.

En el apartado gráfico de la obra destaca por dos aspectos principalmente: la paleta de colores elegida y el estilo de dibujo más caricaturesco que realista. El color está lleno de las tonalidades grises que podemos observar en los días de mal tiempo en Galicia, pero también sirve como un reflejo certero de como el desastre provocado por el accidente ha ensombrecido toda la zona y los ánimos de quienes allí residen tiñéndolos de un gris ceniza que se ha llevado por delante los sueños y esperanzas de sus habitantes. Como ya hemos mencionado, San Julián opta por un estilo caricaturesco y sencillo, que no simple, que puede chocar en una historia que está enmarcada en la más absoluta realidad. Una historia que tal vez podría demandar un estilo más realista, pero a la que ese estilo elegido nos permite observar la historia desde una cierta distancia asemejándola a una obra de carácter más periodístico, aunque sin dejar de transmitirnos las emociones de los personajes principales. Pese al tiempo transcurrido entre la creación de una parte de la obra y la otra, no se pueden apreciar unas enormes diferencias entre ambas de manera que queda un trabajo gráfico muy compacto.

La cuenta atrás es un cómic muy necesario para dejar constancia de unos hechos que han marcado la realidad de la costa galega en los últimos años y por los que sus responsables políticos salieron de rositas sin pagar prácticamente ningún precio y de alguna manera el olvido en el que ha quedado el caso actualmente ha servido para perdonarles. Un trabajo de memoria muy necesario que sirve para dejar constancia de lo que paso desde la libertad que todavía sigue teniendo el cómic como medio y en el que en ningún momento vemos a los autores prejuzgar a sus personajes.

Lo mejor

• La estructura narrativa de la obra.
• Nos permite recordar lo que sucedió hace veinte años desde los diferentes puntos de vista de los afectados transformando la obra en una reflexión sobre la condición humana que va más allá de este caso concreto.
• La capacidad del dibujo para transmitirnos realismo y sin tener que optar una representación hiperrealista.

Lo peor

• Refleja una realidad política y periodística que sigue siendo la misma.



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