Javier Vázquez Delgado recomienda: Mamo, de Sas Milledge

Edición original: Mamo 1-5 (BOOM! Studios, 2021)
Edición nacional/España: Mamo (Astronave, 2022)
Guion: Sas Milledge
Dibujo: Sas Milledge
Color: Sas Milledge
Formato: Cartoné. 224 páginas. 19,95 €

Vínculos

En el pequeño pueblo de Haresden, la paz habitual se ha visto interrumpida por la muerte de Mamo, la bruja del bosque que se encargaba de protegerlos del caos mágico. Ahora, ese caos se esparce libremente por todo Haresden. Ante esta situación, Jo Manalo comienza a buscar ayuda hasta toparse con Orla O’Reilly, la mismísima nieta de Mamo, heredera natural del cargo de bruja del bosque que su abuela ejerció durante décadas. Pero hay varios problemas: resulta que el caos está siendo causado por los restos de la propia Mamo y, para ponerle fin, deben encontrarlos y enterrarlos con el fin de que encuentren descanso. Peor aún, Orla siempre ha procurado huir de su papel forzado de bruja del bosque, así que su postura es una incógnita: ¿hará todo lo posible para salvar al pueblo o lo abandonará a su suerte para evitar quedar atrapada por los nudos con los que su abuela siempre ha querido atarla?

Editada originalmente por BOOM! Studios para el mercado norteamericano en 2021, Mamo ha sido creada por Sas Milledge, quien en este caso actúa como autora completa. Ella misma se ha encargado del guion, el dibujo, el color y hasta la rotulación de la obra (con una fuente original con la que pretende imitar su escritura a mano). Ahora podemos disfrutar de la obra en el mercado español de la mano de Norma Editorial y su sello Astronave.

Mamo es una historia que explora la importancia y consecuencias de los vínculos. Los vínculos que nos unen y nos atan. Los vínculos que nos fortalecen y nos limitan. Los vínculos con la familia, los amigos, los lugares y el pasado. Los vínculos que nos definen. Lo hace además de un modo muy poco explícito, planteando muchas preguntas pero proporcionando pocas y complejas respuestas.

Más que una obra de mensajes, esta es una obra de personajes. Personajes a los que se intenta dotar de una personalidad que los haga parecer de carne y hueso, personajes que se enfrentan a problemas que la mayoría de lectores habrán vivido de primera mano y que, aun así, siguen resultando igual de complejos. La complejidad de las respuestas de Mamo puede no ser más que una consecuencia natural de la complejidad de sus preguntas.

Esta premisa sin duda suena prometedora y parece tener profundidad suficiente como para ofrecernos una historia interesante. En la práctica, sin embargo, mi experiencia personal ha sido la de encontrarme con un cómic que me ha dejado algo tibio. Sí, los temas que se tratan son interesantes y la obra sin duda tiene sus virtudes, algunas muy poderosas; pero también tengo la sensación de que se podría haber sacado mucho más de aquí.

Empezando por las virtudes, destaca, una vez más, la tridimensionalidad de los personajes. Jo y Orla son personajes escritos con mucho mimo que conceden un aura especial y muy disfrutable a cada escena. Su personalidad es un puzle en sí mismo que queremos descifrar. Sus diálogos, además, suelen ser vibrantes y llenos de conflicto, a la vez que los imbuye una cierta ternura que se extiende por todas las páginas de Mamo. Resulta muy fácil conectar con estos personajes, disfrutar de su compañía y querer saber qué va a ser de ellos.

Pero el gran elefante en la habitación de Mamo es sin duda el dibujo. Cada viñeta de esta obra es un auténtico disfrute para la vista. Las ilustraciones de Sas Milledge sorprenden en casi todos los aspectos. Su estilo, entre lo realista y lo “cartoon”, se suele catalogar como reminiscente del estilo Ghibli (seguramente esto también se deba en parte a las características de la historia). El color tiende hacia tonos pastel, pero sin renunciar al uso de tonos más vívidos cuando es necesario, sobre todo en el verde de la vegetación o el negro de ciertos elementos mágicos. La narración fluye con facilidad entre viñetas y páginas; uno de los motivos por los que esta resulta una lectura tan ligera.

No obstante, lo que se lleva la palma de verdad es la expresividad, la personalidad del dibujo. Hablamos por supuesto de la expresividad de los personajes, sus gestos corporales y faciales; el potencial narrativo de sus rostros. Pero va más allá. Incluso los escenarios son expresivos; la vegetación, los animales, los objetos… Más que presentarse en una estampa estática, parecen tener vida propia, existir en un constante estado vibratorio mediante el cual se conserva una sensación especial que arropa al lector.

Los colores y los trazos presentan una textura por la cual parecen sobresalir de las páginas. Un paisaje cualquiera, compuesto por hierba, árboles, cielo y nubes, se convierte en una vorágine de energía en movimiento. Una distorsión de la realidad que percibimos como natural. Una oda a la expresividad que pasa por hacer especial hasta los elementos más cotidianos. Una reivindicación de la belleza que reside en aquello que a menudo ignoramos y que conecta a la perfección con los temas de la obra.

Estas son algunas de las principales virtudes de Mamo. Para nada moco de pavo. Sin embargo, como adelantaba más arriba en este texto, no puedo evitar tener la sensación de que hay un potencial que no se ha explotado al máximo. Si bien las virtudes comentadas son suficientes para haberse ganado la fascinación de gran parte de la crítica y los lectores, en mi caso concreto me he quedado con un sabor de boca un tanto agridulce. Aunque no cabe duda de que la lectura se me ha hecho muy ligera y la he disfrutado, personalmente considero que es algo ligera de más.

La narrativa de Mamo es muy descomprimida, casi contemplativa. Sumada a su longitud de unas 200 páginas, no queda demasiado espacio para desarrollar una historia de cierta magnitud. Y los temas de Mamo son grandes, enormes.; sus personajes tienen una tridimensional que se continúa desarrollando a lo largo de la obra; además se introducen otros tantos personajes y tramas secundarios. Hay poco espacio para tanto que abarcar. Si a esto se le suma la narrativa tan descomprimida y la tendencia a tener escenas casi de pura contemplación o que profundizan en el funcionamiento de la magia en el mundo de la obra, al final queda poco lugar para el desarrollo.

Las preguntas que se plantean, más que responderse de forma poco clara, pueden dar la impresión de no responderse, a secas, por falta de tiempo para desarrollarlas. Los personajes, aunque se intente dar la sensación de que han vivido una experiencia enorme que cambiará su forma de ver el mundo para siempre, en realidad no llegan a evolucionar mucho respecto a su estado inicial; y los cambios más relevantes, más que climáticos, parecen algo forzados; precisamente por una falta de desarrollo que los justifique.

El resultado es una lectura que, aunque he disfrutado, me he dejado un poco frío al terminarla, como si todo lo que he leído no fuera más que una especie de resumen superficial de una historia más grande y con mayor potencial. Por supuesto, la experiencia de cada uno será distinta y en ningún momento dudo de que las potentes virtudes de Mamo puedan encandilar los corazones de muchos lectores, como queda evidenciado por otras muchas opiniones. El cómic, sin duda, tiene calidad y personalidad de sobra para conseguirlo. Aun así, no puedo evitar tener la sensación de que se queda un poco por detrás si se compara con otras obras de corte similar como Snapdragon, que fue publicada, de hecho, por el mismo sello Astronave.

Lo mejor

• La expresividad del dibujo.
• La tridimensionalidad de las dos protagonistas.
• La originalidad con la que se aproxima a los temas que se tratan.

Lo peor

• No hay mucho espacio para el desarrollo (y todo lo que deriva de ello).
• La sensación de que tiene potencial para más, sobre todo si se compara con obras de corte similar como Snapdragon.
• Puede palidecer un poco ante obras de corte similar como Snapdragon.



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