Javier Vázquez Delgado recomienda: Magazine DC España – diciembre 2022
INTRODUCCIÓN
Ya se pueden escuchar los tintineos de las campanas, el olor a pino, sentir los adornos invadiendo la ciudad y las casas, el ambiente se cuaja de Navidad y toca disfrutar de una nueva entrega del Magazine DC con el que poder despedir el año. Ya estamos en diciembre.
Este mes hay una selección de lo más variada. Tenemos a uno de los guionistas más en forma del actual panorama, Mark Russell, que firma una de las obras más relevantes del mes, One Star Squadron. Hablamos de su trabajo y hacemos un breve recorrido por su vida.
No os podéis perder los textos sobre alguna de las novedades del mes, entre la que hay una en la que Red Hood es protagonista, y dedicarle tiempo a saber lago más de uno de los villanos más relevantes de Aquaman, Manta Negra.
Y como tenemos al bueno, o no tan bueno, Jason Tood entre las novedades, en el juicio toca posicionarse y decir de forma clara si el personaje hubiera estado mejor muerto o, por el contrario, es mejor que se reviviera. Os dejamos una encuesta para aportar vuestra opinión.
Con la nueva edición de la última incursión de la serie WildStorm, le decidamos unas líneas a un grupo especial, distinto y cuya vida editorial ha dado más de unos cuantos tumbos.
Y como siempre, un nuevo libro acompañando a la sección de aniversarios que se la dedicamos a una obra que cumple 40 años y dejamos espacio para soplar las velas con algunos de los autores que han trabajado en DC y cumplen años este mes.
Y como clásicos, un viaje al pasado, a la nostalgia, a esos recuerdos fosilizados entre las páginas de dos especiales de navidad muy queridos entre los lectores de DC y de Zinco.
Os dejamos con el Magazine DC de este mes, pero no sin antes desearos unas Felices Fiestas, una muy Feliz Navidad, un Feliz Año Nuevo de corazón. Necesitamos volver a soñar y creer que todo puede ir mejor. Diciembre es un mes especial.
TITULARES
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• Novedades DC
• Este mes debes saber
• Aniversarios
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JASON TOOD, ¿VIVO O MUERTO?
En contra… Iris West
Se pensó muy seriamente, se votó, le lloramos, le lloraron, se abrieron heridas, cicatrizaron, le substituyeron, nunca se le olvidó… volvió.
Desde mi punto de vista sobra un verbo aquí. Cuando algo está bien coordinado, se decide incluso democráticamente y se realiza con el talento de Jim Starlin y Jim Aparo, creo que no debería tocarse. Para los lectores supuso un mazazo tremendo. Lo sé, yo estaba allí, aunque no pudiera votar. Aquella portada de Mike Mignola con el rostro ensangrentado de Robin ya me hizo temblar de emoción, pero aquel Batman cabizbajo con el cuerpo ensangrentado de Jason Todd me emocionó profundamente. Ya lo del Joker y el Ayatolá Jomeini tal (vale, en el fondo también me moló, tenía 13 años), pero la primera parte del especial me dejó de piedra ¡Si hasta había creado una sinergia con El Regreso del Caballero Oscuro!
Pero aparte de las flipadas de un adolescente, aquí lo importante es que el peso dejado por aquella pérdida era significativo. Era una época en la que Barry Allen estaba muerto y enterrado (Supergirl también, pero para los lectores españoles no era tan evidente como lo de Flash, que se encargaba de enfatizar Wally en Legends, sin ir más lejos), incluso habíamos visto suicidarse a Vigilante. Quiero decir que era el momento en que DC publicaba grandes obras, se arriesgaba, y cualquier cosa podía pasar.
Acababa de pasar delante de nuestras narices.
Lo comprobabas porque tenía una reverberación no sólo en la colección de Batman sino en muchas otras. Tenía consecuencias serias y mascadas. Desde el viaje a la violencia de Batman hasta la consternación de Nightwing y los Titanes. El análisis de la necesidad de la figura de Robin nunca fue más claro que desde su pérdida (bueno, debo volver de nuevo a Miller, que ya lo intuyó). Y su vuelta como Tim Drake estuvo también mascada, tanto que los lectores lo aceptaron con los brazos abiertos. Había pasado un ciclo duro y necesario, todo había cambiado para volver a ser como antes.
Pero volvió.
Volvió el rebelde, el deslenguado, el contrapunto a la familia feliz, la oveja negra ¡Si ni siquiera era eso cuando se creó! Cuando Gerry Conway y Don Newton le dieron vida, el pobre Jason era una copia de Dick; padres acróbatas cirquenses, asesinados por un criminal (Killer Croc en este caso) y adoptado por un Bruce consternado. Hasta el beneplácito de Dick Grayson tuvo. Fue primero Max Allan Collins y especialmente Starlin después de las Crisis los que le dieron esa pátina ligeramente criminal que le llevó, de alguna otra manera, a su triste final.
Final, algo desaparecido de los cómics desde hace mucho. Por culpa de los que piden siempre más de lo mismo, de los que no aceptan la pérdida. Por culpa de, entre otros muchos, Jason Todd.
A favor… Linda Park
Jason Todd es un personaje que parece no caer bien viendo la mayoría de comentarios en redes sociales o distintos blogs, pero la editorial siempre procura otorgarle un espacio reservado, razón inequívoca de que genera un mínimo interés. El problema principal del Robin resucitado por excelencia es que DC nunca le ha dado una dirección clara, virando de antihéroe a enemigo con pasmosa facilidad. Tampoco ha tenido una etapa con autores importantes o que sepan añadir un concepto claro al personaje que lo defina más allá de ser el Robin asesinado por el Joker, premisa ineludible en cada cómic que protagoniza. Judd Winick y Scott Lobdell (por momentos) durante Renacimiento entregan los mejores tebeos del personaje hasta la fecha. Si Jason no ha centrado los esfuerzos de la editorial y aún así reclama atención es porque merece vivir.
Ya desde su famosa muerte, con DC habilitando dos números de teléfono para definir su destino, el personaje salió perdiendo en su busca de amor por parte del aficionado, no lo querían. Pero dicen que la votación estuvo muy reñida, así que hay otros muchos a los que sí les agrada. Aunque esto no es ningún baremo, habrá quien lo quisiera muerto entonces y ahora le guste su nueva identidad y quien votara para salvarlo y ahora no lo quiera, contrario a las resurrecciones en el mundo del cómic, tan habituales, con Barry Allen y Hal Jordan a la cabeza de los ilustres revividos. En ambos casos la reaparición se antoja innecesaria pues ya hay personajes que suplen su rol a la perfección, ya existe un Flash, adorado por toda una generación de lectores y con muy buenas etapas en su colección de cómics a cargo de Mark Waid y Geoff Johns. En el caso del guardián esmeralda, no solo cuentas con un sustituto, si no con tres, perfectamente la serie de Green Lantern podía oscilar entre Guy Gardner, John Stewart y Kyle Rayner, compartiendo el título, eligiendo al protagonista de la principal o cambiándolo de manera cíclica según intereses editoriales. La vuelta de Hal invalida la posibilidad pues adquiere un protagonismo desmedido con respecto a sus compañeros. Y eso que tuvo una grandísima etapa. En el caso de Capucha Roja no había un recambio, sí hay dos Robins más, pero no como él, su vuelta plantea un nuevo escenario.
Red Hood es necesario en la batfamilia. No hay otro Robin con una relación tan complicada con su mentor (y eso que ninguna es ni mucho menos ideal) ni siquiera Damian Wayne (con muchas de las actitudes que condenaron a Jason y con muerte incluida, pero que curiosamente en el nieto del Demonio funcionan a la perfección) nadie enfrenta a Batman de la misma forma que Capucha Roja, nadie genera tanto pesar en Bruce como Jason. Su regreso supone recordar el peor error en la vida heroica del murciélago, a lo que sin duda ayuda el dramatismo del chico, instándole a matar al Joker con rabia, incidiendo en que él lo habría hecho sin dudar. En la relación con el resto de Robins, tiene un gran cariño por Dick, algo menor (o mayor, porque es más fraternal) por Damian, Barbara ha sido un amor imposible y Tim lo ha odiado mucho al ser su sustituto. Es una pieza más y única con la que construir las historias, y aunque pocas veces se ha jugado bien con él, es mejor contar con todos los ingredientes posibles.
De aspecto visual llamativo y molón, personalidad desafiante, ideas propias y ser un “héroe” muy capacitado, no en vano fue entrenado por el mejor de ellos, resulta un personaje atractivo al que tan solo los más veteranos quieren dejar en la tumba. Sea amigo o enemigo, mercenario, líder de una trinidad de tercera o jefe de un grupo de zombis, Capucha Roja debe vivir y formar parte del elenco de la editorial. Incluso estando muchos de estos cómics a un nivel mediocre es capaz de generar satisfacción en el aficionado y no deja de ser un elemento a explorar, cualquier día llega el tebeo que le haga justicia. A ver qué dice entonces mi compañera, Iris. Cuando volvió Barry no se quejaba tanto.
ENCUESTA JASON TOOD
Nota: hay una encuesta incluida en esta entrada, por favor, visita el sitio para participar en la encuesta de esta entrada.Nacido el 1971, en el municipio de Springfield del estado de Oregón (hay por lo menos seis Springfields en los diferentes estados norteamericanos, además de la ciudad natal de Homer Simpson), Mark Russell es nuestro autor del mes.
Se trata de uno de los guionistas más originales, creativos y atrevidos del panorama americano. Siendo uno de los autores que consiguen el difícil equilibrio entre el humor, la crítica social y los superhéroes.
Enre los 90 y los 2000, el autor autopublicaba sus historias a través de la revista The Penny Dreadful.
Mark Russell debutó como profesional en 2015 reincionado la setentera serie Prez sobre un adolescente que llega a ser presidente de los Estados Unidos. La serie la dibujaba Ben Caldwell tuvo una gran recepción por parte de la crítica.
Su primer éxito le llevo a DC Comics para escribir The Flinstones con la colaboración de Steve Pugh. La serie fue una sorpresa mayúscula hasta llevarla a dos nominaciones Eisner y una Harvey. Allí Russell dio muestras de su estilo irónico y socarrón tan característico.
Su siguiente trabajo le llevó a escribir itra vez sobre un personaje de dibujos animados adaptado al cómic. Se trataba del León Melquíades, un simpático felino antropomórfico que pertenece a Hannah Barbera y apenas disfrutó de éxito en España. Ganó un premio GLAAD y continuó recibiendo nominaciones Eisner y Harvey.
En 2019 sacó The Wonder Twins, serie escrita bajo el sello Wonder Comics de DC. Era la línea creada para que Bendis pudiera desplegar sus proyectos en la editorial de Superman. Qué tiempos aquellos. Le acompañaba Byrne (Stephen). Russell se estaba convirtiendo en un autor de culto pero al que todavía le faltaba dar su gran salto.
Su siguiente trabajo fue esa gran oportunidad, aunque el salto casi lo saca de la industria al presentar un polémico proyecto a DC para Vertigo en el que conocíamos el crossover definitivo, el cruce con el que practicamente podíamos “tancar la paradeta”, el encuentro entre Superman y Jesucristo.
DC adopto su perfil más transgresor y controvertido invitando a Russell a publicar la historia en otro sitio. Salió en Ahoy Comics y pudimos ver hasta que punto de pusilanimidad había llegado la editorial que publicó Lucifer. La historia era divertida y basta, no había una critica descarnada y sesuda como podría haber realizado un autor europeo ni una sobrada pasada de vueltas al estilo Ennis. Era una comedia amable en la que el autor no mordía ni lo intentaba.
La polémica creó un hype vacío y decepcionante que jugó en detrimento de la obra.
En 2020 volvió a colaborar son Steve Pugh en Billonaire Island. Se trataba de una crítica al capitalismo. No se trata de una obra de humor explosivo, de carcajadas sonoras, si no más bien de una orinía conceptual y poco sutil. En esta miniserie vemos como las principales fortunas del planeta han construido su propia nación en una isla en la que solo encontramos ultramillonarios y sirvientes. Una crítica al egoismo de las personas más privilegiadas del planeta y su actitud ante el colapso al que estamos llegando.
Al año siguiente, Russell colaboró con Marvel escribiendo la miniserie especial de los 4F, Toda una vida. El cómic que reexplica la historia a tiempo real, década a década, para delicia de los fans de la primera familia Marvel.
En el mismo año 2021, llegó la que posiblemente sea su mejor colaboración con DC Comics, One Star Squadron un cómic de humor y superhéroes al estilo de la JLA, la mítica, la legendaria y descacharrante, la Liga de la Justicia de Giffen, DeMatteis y Maguire.
La etapa de esta trinidad de autores no estaba exenta de crítica social. Sin embargo en One Star Squadron ataca los principales aspectos del capitalismo siendo esta crítica el tema central de la miniserie. Le acompaña Steve Lieber, un autor expresivo e idóneo para este tipo de trabajos.
Not All Robots junto con el artista brasileño Mike Deodato Jr, fue otra de sus obras destacadas de 2021 que además le ha reportado ganar el Eisner a la mejor publicación de humor.
Conocimos también la incursión de Russell en Future State de DC con su Superman vs Imperious Lex con Steve Pugh de dibujante.
En 2022, ya, ha iniciado con el ilustrador que dibuja a la gente más guapa, Mike Allred, Superman Space Age para DC. Una serie de corte dramático en el que vemos a Superman asumir el fin de su mundo. Al tratarse de una tierra alternativa Russell nos da detalles y profundidad sobre personajes que han sufrido vivencias diferentes a las de la/s continuidad/es oficial/es pero que sin embargo nos dan una vision tridimiensional de su construcción psicológica. Conoceremos mejor a Jonathan Kent, si cabe, leyendo las situaciones en las que lo pone Mark Russell.
A pesar de su edad, el guionista de Oregón es un valor joven y refrescante en el cómic americano. Su tono desenfadado, divertido y crítico es una novedad original que nos aporta un punto de vista diferente y comprometido. Su carrera se encuentra en una trayectoria creciente, asumiendo proyectos mayores y más ambiciosos, cambiando de registro y dando aquello que los autores a los que tan bien se les da el humor ofrecen en su paso al drama, una mirada original, global y llena de posibilidades.
El archienemigo de Aquaman es alguien experto en tecnología, hábil pirata cazador de tesoros, cuenta con fuerza y habilidades aumentadas gracias a su traje blindado, es un virtuoso en el uso de cuchillos, posee un considerable intelecto resultando un líder nato y un estratega muy capaz de elaborar planes con grandes aspiraciones y enormemente destructivos. Su casco escafandra puede dar una imagen cómica y poco siniestra (o todo lo contrario) pero posiblemente es el enemigo que más daño ha hecho a Arthur Curry a lo largo de sus más de 50 años de historia. Tan solo Orm, Ocean Master, el hermano del héroe puede discutirle el espantoso logro. Como villano de uno de los héroes principales de la editorial su presencia en los cómics es continua, ha sido miembro (incluso líder) del Escuadrón Suicida y es un integrante de la Liga de la Condena prácticamente perenne.
Black Manta nace en el Aquaman #35 (1967) por Bob Haney y Nick Cardy. Una historia donde el villano del casco imposible pone en jaque a todo el reino de Atlantis al liberar un compuesto químico que envenena el agua, obligando a sus habitantes a huir. Incluso Vulko deberá fabricar un suero para que lo atlantes puedan respirar aire. No contento con eso, secuestra a Aquababy (no será su mayor agravio al pobre Arthur Curry Jr.). Curiosamente, es Ocean Master quien rescata al infante y lucha contra el nuevo villano, con Aquaman en medio de la trifulca. A pesar de ser la primera vez que lo vemos, es presentado como un antiguo enemigo de Aquaman, dejando claro que tienen una historia detrás.
Nacido en la década de los 60, no es hasta 1992 en Aquamam vol 4 #6 (Shaun McLaughlin y Ken Hooper) donde se nos narra su origen. Manta Negra es secuestrado siendo un niño y obligado a trabajar como esclavo en un barco, al ver a Aquaman lo llama desesperadamente para que lo ayude, pero no puede oír su súplica. El rencor al héroe y al mar le lleva a construir su avanzado equipo y submarino. Como homenaje a su primera aparición, en este número también envenena a la población de Atlantis con una variante de la toxina del miedo del Espantapájaros. En el Aquaman vol 6 #8 (2003, por Rick Veitch y Yvel Guichet) el personaje cuenta con una revisión en su génesis, definiéndolo como un niño autista ingresado en Arkham donde es maltratado cruelmente, sufriendo terribles experimentos que finalmente le permiten hablar. Asesinando a su médico escapa y comienza su extensa vida criminal. Un enemigo maltratado en su infancia, como tantos otros, con graves problemas psicológicos que sufre espantosos agravios desembocando en el nacimiento de un psicópata asesino.
El personaje promulga un desfigurado discurso racial a finales de los 70, el hombre negro ha sido oprimido en la superficie durante toda su existencia y es hora de reinar en el fondo de los mares. Una proclama conveniente destinada a conseguir adeptos, el desmesurado odio que siente hacia Aquaman siempre estará por encima, nublando su juicio constantemente. Un rasgo del personaje (aunque sea fingido) poco explorado en la nueva continuidad. John Ridley o Mark Russell podrían entregar un valioso cómic sobre el enemigo recuperando y expandiendo este atributo, visto el tratamiento del racismo o las temáticas sociales que fomentan en sus cómics, o cualquier otro guionista con inquietud por indagar en esta faceta del personaje.
David Micheline y Jim Aparo se encargan del Adventure Comics #452 (1977) protagonizado por Aquaman. En este cómic Manta Negra causa el mayor daño a su adversario posible, asesina a su hijo asfixiándolo. Por si fuera poco drama, hay más en las circunstancias que rodean el terrible suceso; Black Manta obliga a Aqualand y Aquaman a luchar a muerte por la vida de su hijo, cuando la jugada del rey de los mares llega, es demasiado tarde. Arthur ha perdido a su hijo y su relación con Garth queda marcada.
En el histórico número aparece por primera vez Cal Durham, como secuaz de Manta, convencido de su proclama racial lucha bajo sus órdenes, pero acabará uniéndose a Arthur, teniendo cierto peso como secundario, llegando a ser alcalde de Sub-Diego, ciudad que Black Manta domina durante un corto periodo de tiempo, un mordisco de King Shark trunca sus aspiraciones.
Ya que hemos mencionado su mayor logro, no está de más hacer lo propio con el que quizás sea el punto más bajo del personaje en su largo periplo editorial. El poderoso híbrido Humano/Manta en el que se convierte tras un trato con Nerón a cambio de su alma, supone una etapa muy extraña para el personaje y un aspecto aún más controvertido que el original, si cabe. Sus motivaciones también levantan suspicacias, ahora que es un ser acuático olvida a Aquaman y se instala en Star City como magnate de la droga. Green Arrow y el propio Aquaman lo vencerán en este escenario, curando el atlante al exótico ser en el que se había convertido e iniciando una relación “amistosa” que por supuesto terminará en traición.
Manta Negra es padre de Jackson Hyde, Kaldur’ahm. Personaje creado en la televisa Young Justice, debuta muy poco después en los cómics, concretamente en el Brightest Day #4 (2010) por Geoff Johns e Ivan Reis. Con habilidades similares a las de Mera, el joven llegará a convertirse en el segundo Aqualand. Recientemente, se le ha podido ver incluso en la identidad de su mentor. En Brightest Day #19-20, Manta Negra pelea contra su hijo, protegido por Mera, siendo finalmente derrotado por su sangre y Aquaman, en el primero de los enfrentamientos contra su vástago. Al principio de dicha saga, Manta se había retirado como pescador, pero es ver a Aquaman resucitado y volver a las andadas, no tiene tiempo ni de terminar de atender a los clientes, los asesina. Los héroes hacen a los villanos, pobre David, con lo tranquilo que estaba vendiendo sardinas.
En la nueva continuidad, David Hyde es un descendiente de los desertores (una tribu perdida de atlantes) y aparece por primera vez en Aquaman vol 7 #7 (2012). Tratando de asesinar a Tom Curry, Black Manta, mata por error a su propio padre, culpando a Aquaman y declarándole odio eterno. Su carrera desde el New 52 no es tan dañina para el héroe, aunque como némesis principal ha dado más de un dolor de cabeza al soberano de Atlantis. Entre sus villanías más destacadas encontramos el robo de un cetro atlante en alianza con Vulko para resucitar a Atlan, su reclutamiento por Black Jack y el Rey Pescador, al que traiciona para hacerse con el control de N.E.M.O, atacar Atlantis con la bestia el Hombre Peludo o manchar el nombre de la ciudad submarina implicándola en ataques a USA. De carácter desleal, también traiciona a la Legión de la Condena y al Triunvirato de Dioses del Mar (antiguos dioses que inundaron la Tierra) por sus ansias de poder. Desgraciadamente para él, es el villano, y como en la mayoría de cómics de superhéroes nunca consigue la victoria final.
Después de tantos años de historias llega el turno para su propia miniserie, en consonancia con las últimas practicas editoriales, cada vez más se da espacio a series protagonizadas por los villanos principales de la editorial, el Joker sin duda se lleva la palma, siendo el gran ejemplo, pero Sindicato del Crimen o los cómics de King y otros sobre los enemigos de Batman corroboran la práctica. Escrito por Chuck Brown y dibujado por Valentine De Landro, el tebeo muestra a Black Manta desentrañando los misterios de una extraña piedra que afecta a personas del mundo entero, incluido él mismo. Como no podía ser de otra forma, Atlantis estará implicada en la ecuación. ECC publica el cómic en formato rústica este mismo mes.
ENCUESTA MANTA NEGRA
Nota: hay una encuesta incluida en esta entrada, por favor, visita el sitio para participar en la encuesta de esta entrada.LA MUERTE DE LA LIGA DE LA JUSTICIA
Todos sabemos que la historia perpetrada por Joshua Williamson y Rafa Sandoval es un mero gancho comercial. En los tiempos que corren, es muy difícil ver la pérdida definitiva de algún personaje que acarree pingües beneficios económicos a sus espaldas. Pero eso no quita que nos divirtamos con la excusa ¿Conoces todas las veces que ha muerto la Liga o sus miembros? Lo mismo te sorprendes con algunas de las muchas muertes de la Liga de la Justicia.
De hecho, de grupo entero así por las buenas tenemos pocas. Para la primera que me viene a la memoria hay que alejarse ya hasta 1990, cuando Despero imaginó hacerlo en Justice League America #39 de 1990, por Keith Giffen, J.M. DeMatteis y Adam Hughes. Ahí, el único que moría de verdad era un falso Mr. Miracle. Aunque el verdadero Scott Free junto a su esposa Big Barda nos dejaron brevemente en Death of the New Gods (si hay que matar supers, nadie mejor que Jim Starlin), ella en el #1 (2007) asesinada por el Hombre Infinito y él en el #7 (2008) motu proprio, y volvieron en Final Crisis #7 (2009) reencarnados en el Quinto Mundo. Y aún está por ver si las afiladas ocurrencias de Tom King y Mitch Gerard han vuelto a dejarnos sin el escapista más famoso de DC e incluso con otro miembro honorifico de la liga como es Oberon en el volumen 4 de Mister Miracle (2017-2018).
La segunda ocasión que recordamos sí que fue más real (en el mundo del comic, se entiende), tanto que los caídos nos dejaron definitivamente. Fue durante el final de la Liga de la Justicia de Detroit, en Justice League of America #258-261 de 1987, por DeMatteis y Luke McDonnell. Los androides del vil Profesor Ivo terminaron con la vida de Steel (Hank Heywood III) y Vibe (Paco Ramone), además de romper al grupo. De las cenizas, al menos, surgiría una de las mejores etapas ligueras.
Estos dos son los más sonados, si no contamos con las veces que han estado a punto de palmarla aturdidos, o en trance, o controlados por enemigos… Pero vamos, sus miembros sí que han sufrido muertes y resurrecciones para parar once trenes. Empecemos por la plantilla actual:
Quién no recuerda la sonada muerte del hombre de acero plasmada por Dan Jurgens en Superman #75, de 1992, a manos de Juicio Final (de hecho, estamos justo en su 30 aniversario). Le duró unos escasos 8 meses, pero en aquellos tiempos ya era un hito. Pero Superman es un experto en ir y volver del otro lado, pues ha repetido, que sepamos, en Superman #149 de 1961 por Jerry Siegel y Curt Swan (la famosa “La muerte de Superman” debida a Lex Luthor y que al final resulta imaginaria), en Superman #188 por Otto Binder y Swan en el 66 (culpa de un tal Zunial y revive al final del episodio), o en Justice League of America #145 por Steve Englehart y Dick Dillin del año 1977 (se apunta el tanto un desconocido Conde Crystal, mientras que el Fantasma Errante es el encargado de salvar las castañas). En la más reciente Crisis Infinita (2006) orquestada por Geoff Johns nos dejaron tanto el Superman de tierra 2, Kal-L, como Superboy, Conner Kent, por culpa de malvadísimo Superboy-Prime. Incluso el Superman de los Nuevos 52 murió en Superman #52 por obra y gracia de Peter Tomasi y Mikel Janin.
Lo de Wonder Woman ha sido más de tapadillo, y eso que ha visitado el Hades en más de una ocasión, pero siempre la veíamos por ahí tratando de volver, lo cual le quita mucha emoción a la cosa. Una pre-New 52 en Wonder Woman #124 de 1997, en la inefable etapa de John Byrne, y otra la reciente de Dark Nights: Death Metal #7 del 2020, por Scott Snyder y Greg Capullo, para poder reformar el multiverso a gusto (que si antes he llamado inefable a lo de Byrne no tengo palabras para esto). Siguiendo la racha extraña, otra de sus supuestas muertes que sufrió fue la de Wonder Woman de Tierra 2 durante Crisis on Infinite Earths #12 (1986 por Marv Wolfman y George Pérez) al desaparecer del mapa multiversal. Y para rematar las muertes poco significativas, Diana también perdió su vida en la tercera entrega de la magnífica (modo irónico on) War of the Gods para volver al número siguiente.
Otra defunción tal que así fue la de Batman en Final Crisis #6, en 2009 por Grant Morrison y J.G. Jones (entre otros), a manos de Darkseid. Si bien tuvo repercusiones muy reales e interesantes en el universo DC (¡durante casi dos años!), hay debate si el efecto omega realmente se llevó al cruzado enmascarado o simplemente lo traslado en el espacio-tiempo. Podríamos decir que la única muerte real del murciélago fue en Birth Of The Demon (1992, por Dennis O’Neil y Norm Breyfogle), que necesitó de la Fosa de Lázaro para revertirse, pero fue un visto y no visto. Y así han sido sus otras defunciones, como en Batman #72 (1952, gracias a David Vern Reed y Jim Mooney) por veneno durante unos minutos, o técnicamente muerto (pero no clínicamente) en The Brave and the Bold #115 (1974, grandes Bob Haney y Jim Aparo) y Detective Comics #644 (1992, por Chuck Dixon y Tom Lyle). El Joker lo deja casi muerto en Legends of the Dark Knight #65 (1994, DeMatteis y Joe Staton) y lo mata infinitas veces en Action Comics #770 (2000, idea de Joe Kelly y Kano) cuando tenía el poder de Mr. Mxyzptlk. Y ya que estamos con Batman, el que nos ha dejado recientemente es Alfred Pennyworth durante “Ciudad de Bane” (Batman #77, 2016), otra vez King dando morcilla.
Pero volviendo a Crisis Final, aún en 2008 perdíamos, y de manera más definitiva, a nuestro querido Detective Marciano. Libra lo incineraba para dejar claras sus credenciales a la Sociedad Secreta de Supervillanos. No lo volveríamos a ver vivito y coleando hasta casi 2 años después durante La Noche más Oscura (2010) por Johns e Ivan Reis, evento maravillosamente oportuno para revivir a muchos de los héroes caídos del UDC.
Como por ejemplo, Aquaman, que llevaba más de 3 largos años durmiendo el sueño de los justos desde Aquaman: Sword of Atlantis #50, en 2007 por Tad Williams y Shawn McManus. Aunque el pobre estaba ya desde hace un tiempo retirado como Habitante de las Profundidades.
Pero hubo otros que, al revés, durante la Noche más Oscura la diñaron, como la pobre Hawkgirl (Kendra Saunders, que ya sabemos que con los Hawks hay que aclarar esos detalles). Exactamente en Blackest Night #1, en 2009, y así se quedaría hasta el siguiente reboot. Es decir, no revivió, sino que esperó a que la trajeran del olvido editorial. Hawkman por cierto, que aunque no esté en la lista actual siempre ha sido un habitual de la Liga, también murió con Hawkgirl en La Noche Más Oscura, aunque volvió en Brightest Day #24 (2011). Otra Hawkwoman (Shayera Thal) murió en Rann-Thanagar War #5 (2005, por Dave Gibbons y Reis) a manos de Blackfire. En todo caso, las muchas muertes de Hawkman y Hawkgirl son incluso parte de su mythos y cuesta llevar la pista.
El que sí que tuvo una clásica muerte heroica y una resurrección que sólo es posible en el mundo pijamero fue el carismático Oliver Queen/Flecha Verde. Desde Green Arrow vol 2 #101 de 1995 (por Chuck Dixon y Rodolfo Damaggio), salvando a Metrópolis en una explosión aérea, hasta Green Arrow vol 3 #1 de 2001 (durante la aclamada, y con razón, etapa de Kevin Smith y Phil Hester), debido al Espectro (Hal Jordan por aquel entonces) como descubriríamos más tarde. Se le echó mucho de menos durante todo ese periodo.
Cabe decir que, de la actual alineación, curiosamente, ni Zatanna, Canario Negro o el Linterna Verde John Stewart habían sido visitados por la parca con anterioridad. Aunque el pobre padre de la primera, Zatara, ha sido de los pocos que nunca volvió a la vida después de su emocionante pérdida en Swamp Thing #50 de 1986, miticazo número de Alan Moore, Steve Bissette y Rick Veitch.
Pero hay otros componentes de la Liga que sí que han tenido la “oportunidad” de acompañar a Caronte al otro lado.
Hay dos miembros clásicos donde los haya y titanes en el aspecto de estar muertos. Por una parte, Hal Jordan, el Green Lanter por excelencia, nos dijo adiós en The Final Night #4, de 1996 por Karl Kesel y Stuart Immonen (y menos mal, porque se había convertido en todo lo contrario a lo que representaba). Y no lo volvimos a ver vivo hasta 2005, en Green Lantern: Rebirth #4 por Johns y Ethan Van Sciver. Durante esos 8 años y pico tampoco es que estuviera totalmente desaparecido porque anduvo convertido en el Espectro. Y ya que hablamos del universo esmeralda, es obligación recordar el gratuito asesinato Alexandra Dewitt (“magnífica” idea de Ron Marz para Green Lantern #54 de 1994), la novia del Linterna Kyle Rayner, que llevó a Gail Simone a acuñar la frase «Mujeres en Refrigeradores».
Pero la muerte que más marcó a toda una generación y duró hasta lo que parecía definitiva fue sin duda la de Barry Allen, el Flash de la Edad de Plata. Cuyo épico final en Crisis on Infinite Earths #8 (1985), pocos pueden presumir de haberse sacrificado para salvar el Multiverso, se mantuvo durante nada menos que 23 años, hasta las Final Crisis #2 (June 2008). En las Crisis por excelencia, otra liguera muy puntual tuvo otra muerte heroica. Todos recordamos esa icónica portada de Pérez con Superman cargando el cuerpo inerte de su prima Kara, alias Supergirl. Otra que se pasaría un tiempo record, salvo extrañas substituciones, criando malvas, hasta 2004.
Justo al comienzo de otras Crisis, tuvimos una de las muertes más impactantes de uno de los más queridos miembros de la Liga de la Justicia Internacional. Ted Kord, alias Blue Beetle, fue asesinado nada menos que por su exjefe liguero Maxwell Lord en Countdown to Infinite Crisis en 2005. Evento orquestado a 6 manos por Johns, Greg Rucka y Judd Winick, además de otro puñado de dibujantes. Sus seguidores tuvimos que esperar hasta un reinicio gracias al evento Rebirth, dentro del propio retcon que suponían los Nuevos 52, para poderlo ver de nuevo en acción. Sirvió de poco consuelo ver morir poco después a Max a manos de Diana, gracias también a Rucka en Wonder Woman #219.
Esas mismas Crisis Infinitas sirvieron de excusa para desenterrar otra muerte aparentemente definitiva, de la que hemos hablado en este mismo Magazine, la de Jason Todd, el segundo Robin (Batman #428, de 1988 por Starlin y Aparo). Ya sabemos que los Robins no son miembros oficiales de la liga de los mayores, pero son compañeros de uno de sus miembros más selectos. Y hablando de ellos, uno que tuvo una sonada muerte (Batman Incorporated #8, por Morrison y Chris Burnham en 2013) y entretenida resurrección (Batman and Robin #37, labor de Tomasi y Patrick Gleason en 2014) fue el Damian, el hijo biológico de Bruce. Spoiler también se unió a la lista de pajaritos, aunque su muerte en la saga War Games de 2005 (Batman #633, por Bill Willingham y Kinsun Loh) fue declarada fake en 2008.
Otro sidekick pero que si llegó a ser miembro oficial de la Liga es Roy Harper, aka Arsenal. De nuevo King (¿vemos un patrón?), junto con el magnífico Clay Mann, tal como se vio en Heroes in Crisis (2018-19). Todo holía raruno en esta miniserie y, para compensar, Roy volvió a disparar flechas en 2021 tras Frontera Infinita, enésimo reboot dentro de los Nuevos 52.
Wally West, el único de los jóvenes compañeros que ha heredado manto y puesto en la liga, se sacrificó aparentemente en Zero Hour: Crisis in Time #4, por Jurgens. Pero lo suyo cuesta tomárselo en serio, porque estaría a puntito de morir durante el arco de Velocidad Terminal (The Flash #100), volvería a desaparecer en The Flash #100 y aún nos daría otro susto en The Flash #150. Todo gracietas de la larga y fructífera etapa de Mark Waid.
El que sí que se nos fue de la manera más inesperada y repentina fue Firestorm en 2004. Ronnie Raymond murió a manos del Ladrón Sombra en Identity Crisis #5 (por Brad Meltzer y Rags Morales) y no volvería a la vida hasta 2010 gracias a la Entidad Blanca. Poco después, sin embargo, moriría el que había sido su otra mitad Martin Stein, en Brightest Day #22 (2011), por “culpa” de Johns, Tomasi, Gleason, Reis y Joe Prado. Pero ya que hablábamos de las Crisis de Identidad, cómo olvidar el hecho catalizador de la saga, la muerte accidental de Sue Dibny, querida esposa del Hombre Elástico, a manos de Jean Loring, exesposa del Átomo. Y el propio Ralph Dibny también nos dejó en la serie 52 #42 (2007 por más gente que en la guerra; Johns, Morrison, Rucka, Waid, Giffen y Darick Robertson), en un épico final que duraría hasta el siguiente reinicio, precisamente con el mismo mágico número.
Por último, para los completistas, os dejo una lista (de la que espero comentarios crueles por los olvidos) con las pérdidas que ya no sé ni como enlazar: Aztek en JLA #41 (2000), las hermanas D’Aramis/Crimson Fox en Starman #38 de 1998 (Constance) y Justice League America #104 de 1995 (Vivian), General Glory en Justice League Quarterly #16 (1994), Orion en Final Crisis #1 (2008), la Hechicera de Plata en Justice League Europe #35 (1992) y Captain Atom en Superman/Batman #6 (2004). Mención especial para Metamorpho, nuestro querido Rex Mason, que se murió en The Outsiders #27 (1988), revivió en Invasion! #3 (1989), volvió a morir en JLA #1 (1997) e incluso volvió a resucitar en Birds of Prey #52 (2003). Ahí llevas, sin necesidad de reboots.
Y matrícula de honor para Tornado Rojo que nos dejó en Justice League of America #102 (1972) para volver en JLoA #105 (1973), muere y se salva en JLoA #110 (1974), de nuevo muere en JLoA #129 (1976) pero revive en JLoA #146 (1977), le pasa de todo en Crisis on Infinite Earths hasta explotar definitivamente en el #8 aunque se salva como se comprueba en Justice League of America Annual # 3. Tras las Crisis se convierte en un elemental del viento… pero cuando recupera cuerpo lo destruyen y lo vuelven a montar durante Crisis de Conciencia (JLA #115-119, 2005). Tras su sexta (o por ahí) destrucción en Crisis Infinita, es reparado y montado yo que sé cuantas veces durante 52. Sigue cambiando de cuerpo hasta La Noche Más Oscura, donde lo destruyen otra vez hasta que lo repara Cyborg. Tras los Nuevos 52, sólo ha muerto y revivido una vez durante Dark Nights: Death Metal. Cosas de androides.
¿Os ha parecido impresionante la cantidad de miembros ligueros que han fallecido? Pues no tenéis ni idea. Poneros una buena música de despedida, o mejor aún La marcha de los toreros de Bizet, porque ahí va la turbadora lista de todos los muertos del Escuadrón Suicida, eso sí es impresionante…
MÁS ALLÁ DE FLASHPOINT
¿Cuál es el personaje más importante de DC Comics?
Si nos plantean esa pregunta muchos sonreiríamos y no tardaríamos en decir que Batman o Superman. Son conocidos en el mundo entero. Sus símbolos han traspasado ya al cómic que los vio nacer y han adquirido la connotación de iconos. ¿Quién no conoce a Superman o Batman? No se necesita haber leído cómics para saber quiénes son, como son sus trajes, cuál es su emblema, incluso me atrevería a decir que la gran mayoría de los mortales de este planeta hasta saben cuáles son sus orígenes. Son la quintaesencia de los héroes, de los superhéroes y de los personajes que todo artista querría ser capaz de crear al menos una vez en la vida. Solo por su proyección mediática no cuesta mucho dar por buena esta respuesta, pero…
¿Batman y Superman son entonces los personajes más importantes para DC Cómic? No, claro que no, es Flash.
Flash ha aportado al Universo DC una nueva era en los cómics; un Multiverso con el que cientos de guionistas han podido contar cientos de miles de historias; crea el legado del símbolo y no como concepto, sino como herramienta para seguir contando historias y redefine, de nuevo, todo el Universo DC cambiándolo de arriba abajo en una de las maniobras editoriales más arriesgadas de los últimos años, Flashpoint.
Detrás de Flashpoint está Flash, como casi siempre es este personaje el que desencadena los cambios en DC. Ya lo hizo cuando inauguró la Edad de Plata, abrió las puertas del Multiverso, se sacrificó en Crisis, creó el concepto de legado dentro del Universo DC y como no podía ser menos, en Flashpoint lo cambia todo de manera drástica, no solo artísticamente, sino también editorialmente.
La saga de Flashpoint nos presenta una nueva Tierra donde nada es como lo conocíamos. Solo Barry Allen, Flash, parece darse cuenta de ello. No hay Liga de la Justicia, nadie sabe dónde está Superman, Batman despierta excesivos recelos, Cyborg es el mayor héroe de la Tierra, Aquaman y Wonder Woman están en guerra y el Green Lantern de la Tierra se llama Abin Sur. Algo ha cambiado en la línea temporal que ha provocado todos estos cambios y solo Flash parece estar capacitado para devolver al mundo a su anterior situación. El problema es que los cambios aplicados sobre los cambios nunca generan los resultados esperados y al final de este evento el Universo DC se reiniciaba con 52 nuevas colecciones de todo tipo de géneros.
Pero en esa nueva Tierra, quedaba detrás un personaje que levanto pasiones entre los aficionados, Thomas Wayne, convertido en un Batman extremo, tras la muerte de su hijo Bruce y su mujer Martha.
Y es que fue muy difícil no empatizar con este personaje máxime cuando Johns juega con él al final de Flashpoint de la siguiente forma: Ojo que pueden ser spoiler a día de hoy si algune no ha leído la obra.
En las páginas finales Barry se despierta, ¿pero en qué mundo? ¿Será este el verdadero? ¿Qué mejor forma que descubrirlo que darse una vuelta por la bat-cueva? El encuentro con Bruce es emotivo, y le cuenta todo lo que ha pasada. Aquí (a modo personal) es curioso el doble rasero de Bruce, ya que no tuvo ningún reparo en ir a por Hal cuando lio la que lio, pero en cambio lo que ha hecho Barry, según Bruce, él hubiera hecho lo mismo. Afortunadamente, Barry tiene los recuerdos de todo lo que sucedió en su mundo de Flashpoint, y aunque en esta nueva realidad no haya tenido madre desde pequeño, si que recuerda haber crecido con su madre. Según Bruce: «un regalo».
Y ya para acabar, un momento de lo más emotivo. Barry le entrega a Bruce la carta que le dio su padre en la otra Tierra (¿será esto lo único que permanece de Flashpoint?). Podemos leer: «Querido hijo. Hay una cosa que sé sobre la vida. Algunas cosas ocurren por casualidad… …Te quiere, tu padre. Thomas». Y con esto, y la reacción de Bruce, acaba Flashpoint.
Este evento que cambió de manera radical al Universo DC, se resiste a morir y regresa, de la mano de su mismo arquitecto, Geoff Johns, para ampliar más el alcance de l mismo y profundizar en algunos de los aspectos que giran alrededor dela figura trágica de Thomas Wayne. Parece que ya cuerda para rato.
BATMAN: CABALLERO BLANCO – CAPUCHA ROJA
El universo DC es tan inmenso que permite que las propuestas más distintas puedan abrirse hueco en el mercado. En el juego de los grandes personajes de la editorial, hay uno que siempre prevalece, incapaz de ser contenido en su fuerza y potencial, en la virtud absoluta del que se sabe único para autores y lectores. Batman es un mito, un símbolo, un emblema de todo lo que puede alcanzar el cómic de superhéroes.
Esto hace que mes a mes asistamos a nuevas entregas de muy dispar género, explotando todo lo que le hace grande y excesivo.
En los últimos años pocos han sabido abrirse hueco en las conversaciones del murciélago como Sean Murphy. Sin reventar lo que ya conocemos, sin romper la baraja, sin mayor pretensión que la de ser diferente sin ser demasiado pretencioso en su argumento. Lo que en un principio nació como una miniserie ha ido conformando algo más grande, canónico y propio.
Consciente de su público, ávido de historias, implacable a la hora de pedir más y más a sus escritores y dibujantes favoritos, no se ha quedado en la superficie de su idea primigenia, sino que ha servido a un propósito mayor, sin dejar de ser tremendamente comercial.
Y al hacerlo, además, ha servido como punto de entrada para que otros jóvenes artistas pudieran darse a conocer, sin que su papel como narrador se quedará en algo para él. En un mundo de egos, el Murphyverso ha querido ser algo diferente. Y, como en esta ocasión, nos ha permitido descubrir o convencernos ya para siempre del talento de Simone di Meo.
Su mayor virtud está en la infinidad de recursos en el tratamiento de la violencia de los vigilantes de la gran ciudad, en el modo de desarrollar el potencial de unos personajes marcados por la sangre y los nudillos rotos. En el camino, nos deja una acción muy visual, conseguida a partir del fuego que emana de sus protagonistas.
Murphy comparte crédito con Clay McCormack en el guion. Es un argumento funcional, adictivo, que tiene las notas justas de originalidad para embelesarnos con una aventura del peor/mejor de los Robins: Capucha Roja. Con sus conflictos morales sin resolver en su inocencia herida y pérdida y el traje de inefable enmascarado que no sabe cómo ser un buen héroe, pero se resiste a cruzar al otro lado.
Belleza en las composiciones y un reparto interesante para una nueva miniserie en el mundo de los caballeros blancos.
WILDSTORM
Un caso curioso, el de Wildstorm. El sello original de Image con la historia más enrevesada e interesante.
Nacido en 1992 como contenedor de las obras de su fundador Jim Lee (Wildcats) y J.Scott Campbell (Gen13), no fue hasta 1995 cuando el sello empezó a ofrecer cómics de calidad. Bajo el subsello editorial Homage se publicó la primera miniserie de Astro City, Strangers in Paradise y Desperadoes.
Puede que Jim Lee no fuera el mejor guionista del mundo, pero era un tipo listo. Sabía que sus refritos de La Patrulla-X (Wildcats, Stormwatch) tenían potencial comercial. De modo que llamó a Alan Moore y a Warren Ellis para que insuflaran ideas nuevas a sus pastiches.
Dos guionistas, diríase, en extremos opuestos de su trayectoria. El primero tenía ciertos problemas económicos y necesitaba mantenerse mientras concluía From Hell y Lost Girls, un proceso que le llevaría todavía varios años. El segundo se había fogueado en Marvel con trabajos de encargo y necesitaba publicar obras donde dar rienda suelta a las obsesiones que arrastraba desde Lazarus Churchyard.
En Wildcats #21 (julio de 1995), Alan Moore se unió a Travis Charest (dibujante de la etapa anterior, escrita por James Robinson) para revolucionar la colección. Como curiosidad, la famosa Lección de anatomía que Moore escribió para Swamp Thing también correspondía a un número 21, y, en ese momento, Wildcats se convirtió en el trabajo más largo de Alan Moore en una serie regular, solo por detrás de Swamp Thing.
Lo primero que hizo Moore fue deconstruir el maniqueo enfrentamiento planteado por Jim Lee entre kherubines y daemonitas, alejándose de la simplista lectura religiosa que los nombres de estas razas pueden sugerir. Los miembros de Wildcats viajaban hasta su planeta natal solo para descubrir que los kherubines mantenían a los daemonitas aplastados bajo la bota opresora de un régimen colonialista. De este modo, los parámetros por los que se había movido la serie se invertían por completo.
Al mismo tiempo, Warren Ellis empezó a escribir DV8, serie dibujada por Humberto Ramos, y se hizo cargo de Stormwatch en el #37 (julio 1996). En esta última es donde Ellis saltó definitivamente a la fama (el lanzamiento de Stormwatch vol.2 coincidió con la publicación del primer número de Transmetropolitan) y donde encontramos las semillas de The Authority, Planetary e incluso del Universo Ultimate.
Ellis aportó un punto de vista realista (entre gigantescas comillas) a los superhéroes: sus personajes eran soldados o experimentos genéticos al servicio de macrocorporaciones con una oscura agenda. Eran los tiempos de No Logo y de grandes convulsiones geopolíticas una vez desaparecida la Unión Soviética.
En The Authority, Warren Ellis hizo un poco lo mismo y a la vez escribió algo completamente diferente. Al convertir a Midnighter, Apolo, El Doctor y los demás en iteraciones contemporáneas de grandes héroes míticos, afirmaba lo que las páginas hiperrealistas y cinematográficas (idóneas para una generación de adolescentes amamantados por la tele y faltos de imaginación) de Bryan Hitch subrayaban: The Authority no era el cómic del presente, era del cómic del mañana. Y, más importante aún, lo sabía.
Después de escribir varias miniseries centradas en personajes Wildstorm (Deathblow, Voodo y la que considero su aproximación definitiva a este peculiar universo, Majestic: The big chill), Alan Moore se centró en lanzar su línea de títulos ABC. Wildcats quedó en manos de Joe Casey, quien, junto a Sean Phillips, escribió una auténtica obra maestra, hoy extrañamente olvidada.
En Wildcats 3.0 Casey llevó el realismo de Ellis hasta sus últimas consecuencias, presentando una megacorporación capaz de revolucionar el mundo con un pequeño invento: una pila que nunca se acaba.
Mientras tanto, Ellis y Hitch dejaron The Authority tras doce números. Ellis se centró en Planetary (su cómic del ayer), Hitch se mudó a la atalaya de la JLA y The Authority quedó en manos de Mark Millar y Frank Quitely.
La dupla supo estar a la altura de sus predecesores, pero cuando Mark Millar fue invitado a abandonar DC (tras diversas discrepancias editoriales, Mark Millar colgó en internet una foto del editor Paul Levitz junto a la frase “¿Has visto a este pederasta?”) fue el final de la breve época dorada de Wildstorm.
Durante su larga decadencia Wildstorm supo atraer a escritores de primera fila. Brian Azzarello se encargó de una serie protagonizada por Deathblow. Ed Brubaker escribió una miniserie con los personajes de The Authority y una miniserie de Grifter (miembro de Wildcats), y después dio el pistoletazo de salida a sus legendarias colaboraciones con Sean Phillips en Sleeper (aunque, como apunte, no está de más decir que Phillips entintó La Escena del Crimen, trabajo de Brubaker y Lark para Vertigo).
Bajo el sello de Wildstorm se publicaron otras famosas series con ímpetu realista: Ex Machina de Brian K.Vaughan y los primeros números de The Boys de Garth Ennis. Además, Brian Wood se encargó de un breve relanzamiento de DV8.
No obstante, el agotamiento del concepto que vertebraba a Wildstorm era patente. DC había comprado el sello en 1999 (causando unos considerables dolores de cabeza a Jim Lee, obligado a discutir con el iracundo Alan Moore), pero cuando Grant Morrison (quien no había aguantado más que un número escribiendo The Authority) estableció que Wildstorm no era más que otra tierra en el Multiverso DC, quedó claro que la autonomía de Wildstorm como concepto había muerto.
Con la llegada de los Nuevos 52 (2011), los personajes de Wildstorm quedaron definitivamente integrados en la continuidad y el universo principal de DC. Desde entonces, no han hecho más que prodigarse con mayor o menor fortuna por las publicaciones de la editorial.
Warren Ellis volvió por sus fueros en 2017 con The Wild Storm, una serie de veinticuatro números que pretendía reinventar este universo de ficción, esta vez con una pátina de cómic indie hiperestilizado muy apropiado para los nuevos tiempos, pero sin olvidar el viejo tema de la conspiración en las sombras. Jon Davis Hunt se encargó del apartado gráfico, reinventando en el proceso a personajes históricos de la editorial como Jenny Sparks, Grifter o Voodoo.
La serie fue todo un éxito, e incluso llegó a anunciarse que Ellis se encargaría de un nuevo volumen de Wildcats. Por desgracia, los escándalos sexuales de Ellis echaron al traste su carrera y todos sus proyectos futuros.
Mientras tanto, Grifter ha pasado a ser una presencia más o menos ocasional en el ecosistema de Gotham. Conceptos originales de Stormwatch han aparecido en Son of Krypton, de Tom Taylor. Jack Hawksmoor se ha prodigado por La Cosa del Pantano de Ram V. Midnighter y Apolo han protagonizado una serie propia a cargo de Steve Orlando. Además, se han integrado en la órbita de Superman gracias a Grant Morrison, quien ha podido escribir la historia que siempre soñó para Wildstorm en Superman & The Authority.
En noviembre de este año, y con motivo del treinta aniversario del nacimiento del sello, Matthew Rosenberg y Stephen Segovia han resucitado a los Wildcats con una nueva cabecera que, estamos seguros, ECC no tardará en traer a España. Por el momento, este mes de diciembre podremos disfrutar del primero de los dos volúmenes con los que ECC va a recuperar The Wild Storm. Con sus 336 paginazas, The Wild Storm 01 de 2 recopila los primeros doce números de la colección. Es un buen momento para dejarse arrastrar por esta tormenta que ya dura tres décadas.
ESTE MES CUMPLEN AÑOS…
John Cassaday – 14 de diciembre de 1971 (cumple 51 años). Cassaday es un autor autodidacta. Empezó su formación en la escuela de cine y fue director de informativos durante cinco años, hasta que lo dejó para pasar un verano dibujando para preparar un portfolio con el que presentarse a diversas editoriales, mientras trabajaba en la construcción. De ahí llegaron sus primeros trabajos en editoriales como Boneyard Press y Caliber Comics entre los años 1994 y 1995. Fue en 1996 cuando mostró su trabajo al entonces editor, Mark Waid y fue ese mismo año cuando recibió sus primeros encargos en la serie regular, Ghost, de Dark Horse. Aquello lo motivó lo suficiente como para dejar su trabajo en la construcción y apostarlo todo por el noveno arte.
Pero aunque gozó del estrellato de forma rápida, la serie con la que su nombre se puso en boca de todos los aficionados fue Planetary, con Warren Ellis, en 1999. Anteriormente había realizado trabajos para Marvel y DC como especiales o anuales, pero con al serie del sello de Wildstorm, adquirido por DC, explotó todo su potencial visual y narrativo convirtiendo a la colección en todo un clásico moderno. Aquella fama le derivó también a realizar trabajos de alto calibre en Marvel dentro de la franquicia mutante.
Entre 2004 y 2008 trabajó para el mercado europeo, con los álbumes, Yo soy Legión, que se publicaron también en los Estados Unidos. También ha realizado trabajos como guionista en series tan variopintas como Hellboy, Union Jack, Little Nemo y Rocketeer. En 2015 se encargó de dibujar un exitoso cómic de la franquicia Star Wars en su relanzamiento.
J.M.DeMatteis – 15 de diciembre de 1953 (cumple 69 años). Las aspiraciones de DeMatteis eran la de ser músico de rock y dibujante de cómics. Y a eso se dedicó en su juventud, ejerciendo de cantante, componiendo y tocando la guitarra en su propia banda, mientras iba a clases de dibujo. Unas clases que acabó dejando por temas económicos y que hicieron que sus ya de por si escasas dotes artísticas con el lápiz, quedaran atrofiadas permanentemente. Lo que perdimos como dibujante, lo ganamos como escritor.
Fue a finales de la década de los 70 cuando empezó a trabajar en DC. Fueron muchas las veces que se rechazó su trabajo, pero finalmente vio publicada su primera historia en la serie Weird War Tales #71 (diciembre de 1978). Aquello lo vinculó a la creación de historias para la línea de terror de la editorial, en la que creó I, Vampire y Creatures Commandos, mientras escribía también historias de Aquaman en la serie de Adventures Comics.
Su capacidad para escribir historias de corte esotérico lo llevó a desarrollar una historia corta para Madane Xanadu, junto con Brian Bolland, en la que fue el primer intento de la editorial por sacar material para el recién estrenado mercado de venta directa.
Tras su paso por Marvel, regresó a DC para sustituir a Gerry Conway en la Liga de la Justicia hasta su cancelación a raíz de Legends. Aquello propició su entrada en la que iba a ser uno de sus trabajos más representativos, el relanzamiento de la Liga, en la nueva serie de la LJI, con Ketih Giffen y Kevin Maguire. Tal fue el éxito que en 1989 se lanzó al mercado la LJE, donde repetían DeMatteis y Giffen al guion y diálogos, con Bart Sears en el dibujo.
Tras cinco años en la serie la dejó, pasando a encargarse de personajes como, Detective Marciano, Dr. Fate y Mr. Miracle. Además publicó dos series, Mercy y Farewell, dentro del sello Vertigo de DC, a las que le sucederían la miniserie The Last One y Seekers into the Mistery, cerrando su colaboración en DC para dar el salto de nuevo a Marvel donde trabajó con múltiples personajes.
Ya en el nuevo siglo el autor se hizo cargo de redefinir al nuevo Espectro, escribir un arco argumental en Wonder Woman #164-166, con dibujo de Phil Jiménez, así como la miniserie en la que rescataban a la JLI, en un título que respondía la título de Conocida anteriormente como la Liga de la Justicia. Tras esto paso a trabajar en varias editorial independientes.
También se le puede leer en obras tan dispares como Scooby Apocalypse, JL 3000 (dentro de los Nuevos 52) y en una precuela, junto a Bruce Timm, de la película de animación, Justice League: Gods and Monsters.
Autor multidisciplinar, de versado talento para construir historias de enorme calado emocional, J.M. DeMatteis es una de las leyendas vivas del cómic USA y de cómic de superhéroes en particular.
Bart Sears – 17 de diciembre de 1963 (cumple 58 años). La biografía de este dibujante es cuanto menos curiosa. Sus trabajos no se limitan a los cómics, siendo también una parte muy importante de su carrera el diseño de juguetes (HASBRO, TOYBIZ) y de videojuegos.
Se formó en la prestigiosa escuela de Joe Kubert, con el objetivo de destinar las ganancias por su trabajo en los cómics para proyectos cinematográficos. Algo que no llegó a ocurrir nunca ya que desde 1986, su trabajo ha estado vinculado a los cómics.
Tras su paso por varias editoriales, Marvel incluida, realizando trabajos menores, recaló en DC en la que permaneció desde 1988 hasta 1993. Empezó realizando Spectre #22, así como las 80 páginas finales del nuevo evento de DC, Invasión. Pero donde se consagró con los lectores fue en la serie de la LJE, en la que dibujo un total de 22 entregas, tras las cuales pasó a dibujar un arco argumental de la serie Leyendas de Batman, titulado, Fe, en 1991. Durante su tiempo en DC se encargó de estar al frente como dibujante del evento en el que Eclipso ejercía las labores de villano absoluto, The Darkness Within.
Tras su paso por DC el dibujante recaló en Crossgen y Marvel, e incluso llegó a poner en marcha su propia compañía, Ominous Press, en 1994. Ya en los 2000 regresó a DC para relanzar, junto a Mike Grell a Warlord.
En la actualidad ejerce de profesor en la escuela de Joe Kubert, vuelca su talento en el diseño conceptual de videojuegos y continúa publicando una serie en al que enseña a dibujar, Brutes and Babes, cuyas primeras entregas parecieron en la revista Wizard.
Un dibujante de talento y estilo muy potente, de musculaturas extremas, detallista y de gran capacidad narrativas, que se ha prodigado mucho menos de los que nos gustaría en el noveno arte.
J.H. Williams – 18 de diciembre de 1965 (cumple 57 años). Sus primeros trabajos se remontan a los años 1994 y 1995, en la serie Deathwish, en el sello de DC Milestone Media y se encargó de dibujar la miniserie de Shade, surgida de la serie regular de Starman escrita por James Robinson. Pero si hay que buscar la serie en la que su nombre empezó a resonar entre los aficionados, esa serie es Chase. Fue una corta andadura, solo 10 números, entre 1997 y 1998, con el escritor Dan Curtis Johnson. En ella Williams ya da muestras de su potencial narrativo y de su estilo.
Tras trabajar en un par de especiales de Otros Mundos con Chuck Dixon y Howard Chaykin, le llegó el encargó de dibujar la serie de Promethea, con guiones de Alan Moore, dentro del sello de American Best Comics, a su vez dentro del sello de WildStorm de Jim Lee, que estaba integrado en DC. Fueron 23 entregas entre 1999 y 2005, donde su talento ya explota de forma definitiva, convirtiendo a la obra en un todo simbiótico entre el escritor ingles y su trabajo.
En 2005 se une a Warren Ellis para lanzar al mercado la miniserie Desolation Jones, para luego ilustrar los sujeta libros de los Siete Soldados de Morrison, al que se uniría para firmar un pequeño arco en la serie de Batman, 667 al 669. En 2009 fichó por Detective Comics de manera regular con guiones de Greg Rucka, centrado en la figura de Batwoman, cuando Batman estaba ausente tras los acontecimientos de Batman RIP. Volvería a trabajar con el personaje en la serie regular de los Nuevos 52, abandonando el título en 2013 por desavenencias creativas con DC.
En 2012 engrosaría la lista de autores que han dibujado a Sandman y trabajado con Neil Gaiman, cuando este escribió la precuela conocida como Sandman: Overture. En 2020 fue uno de los dibujantes que participaron en la antología de historias sobre Batman , conocida como Black and White.
Tony Isabella – 30 de diciembre de 1951 (cumple 71 años). La afición de Isabella por los cómics fue temprana y ya con cuatro años demostraba un gran interés por todo lo que llevara viñetas. Su salto al mundo profesional fue a través de Roy Thomas, que lo contrató para trabajar como asistente en Marvel, gestionando las reimpresiones de la recién formada división de Marvel UK. En cuanto a su producción como guionista, el grueso de la misma hay que ir a buscarla a Marvel. En DC lo más destacable es la creación de Relámpago Negro, siendo el encargado de escribir sus miniseries durante los años 70 y 90. El personaje se hizo también un importante hueco en la serie de Batman y los Outsiders. Ya en el siglo XXI se encargó, en 2017, de escribir su nueva miniserie, titulada Cold dead hands. El personaje ha gozado de serie de televisión en la cadena CW.
En 1985 desarrolló con el dibujante Richard Howell, la miniserie Shadow war of Hawkman que derivó en el lanzamiento de una serie regular sobre el personaje de la que se hizo también cargo durante nueve entregas.
Durante más de diez años se encargó de escribir la columna de opinión, Los consejos de Tony, publicando la última en 2010. En la actualidad continúa escribiendo sobre cómic en su propio blog. También ha escrito varios libros, como Guía del comprador de cómics, y algunas novelas dedicadas a personajes de Marvel, como la dedicada al Capitán América, La Antorcha de la Libertad de 1998 y Star Trek, con el título Del Caso del Cadáver del Colono.
ESTE MES ES EL ANIVERSARIO DE… CAMELOT 3000
CAMELOT 3000- 40 ANIVERSARIO
No es muy necesario recordar a todos cuantos nos hacéis el honor de dedicarnos vuestro tiempo y leernos, que estamos en diciembre. Y puede parecer un mes de diciembre más. Otro con el que llega el final del año. Sin embargo, este mes de diciembre tiene algo especial, en lo que al noveno arte se refiere, pues se cumplen 40 años de la publicación de Camelot 3000. Llegar a ese diciembre de 1982 no fue inspiración de un día, sino de un proceso largo que empezó en 1975, que involucró a muchos profesionales, siendo muy afectado por la dinámica de un mercado en pleno cambio estructural a nivel de producción y consumo de cómics en USA, lo que derivó en no pocos problemas.
Para entender parte del proceso que llevó a la existencia de esta obra hay que mirar a sus dos creadores en primera instancia, y luego al mercado.
La serie fue concebida inicialmente por Mike W. Barr en 1975, tras la realización de un curso sobre literatura artúrica. Con ello en mente, varios años más tarde, propuso a DC la realización de la obra. Sin embargo, en la editorial no lo vieron claro y desestimaron el proyecto. Un proyecto que sí caló en Marvel para ser publicado en una de sus revistas en blanco y negro, pero por la razón que sea, aquello tampoco acabó por materializarse y el proyecto recaló de nuevo en DC. Una DC más receptiva que dio luz verde a la idea y decidió publicarlo en formato maxiserie, con el consabido título de Camelot 3000.
Mike W. Barr (1952) ha trabajado en múltiples editoriales, desde First, Cómico, Marvel, IDW, Dark Horse, entre otras, pero si hubiera que buscar una en la que se pueden encontrar sus mejores trabajos, hay que mirar a DC. Su figura está unida a la de Batman, ya que a mediados de los años 70 trabajó en Detective Comics, para dar el salto en los ochenta a una de las series más asociadas a su nombre, Batman y los Outsiders, junto a Jim Aparo y Alan Davis para, a finales de los 80, hacerse cargo de la novela gráfica Batman: Hijo del Demonio y más tarde su continuación, Batman: La novia del Demonio. Ya en los noventa se hizo cargo de un prestigio de Batman, titulado Batman: Círculo Mortal, con dibujos de un inspirado Alan Davis. Su trabajo siempre resulta gratificante, aunque algo irregular, lo que hace que su estela dentro del mundo del cómic no haya acabado de ser especialmente reconocida por los aficionados. Un buen contador de historias, un elegante gestor de grupos, un honesto artesano, un hombre que supo meterse en la mente de Batman y desarrollar algunas de las tramas más interesantes sobre su figura, que puede ser considerado como uno de los grandes escritores del hombre murciélago.
En la parte gráfica de la obra, pilar fundamental para que haya trascendido en el tiempo y hoy se siga hablando de ella de forma casi reverencial, se contó con los lápices de Brian Bolland, un dibujante inglés, que afrontaba su primer trabajo en los USA con un océano de por medio. Y remarcamos lo del océano por ser una de las cuestiones que hicieron que la serie acarreara un severo retraso en su publicación motivado por el excesivo celo de Bolland con sus lápices. La razón de esto hay que buscarla en la entrega por parte de Barr de los guiones completos de cada una de las entregas a Bolland. Si disponía de toda la información de golpe, su trabajo sería más eficaz, dado que luego Bolland estaba obligado a tener que enviar sus originales a través de correo a los Estados Unidos para que allí se entintaran. Preocupado por la cuestión de como serian tratados sus dibujos, y si acabarían o no siendo modificados, el dibujante empezó a trabajar cada vez más los detalles para dejar el mínimo espacio a la creatividad de los entintadores, que fueron Terry Austin y Bruce D. Patterson. Aquello acabó provocando que la obra se retrasara. Tanto fue así que el primer número vio la luz en el mencionado diciembre de 1982 y el último número, de los 12, llegó a las tiendas en abril de 1985. ¡Casi dos años y medio después! Y es que el número 12 le llevó a Bolland nueve meses el dibujarlo por completo.
Brian Bolland (1951) es toda una leyenda del cómic. Empezó a trabajar de la mano de Dave Gibbons, que le recomendó a asociarse a la agencia Bardon Press en 1972, para trabajar en la serie Powerman. Y allí estuvieron ambos hasta 1977 que Bardon les encontró acomodo en una revista, hoy mítica, 2000 AD. Su primer trabajo para esta revista fue la portada de su número 11. Cuando el dibujante de Juez Dreed, Carlos Ezquerra, dejó la serie, Bolland se hizo cargo de esta, hasta que empezó también a compaginar trabajos en 1979 en USA. Al principio fue una portada en Green Lantern #127 para DC Comics, pero pronto llegaron algunos interiores en el Justice League #200. Su siguiente trabajo fue el que nos atañe, Camelot 3000, para acabar bajo los focos cuando en 1989 publicó, junto con Alan Moore, La Broma Asesina, su obra más mediática en USA.
Ahora toca hablar del mercado del cómic en USA a principios de los años 80.
La década de los años 80 llegó con grandes cambios para la industria del cómic book en USA. Antes, en la década de los setenta, este tipo de producto se distribuía a los quioscos, supermercados, incluso en pequeñas tiendas de alimentación de todo el país, para que los lectores hicieran buena cuenta de ellos. Los que no se vendían se podían devolver, lo que desmotivaba mucho a las distribuidoras a la hora de entregar los nuevos números (pues cuanto más tiempo tuvieran los cómics en la tienda mayores eran las probabilidades de venta). Para cerrar este círculo los propios tenderos no mostraban interés alguno en aumentar las ventas, pues los cómics estaban ahí, de manera intermitente y si no se vendían, podían deshacerse de ellos.
Con las ventas en pleno declive se viró a un mercado de venta directa en la que las distribuidoras podrían comprar de manera directa a las editoriales títulos específicos y en cantidad concreta a un precio mejorado, con la condición de renunciar a la devolución de los ejemplares que no se vendieran. Con este cambio en el paradigma aparecieron las primeras tiendas especializadas de comics en Estados Unidos que estaban encantadas de poder disponer de números atrasados para dar un mejor servicio a los lectores.
En los ochenta esta tendencia explotó de forma considerable y pocas eran las ciudades que no disponían de una tienda especializada donde poder comprar cómics. Pero los cambios no se iban a quedar aquí. Si antes los números uno eran vistos con malos ojos, por ser algo desconocido para el lector e impredecible en ventas, con las tiendas especializadas apareció un nuevo fenómeno relacionado con el coleccionismo de los comics y en concreto con los número uno. Cada vez que llegaba uno a las tiendas estos se convertían en el objetivo de los coleccionistas. Esto generó de inmediato una reacción en las editoriales que vieron la luz a la hora de poder relanzar las ventas de una serie con ventas bajas.
Las tiendas aportaban un sitio donde esos comics de mejor papel e impresión, pudiera venderse con garantías de fiabilidad a la hora de conseguir el siguiente número, mientras que conservaban intactas sus calidades, por recibir un trato más mimoso por parte de lector y el propio dueño de la tienda. Ya no se veía bien vender un cómic doblado, ajado o descolorido por el sol. El estado del cómic era importante para garantizar su venta.
DC empezó a explotar este nuevo sistema lanzando al mercado series limitadas y añadiendo a su catálogo series en un nuevo formato, denominado prestigio, con el ya mencionado papel especial, Baxter, además de darse cuenta como el interés por los tomos en tapa blanda también crecía, lo que hizo que lanzara al mercado más reimpresiones de sus colecciones que su competidora directa, Marvel.
DC Comics lanzó al mercado la serie limitada de Camelot 3000 con algunos atributos físicos que la diferenciaban de otras obras de la editorial. Fue editada pensando ya en el floreciente mercado de venta directa. Se imprimió en papel Baxter e incluso se experimentó con la posible reproducción directa de los lápices de Bolland pero, aunque las cosas hubieran mejorado mucho en términos de imprenta, la tecnología no estaba a la altura y solo dos páginas del segundo número fueron publicadas de esta forma. Otra de sus novedades añadidas de Camelot 3000 era que en sus páginas no había personajes ya establecido o anclados a una continuidad, eran todos nuevos, por lo que la incertidumbre sobre quién podría vivir o morir o fracasar o triunfar, era total. Fue el primer cómic para adultos, rompiendo con la rígida mentalidad que imperaba por aquellos días en la que se los catalogaba como algo solo para niños. Este concepto no solo añadía algo inédito hasta el momento, sino que además generaba el espacio necesario para tratar temas que el Comics Code (que tristemente todavía estaba activo) no permitía que se mostraran. Un importante paso para la industria y el propio cómic como tal en USA.
Camelot 3000 fue la primera maxiserie de DC, ampliando lo que hasta entonces se había estado lanzando al mercado, las conocidas, miniseries de tres, cuatro o seis números. Ampliar el concepto de narrar durante un año entero una historia era algo nuevo y abrió las puertas a que la fórmula se repitiera no tardando mucho, te miramos a ti, Crisis y a Watchmen.
La serie recuperaba la leyenda de Arturo de tal forma que, en el año 3000, Arturo, vuelve de su reposo eterno para defender a la Tierra del mal que la asola. Pero no solo Arturo vuelve, sino que sus distintos caballeros, aquellos que formaban parte de la Tabla Redonda, reaparecen en nuevos cuerpos que alojan a sus mentes de antaño. Todos regresan para apoyar a su rey en esta nueva batalla, pero el destino parece estar ya marcado y los errores del pasado reaparecen de nuevo.
Camelot 3000 no es una de esas obras que pueda considerarse atemporal. Su guion, pobre en algunos aspectos, rico y severo en otros, se mueve con soltura en una historia que debe lidiar con contar de nuevo algo hartamente conocido por los lectores. Entre estas aguas turbias, Barr y Bolland supieron levantar un trabajo que se centra de lleno en temas que hasta ese momento no se habían tratado en un cómic de DC, como la identidad de género, incrustado en un guion funcional, que sirve a su propósito, escrito con talento y concreción de ideas, capaz de contar mucho en poco espacio, sin que eso penalice al fondo y forma de la trama.
Hay espacio, en medio de una historia encorsetada y limitada por su propia estructura, para añadir pinceladas de crítica social, estereotipos políticos que hoy siguen vigentes, así como ideas tan potentes como la eterna forma en el que se producen los cambios en cualquier sociedad.
Estamos frente a una historia que demuestra la plasticidad el mito artúrico, su trascendía y posibilidades a nivel narrativo, capaz de ser un ensayo, una novela, una película o un cómic, gracias a ser una historia que sí resulta atemporal y primaria por contener emociones tan puras como el amor, el miedo, la envidia, la traición, la ira, el odio y la pasión, incrustadas, como la espada, en la magia, el mito, la leyenda del eterno conflicto entre el bien y el mal.
Cuarenta años de una obra que llegó a un mercado en plena transformación y que llegó siendo la punta de lanza de un cambio. Una obra que, gracias a esas circunstancias, a su dibujante y a un trabajo más funcional que brillante, ha logrado que 40 años más tarde le dediquemos un espacio merecido en nuestro Magazine de diciembre de 2022.
LA VISTA DESDE LAS ÚLTIMAS FILAS – NEIL GAIMAN
En la cultura anglosajona hay una larga tradición de libros de memorias y biografías. Actores, deportistas, jefes de estado, escritores, etcétera suelen contar con alguna biografía oficial y un libro de memorias. En función de la dimensión del personaje, el número de libros es mayor o menor, según.
En castellano se suele publicar un porcentaje bastante reducido de este tipo de libros (en las otras lenguas oficiales del estado todavía el volumen es más pequeño). Posiblemente el mercado español tiene dificultades para asimilar la cantidad ingente de estos géneros surgen en Estados Unidos y Reino Unido, a pesar de que el mercado de lectores en español sea mayor al inglés.
Es probable que las biografías y memorias de autores de cómic sea un subgénero todavía más minoritario por lo que los libros sobre los creadores de las obras que nos apasionan sean la excepción y no la regla.
Por eso hay que celebrar este ensayo que no deja de ser un compendio de artículos, prólogos, introducciones y reseñas escritas por Neil Gaiman.
El libro tiene un doble atractivo. Asomarnos al alma del guionista de Sandman y disfrutar de su escritura.
Gaiman nos habla de sus pasiones, gustos y preferencias, no explica su manera de entender la vida, nos habla de su infancia de cómo se enfrenta a la escritura, de cómo la influencia de Alan Moore marcó su vida y su carrera. Nos habla de cómics, del proceso de creación, de películas, Poe, de Dracula, de música, da consejos a los nuevos escritores, de Tolkien, de proyectos, de Sandman, de American Gods, de Terry Pratchett… de tantas y tantas cosas que abruma la cantidad de información y de opinión.
El creador de Coraline escribe con un estilo cálido, personal, que tutea al lector. La sensación es la de estar charlando con Gaiman. No sé dónde se decía que leer es la oportunidad que tenemos de conversar con grandes personalidades de la humanidad como Shakespeare o Cervantes. Sin lugar a dudas, esta sensación es la que transmite este libro, la de poder oír de primera mano, de poder escuchar a uno de los guionistas que mayor huella han dejado a miles de lectores en todo el mundo.
También es un libro que nos puede servir de guía de lectura. Gaiman recomienda libros y autores. Nos da las claves para disfrutarlos, nos permite conocer su interpretación y el porqué de sus preferencias, como le influyeron, etcétera.
Estas pequeñas piezas no fueron escritas para publicarse en un mismo volumen. Y se nota. Hay redundancias y repeticiones. En algunas ocasiones, Gaiman nos explica un mismo hecho casi de la misma forma.
Se trata pues de una lectura reposada, que agradece la lentitud el tomarse su tiempo, incluso una lectura no lineal, navegando a saltos buscando aquellos puntos que nos puedan interesar en determinado momento.
No se trata de una biografía, ni una autobiografía ni unas memorias pero al menos nos permite charlar de manera tranquila y sosegada con uno de los mejores guionistas de cómics de la historia de DC. Una lectura para muy cafeteros (o dado el fortísimo sabor británico del libro deberíamos hablar de teteros) que nos da una ganas irresistibles de volver a pillar Orquidea Negre, Abrázame o American Gods.
NAVIDAD CON LOS SUPERHÉROES ZINCO
No hay mejor excusa para sacar un especial que la Navidad. Y en DC la tradición de algo así se remonta al años 1940, con Superman como protagonista. Una tradición que ha recorrido las distintas décadas de la editorial hasta llegar a nuestros días. Sin embargo, hay que hacer un matiz, pues no hablamos de historias ambientadas en la Navidad, sino de cómics publicados ex profeso en fechas navideñas con entidad propia, en los que se publicaban una serie de historias cortas de distintos personajes del Universo DC. Así fueron apareciendo especiales dedicados a Batman, los Titanes, Superman, además de otros con un reparto mucho más coral.
Y es que estando en el mes de diciembre es de obligada necesidad hablar en esta sección de dos especiales que nos hacen remontarnos hasta los años 1989 y 1990, para ponerle cara a los dos números USA que publicó Zinco hace más de treinta años.
En 1989 la editorial Zinco ya llevaba editando DC unos cuantos años (empezó e 1983) y su oferta mensual no dejaba de crecer. Venia de poner en el mercado cómics tan importantes como Watchmen, Crisis en Tierras Infinitas, Batman Año Uno, Batman el regreso del Caballero Oscuro, Ronin, La Liga de la Justicia, Wonder Woman y Question, por citar algunos. No había mes en el que no llegara una jugosa novedad y por citar algunas de las que se publicaron esa navidad, los lectores pudieron hacerse con primer número de Odisea Cósmica, el especial gigante de Superman vs. Spiderman, así como el tomo de lujo dedicado a las mejores historias del Joker.
La película de Batman de Tim Burton había arrasando en septiembre, recaudando la friolera de 272 millones de pesetas en solo tres días (1,6 millones de euros), lo que había provocado que la adaptación a cómic del mismo se elevara a la cumbre del cómic más vendido de Zinco desde septiembre, gozando de una segunda impresión cuando tan solo habían pasado cuatro días dela publicación de la primera.
La editorial se encontraba en su cenit, disfrutando del éxito tanto en el noveno arte como en el séptimo, pues en USA DC no dejaba de explotar su renacido Nuevo Universo DC con series de impresionante calidad. Una situación que propiciaba la publicación de obras algo menos comerciales, como los dos especiales que os atañen.
El primero de ellos traía entre su páginas una historia de Batman firmada por Denny O´Neil y dibujada por Frank Miller, que se publicó por primera vez en USA en el año 1979, en el DC Special Series #21.
Acompañando a esta también estaba la Liga de la Justicia, con una alienación algo inusual, con Superman, Batman, Flecha Verde y Canario Negro, al que se les unia el androide Tornado Rojo y el Green Lantern John Stewart, que no dejaba de ganar popularidad entre los lectores desde su debut en la serie de O´Neil y Adams, Green Lantern/Green Arrow. La historia se publicó de forma original en el Justice League of America #110 en 1974, con guion de Len Wein y dibujos del mítico Dick Dillin con tintas de Dick Giordano.
Y la tercera de la historias se trasladaba al futuro, a una etapa Pre-Crisis, como las dos anteriores, en la que si existía un Superboy (recordemos que fue eliminado de la continuidad tras Crisis) en la que viajaba en el tiempo para visitar a sus amigos de La Legión de Superhéroes. El guion pertenece a Paul Levitz, con dibujos de José Luis García López y Dick Giordano, publicada también en el DC Special Series #21, que no era sino el especial de Navidad de 1979.
Y como extra, este especial, traía en sus páginas finales a un viejo conocido de la editorial, el estrafalario y loco, Ambush Bug, creación de Keith Giffen, que se hacía cargo de ilustrar y escribir las locuras más graciosas de la Navidad, a través de una páginas realizadas exprofeso para el especial. Antológico.
Y no podemos dejar este especial sin hablar de la portada, realizada por John Byrne, que invitaba, de forma irrefrenable, a adquirir el especial tan pronto como una la podía ver en la tienda. Una elegante estampa navideña en la que aparecen algunos de los personajes más relevantes de la editorial, ajustándose a lo que luego el lector va a encontrarse en el interior.
Es relevante, antes de dar paso al siguiente especial, dedicarle un espacio al precio de este especial de 52 páginas, cuyo precio de portada era de 200 pesetas (1,20 euros) para poder compararlo con el que tendría el especial del año siguiente.
En 1990 la editorial repetía la jugada y publicaba el especial USA de Navidad de 1989. En su interior se escondían cinco historias cortas, realizadas para el especial, de calidad más que relevante y con un nutrido elenco de autores para respaldarlas.
En la primera, titulada, El encuentro, el protagonista es un hombre anónimo, al que el coche ha dejado tirado en la carretera bajo una ventisca de nieve en Nochebuena. Su guionista, Paul Chadwick, con dibujo de John Nyber, construyen un relato humano sobre las oportunidades que da la vida.
Para la segunda se dan cita el talento de Dave Gibbons, como guionista, y Gary Morrow, al dibujo, en un relato con Batman y Robin de fondo, titulado: En las profundidades. Aquí el protagonista es Alfred, que reflexiona sobre el camino emprendido por Bruce Wayne y la llegada de Robin a su vida, hasta su desaparición a manos del Joker. Un relato emotivo y profundo.
La tercera, realizada por John Byrne, es un relato sin palabras, centrado en la Primera Guerra Mundial, y en la figura del As Enemigo. Noche silenciosa, pues ese es su título, nos lleva a un hospital de heridos de guerra de Inglaterra, la noche de Navidad. La historia nos muestra cómo llega Hans Von Hammer con su vistoso avión triplano rojo, con el objetivo de dejar víveres para la cena de esa noche. Byrne nos muestra la cara más amable de la guerra, en la que el honor lo es todo. Esta historia se reeditaría más adelante en DC Universe Christmas (Diciembre de 2000).
La siguiente historia nos pone frente a Flash y el Green Lantern, Hal Jordan, en la que probablemente sea la historia más típica del especial. Obra de William Messer-Loeb y Collen Doran a los lápices, nos trasladan al satélite de la Liga en Nochebuena. Ambos protagonistas bajan a un pequeño pueblo en el que un anciano rico rememora las viejas emociones que sentía cuando era niño en esas fechas tan señaladas. Una historia en la que se apela a los recuerdos, a las emociones, y a que la vida es mucho más que el dinero.
Y el especial cierra con un personaje tan atípico para un especial navideño, como puede ser Deadman. Una historia de Alan Brennet y del maestro Dick Giordano, en la que se rinde un precioso homenaje al trabajo de Otto Binder y Jim Mooney, a través de la trágica figura de Boston Brand, perdido entre la vida de desconocidos la noche de Navidad.
Pero algo no cuadra. Algo está mal. El espacial publicado en USA contenían una historia más, una en la que Wonder Woman era la protagonista y cuyo título era, El Regalo. Esa historia no se publicó en el especial de Zinco. Realizada por Eric Shanower, se profundizaba sobre las dudas de Diana referentes a su misión en el mundo del hombre en la noche de Navidad.
Un especial más certero que la primera entrega, por ser capaz de centrar mejor sus objetivos y cuyo precio, 12 meses más tarde, subió hasta las 225 pesetas (1,35 euros). Los tiempos habían cambiado. Las Tortugas Ninja reinaban en los cines y Zinco acababa de empezar a publicar la edición nacional de la revista USA, Comics Scene.
Por último, solo nos queda hablar de la portada, obra de Stephen DeStefano y Larry Mahistedt, que firman una imagen de la Liga y los Titanes en el taller de juguetes de Papa Noel.
No serian los últimos especiales, pero si fueron los dos únicos que se publicaron como en USA. En 1990 hubo otro especial Navidad, sin relación alguna alguna con dichas fechas, dedicado a la Sociedad el Justicia, como especial de la serie regular Clásicos DC. Y en 1992, se publicó uno de los más famosos especiales, en formato prestigio, en el que Lobo era protagonista absoluto y en el que la violencia desatada era la protagonista en una historia demencial. Y hubo más, pero aquí cerramos por este mes, porque queríamos centrarnos en los dos especiales puros como Especiales de Navidad corales y tan solo queda dejar que los recuerdos nos hagan volar hasta aquellos días en los que visitar en diciembre la tienda era algo más que solo ir a buscar cómics.
(D y T): Steve Lieber
Mark Russell. El guionista que cartografía la cara oculta emocional de América. Algunas de sus obras: Prez, Los Picapiedra, Las crónicas de León Melquíades, Not all robots.
Steve Lieber. Un currante del lápiz con una habilidad única para captar con finura los vaivenes gestuales de sus personajes. Algunas de sus obras: Los enemigos mortales de Spiderman, The Fix, Jimmy Olsen.
Con estos mimbres, ¿puede algo salir mal?
En esta miniserie de seis números recopilada por ECC, Russell se pregunta: ¿Qué pasa con los superhéroes a jornada completa? Al contrario de lo que ocurre con el resto de profesiones, los superhéroes más exitosos son los que menos tiempo dedican al oficio. Es más, suelen tener otros trabajos. Clark Kent es periodista. Bruce Wayne es empresario. Barry Allen forense. Hal Jordan piloto. Todos ellos cuentan con la ventaja de poder quitarse la máscara y presentar su apolíneo rostro al mundo. ¿Qué pasa si eres un robot humanoide pintado de rojo? Solo puedes trabajar de superhéroe.
Tornado Rojo dirige una centralita desde donde sus empleados prestan servicios superheroicos a bajo precio. Estos son sus empleados: Power Girl, Gangbuster, Halcón y Paloma, Minute Man. Algunos de sus servicios: telemarketing, fiestas de cumpleaños, seguridad privada.
Esta premisa, en principio cargada de humor, no tarda en revelarse como un relato de depresión, fracaso, adicción y traición. Quizás el único “pero” que se le pueda poner a esta obra es el tratamiento que otorga a personajes más o menos establecidos, más o menos queridos, por los fans.
Una fábula perfecta, en definitiva, no apta para puristas, pero sí para todos aquellos que disfrutan con un relato emotivo e inteligente.
(D): Gary Frank
Batman es ese innegable recurso para poder obtener, si o si, beneficios económicos. Hagan lo que hagan con el personaje venderá seguro, tanto cómics, como libros, películas y juguetes o juegos de mesa. Es innegable, Batman es una fuerza arrolladora de la naturaleza.
Relacionado con lo anterior, historias sobre Batman hay miles, y sobre su origen podemos decir que se ha contado lo mismo desde muchos ángulos y cómo no, desde el prisma del multiverso. DC Comics anunció una línea de novelas gráficas con el común denominador en sus títulos de “Tierra Uno”. Grandes autores darían su versión de los grandes héroes como Superman, Wonder Woman y como es el caso que nos ocupa Batman. Los amantes del protector de Gotham tuvimos mucha suerte, en nuestro caso Geoff Johns y Gary Frank fueron los que dieron su versión de Batman.
¿Por qué recomiendo los tres volúmenes recopilados esta vez en un único tomo? Sencillamente porque siendo que el guionista da una versión alejada de ese perfecto cruzado de la noche que estamos acostumbrados a ver, nos convierte al personaje en alguien más cercando, más errático, mas humano. Se mantienen piezas indispensables de la mitología del cruzado de la capa como ese collar de perlas, ese origen funesto, ese ambiente pernicioso de Gotham. Pero, Johns nos regala cambios, tan relevantes como la química con Alfred y Gordon, y personajes y némesis vistos desde ángulos sorprendentes e interesantes.
No voy a mentiros, el comienzo y algunas intervenciones de Batman me sorprendieron, así como algunas de las libertades que Johns se toma con la mitología de Batman. Pero insisto, los personajes se sienten completamente nuevos y su dinámica entre ellos es, en muchos casos, completamente diferente. Esta versión demuestra que todavía hay un gran grado de frescura en Batman.
Hablar del dibujo de Batman: Tierra Uno, con Gary Frank a los lápices, es algo ya redundante. Es una maravilla y se siente tan a gusto con el personaje y con la interacción de secundarios que el lector quedará maravillado con un trabajo redondo. Calidad que rezuma por cada viñeta y demuestra que los años han sentado como un guante al dibujante británico.
En pocas palabras, tenemos entre manos una obra que, por su desarrollo, ideas y calidad gráfica debe estar en nuestra estantería puesto que inevitablemente forma parte de la mitología del cruzado de la capa.
Y LA ENCUESTA FINAL…
Vamos sin miedo a poner orden a esto de los regalos de Navidad.
Nota: hay una encuesta incluida en esta entrada, por favor, visita el sitio para participar en la encuesta de esta entrada.Nos vemos en 30 días.
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