Javier Vázquez Delgado recomienda: Deathstroke: Asesino de dioses
Edición original:Deathstroke núms. 1-20, Deathstroke Annual núms. 1-2, DC Sneak Peek: Deathstroke núm. 1 USA
Edición nacional/España: ECC Ediciones
Guion:James Bonny, Phil Hester, Tony S. Daniel ||
Dibujo:Eduardo Pansica, Mirko Colak, Paolo Pantalena, Peter Nguyen, Roberto Viacava, Sandu Florea, Tony S. Daniel, Tyler Kirkham
Color:Tomeu Morey, Arif Prianto, Fahriza Kamaputra, Mike Spicer
Traducción:Francisco San Rafael Simó
Formato:DC Omnibus (Cartoné, 156×239 mm.), 528 págs. A color
Precio:48,00 €
Deathstroke espada en mano
«Soy Deathstroke, el exterminador.»
Deathstroke el mejor mercenario del mundo, asesino implacable y enemigo formidable para los héroes de DC obtiene una nueva publicación por parte de ECC por medio de este tomo, Deathstroke: Asesino de dioses, que recopila el tercer volumen completo dedicado al personaje.
Creado por Marv Wolfman y George Pérez como enemigo para los Nuevos Titanes el personaje ha evolucionado hacia un antihéroe de dudosa moral y expeditivos métodos como todos los que se ajustan a la definición. Un personaje perfecto para la controvertida época de los noventa, ser el villano (¡y qué villano!) de la que fuera la serie más vendida de la editorial conlleva un elenco de fieles seguidores, añadido a sus cualidades (violento, vehemente, chulo) y aspecto (cartucheras, armas, músculos) tan coincidentes con la moda de entonces. Resultaba el momento idóneo para dar cabida a la primera serie en solitario del personaje, Deathstroke: The Terminator, con Wolfman encargándose de la mayoría de capítulos, los primeros treinta junto a Steve Erwing, volviendo a la colección cuando se renombra Deathstroke: El cazadory manteniéndose en ella cuando adopta por título, Deathstroke. Steven Grant, Ed Hannigan o Mike Huddleston trabajan en un primer volumen que consta de un total de 60 entregas y cuatro anuales, extendiendo su duración desde 1991 a 1996.
El Exterminador ha estado presente de manera regular en la editorial, perteneciendo a organizaciones como H.I.V.E, Jaque Mate, la Sociedad secreta de Supervillanos, el Escuadrón Suicida o la Liga de la Injusticia, pero no sería hasta el nacimiento del nuevo universo DC que llega su segundo volumen. Curiosamente de un tono más noventero que la primera cabecera, cuenta con autores como Kyle Higgins, Joe Bennet, Eduardo Pansica (repite en este libro) o el ¿indescriptible? Rob Liefeld (creador de su equivalente marvelita, Deadpool) que encargado de guion y dibujo juega como niño con juguete nuevo, lo primero que hace es enfrentarlo con Lobo. Justin Jordan y Edgar Salazar terminan un volumen con 20 cómics publicados de una calidad bastante cuestionable.
Es en 2014 cuando Tony S. Daniel se ocupa de la colección, iniciando este tercer volumen que sigue la misma inercia de las series anteriores. Y es que no puedes esperar resultados diferentes si designas autores similares a una misma colección. No sería hasta la llegada de Priest que Deathstroke evoluciona en su propia serie, adquiriendo matices propios e interesantes, sin ninguna intención de lavar su imagen ni alejarse del género superheroico. Este tercer volumen es tan deudor de los noventa como el anterior, pero se advierte un mayor mimo y dedicación, sin dejar de ser el mismo tipo de cómic es mucho más disfrutable.
El Deathstroke de New 52 es una película de acción muy consciente de sí misma, podría ser equivalente a Mercenarios. Un artista como Daniel, muy de los 90, con uno de los personajes más noventeros de DC. Excesivo, violento, de diálogo expositivo, no obstante directo y sin embargo poco ágil. El dibujo es tan excesivo como el texto, abusa de escorzos y perspectivas imposibles con alguna desproporción anatómica más evidente que otra, con abundantes dobles páginas y una narrativa algo confusa. Y aún así, entrando en su juego es muy posible disfrutar del cómic. Especialmente con Tony S. Daniel que ya no es aquel clon de los autores de la primera Image que atesoraba todos sus vicios (desde luego algo queda), una larga carrera en DC colaborando con autores de la talla de Geoff Johns o Grant Morrison ha perfeccionado y limado su estilo. Este Deathstroke se deja leer y resulta divertido. Hay que tener muy en cuenta que se trata de la versión más ímproba del personaje, si tu interés nace de la etapa de Priest no es el mejor cómic para seguir al mercenario.
La trama inicial es interesante, más de lo que aparentemente se podría esperar. Corrección, inicia interesante, conforme avanza se fuerza el misterio descaradamente y muestra orígenes que resultan extraños, quedándose bastante lejos de entregar un Deathstroke propio y característico. Ni por asomo. Las deliberaciones de Slade son solo intervalos entre batalla y batalla, meras necesidades del guion de Daniel, dispuesto a pagar el peaje con tal de dibujar la pelea espectacular que tanto espera. Es aquí donde el autor disfruta, también el lector, pero un Deathstroke tan salido del molde de personaje rudo que en el fondo no es tan malo, con pocos matices, puede echar por tierra el placer de más de un aficionado. Cuenta con algún momento cómico de humor negro, como un enemigo desmembrado atacando a través de sus separadas partes, como entes independientes, al protagonista y a Harley Quinn. La payasa es uno de los muchos personajes de la editorial que aparecen en el cómic. Un primer arco que cuenta con la familia Slade implicada y la presentación del “héroe” y de los secundarios que le acompañarán a lo largo de la etapa, como el inquisidor español Víctor Ruiz, líder de los malnacidos muertos.
El segundo arco argumental (da nombre al tomo) resulta mucho más grandilocuente y pretencioso. Daniel cuenta con la ayuda de James Bonny al guion (será su sustituto en el resto del volumen) y empiezan a llegar otros dibujantes a la serie (comprende un montón de artistas implicados) como Tyler Kirkham o Eduardo Pansica. Hefesto entrega una espada al Exterminador capaz de asesinar dioses. Daniel ha jugado al Soul Calibur, el diseño de la espada es muy similar a la del videojuego. La inevitable aparición de Wonder Woman sucede, en su versión Nuevos 52 diosa de la guerra, es decir, más guerrera que nunca, rasgo incrementado por el autor, sin ápice de la bondad de la amazona. Otro gran estandarte de la esperanza se deja ver, igualmente pasa por el filtro de Daniel que exagera todos los matices expeditivos del nuevo universo.
Una vez abandona la colección, Bonny sigue la misma senda marcada, entregando un cómic de acción con abundantes cameos de distintos personajes de la editorial. También acuden muchos dibujantes, del mismo corte, aires noventeros y espectacularidad (mal entendida en más de un caso) Paolo Pantalena es un buen ejemplo, que dibuja la confrontación con Capucha Roja o Ra´s Al Ghul. En DC debieron quedar contentos con el resultado porque el dibujante ha estado ligado a los personajes, participó en Capucha Roja: El forajido (mostrándose más inspirado) y en Deathstroke Inc., contribuyendo en la actual Guerra de Sombras, donde se desarrolla un conflicto entre la familia Al Ghul y Deathstroke, semejante al que acontece en la parte final de este tomo con el implacable asesino y la cabeza del demonio frente a frente. Roberto Viacava o Peter Nguyen con coloristas como Tomeu Morey, Mike Spicer o Arif Prianto son otros de los implicados en la colección.
Un tomo de tamaño reducido que aúna lo mejor del Deathstroke del New 52, de marcado carácter noventero, ideal para los seguidores de la excesiva década, de los cómics de acción y la violencia desenfadada o del Deathstroke más recargado y desmedido. Supone un buen vistazo a la DC post Flashpoint por la cantidad de personajes de la editorial que se dejan ver en la serie. Se disfruta sin pretensiones y teniendo muy claro aquello que vas a leer. Podría suponer el primer paso dado por ECC de cara a la reedición de un cómic realmente bueno, el cuarto volumen del personaje, el Deathstroke del Renacimiento por Christopher Priest y Carlo Pagulayan, entre otros.
Lo mejor
• Es divertido.
Lo peor
• No deja ningún poso.
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