Javier Vázquez Delgado recomienda: 30 aniversario de La muerte de Superman

¿La muerte de Superman? Superman no puede morir

Treinta años desde que el primer superhéroe de la historia muriera y resucitara. Ni siquiera fue la primera vez que sucedía, ni la primera muerte de un personaje importante en el mundo del cómic. Sin embargo, supone una de las historias principales del personaje y de la industria, su impacto y comercialización revoluciona la forma de tratar los grandes eventos de las majors. En Zona Negativa no dejamos pasar la efeméride y ya puedes escuchar el estreno en Ivoox de un nuevo podcast dedicado al aniversario. No dejes de escucharlo, no te decepcionará. Una saga que se publicó entre noviembre de 1992 y octubre de 1993 abarcando las series dedicadas a Superman de la época: Action Comics, Superman, The Adventures of Superman y Man of Steel además de extenderse a números de Justice League of America y Green Lantern.

30 aniversario Superman

La muerte de Superman es un hito en la historia del cómic. No fue la primera muerte importante en el mundillo, ese lugar seguramente le pertenece a Gwen Stacy que, con su fallecimiento, conmocionó a una generación de lectores y probablemente provocó el fin de la Edad de Plata. Pero no es La muerte de Superman. Jean Grey se suicidaba en Uncanny X-men tras una gran historia. No es La muerte de Superman. Jim Starlin mataba al Capitán Marvel en un cómic que sería diferente hoy en día, como lo fue en 1980, alejado de lo superheroico. No es La muerte de Superman. En DC, Supergirl y Flash habían muerto en Crisis en Tierras Infinitas rodeados de tragedia y heroísmo. No, no es La muerte de Superman. Los cómics referidos pueden ser mejores que el que nos ocupa o tener una transcendencia en el género similar, pero lo que hace única a La muerte de Superman es que consigue traspasar el medio como ninguna otra.

La trama es bastante sencilla, siendo un tebeo de acción con el importante aderezo de la defunción del héroe, y por tanto, con una irremediable carga dramática. Un monstruo sale de la Tierra destruyendo todo lo que ve a su paso, tras un enfrentamiento con la Liga de la Justicia, en la que esta sale muy mal parada, Superman llega para combatir a Doomsday. Conforme el combate avanza, la abominación se hace más y más fuerte, experimentando una trasformación física. Vemos a un Superman al límite, preocupado con qué pasaría si no vence, más que nunca es algo que se siente plausible. Finalmente, con un último golpe coincidente, héroe y villano morirían casi simultáneamente. Cuatro números llenos de acción que narraban la muerte del primer superhéroe de la historia y que catapultan a la fama a Dan Jurgens.

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La historia continúa con Funeral por un amigo, emotiva y ejemplar de lo que significaba para el mundo perder a Superman, suponiendo uno de los mejores momentos de la saga. Viñetas en las que el resto de héroes llevan el ataúd por las abarrotadas calles de Metrópolis llenas de ciudadanos que quieren rendir tributo al héroe están en la retina de miles de aficionados. Y se acabó, o eso pensaron algunos, DC interrumpe la publicación de las cuatro series durante tres meses. La política de solicitudes motivó la decisión, debía parecer que la muerte era real. ¿Y si es verdad? Hasta el mayor de los descreídos, o el lector más experimentado tuvieron algún momento de duda, por débil que fuese, debido a esta maniobra.

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Las series regresan, cada una protagonizada por un nuevo personaje que representa alguna cualidad o rasgo característico de Superman. En Man of Steel tenemos a Jeremy Irons, Steel, encarnando la humanidad del héroe y ese afán por hacer lo correcto. Carecía del poder. El Erradicador protagoniza Action Comics siendo la parte kriptoniana, con la violencia excesiva que se imponía en el cómic superheroico de la época. Le faltaba, como poco, el haberse criado con los Kent. Adventures of Superman quedaba para Superboy, una versión joven e inexperta del propio Superman que atendía a necesidades editoriales, faltaba un sidekick o trasunto imberbe del hombre de acero para poder utilizarlo en el futuro. De hecho, inicialmente fue propuesto para otra serie a Karen Berger por Karl Kesel. Superman Cyborg con aparente poder y valores parecidos al del original, se antojaba el relevo más adecuado, pero tenía planes ocultos para su propio beneficio, algo insólito en un verdadero Superman. Bien construido, consigue aparentemente posicionarse como el auténtico.

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De un modo casi metatextual, el original tiene que volver (realmente nunca murió) al no estar ninguno de los sustitutos a la altura, dejando claro que Superman nunca podría adaptarse, al menos no completamente, a la moda de héroes ambiguos y violentos imperante de la década. Porque sí, en su regreso tiene el pelo largo, cartucheras, armas y un traje negro, acorde al gusto noventero, pero solo es un cambio visual, en contraposición a sus pseudónimos sigue siendo el mismo de siempre.

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Hasta ahí la historia, el cómo se concibe, es parte del mito. Los guionistas de las cuatro series de Superman, Jerry Ordway, Roger Stern, Louise Simonson, Karl Kesel, Dan Jurgens y el editor Mike Carlin se habían reunido para perfilar su línea argumental, aquel año 1992 pensaban casarlo con Lois Lane. Pero Warner quiso hacer coincidir el hecho en el cómic y en la serie televisiva, aún en producción, Lois y Clark las nuevas aventuras de Superman, por lo que los planes trazados quedaron en nada por una decisión empresarial. Entonces, Jerry Ordway vocalizó la pregunta que él, y muchos otros, pronunciaban a menudo en tono jocoso: “¿Y si lo matamos?”. Esta vez no fue una broma. La primera idea era matarlo en el Superman #75 y resucitarlo en Adventures of Superman #500, valiéndose del acontecimiento numérico, pero el éxito del cómic y el interés generado empuja a Carlin a retrasar el resurgir, era demasiado pronto para traerlo de vuelta, hubiera minimizado el impacto y levantado suspicacias que aun así resonaron por aquellos que pensaron que la muerte sería definitiva. Obviamente, Superman #75 fue el cómic más vendido de 1992. Action Comics #687, The Man of Steel #22, Superman #78 y The Adventures of Superman #500 de 1993.

DC no dejó pasar el acontecimiento y lo publicitó al máximo, consiguiendo con creces su objetivo de ganar notoriedad. La saga fue un absoluto éxito y traspasó fronteras. Telediarios de todo el mundo se hacían eco de la noticia, los periódicos lo publicaban en sus portadas, incluso el prestigioso Miami Herald escribiría sobre ello, aquel cómic fue noticia en Estados Unidos y en el mundo. Todos los lectores del personaje compraron aquel número 75, los habituales y también aquellos que lo habían dejado de leer, así como seguidores de otros personajes o editoriales. Muchos niños (y no tan niños), portaron el brazalete o las calcomanías de La Muerte de Superman que incluía la edición coleccionista. Gracias al fenómeno de masas en el que se había convertido, se vendieron más de dos millones de copias en su primer día, con colas que se extendían a lo largo de toda la manzana. La exposición mediática había atraído compradores ajenos al medio que además pensaban que el héroe moriría para siempre, provocando unas ventas de más de seis millones de ejemplares, en parte, por aquellos que con la esperanza de enriquecerse, adquirieron muchos tebeos pensando en su futura reventa. Pero DC hizo tiradas tan enormes que hoy en día es un cómic relativamente fácil de adquirir en buen estado y a un precio asequible. Siempre y cuando no lo quieras encapsulado, certificado y con nota de conservación, en ese caso también se puede encontrar, pero no es tan alcanzable por todos los presupuestos.

La muerte de Superman sigue siendo una fuente de referencia e ingresos para la editorial. Reeditado infinidad de veces alrededor del mundo, en España hemos tenido varias ediciones, desde el primer tomo de Zinco, pasando por el Absolute de Planeta (tan criticado en su momento, hoy en día parece ser el formato predilecto) o la última publicación el Omnibus (formato reducido) de ECC. El cómic es un clásico del personaje que las diferentes generaciones de seguidores van leyendo progresivamente, una historia a la que todo lector que indague en el género acaba recurriendo. La saga no solo es explotada a través de su constante publicación, trasciende el medio y llega hasta las librerías “serias”, aquí hablamos de la novelización de Roger Stern. Louise Simonson también adaptó el cómic con Superman: Doomsday Beyond.

En el terreno audiovisual también se han realizado dos adaptaciones animadas. La primera de ellas Superman/Doomsday (2007) con Bruce Timm como director. La segunda se divide en dos partes The Deaht of Superman y The Reign of Supermen de 2018 y 2019 respectivamente, en las que se representa mejor la obra original, o quizás no, pero lo cierto es que salen más personajes del cómic. En acción real, a Zack Snyder no solo le gustaban las caras apesadumbradas y los cuellos rotos, también le gustaba correr. Superman moría tras tan solo dos apariciones en el fallido universo compartido de DC para la gran pantalla. Las prisas impidieron desarrollar cualquier historia, ser más fiel al material original, entregar algún guiño al lector o sobre todo provocar una aflicción similar a la vivida con la lectura; en común con el cómic, su muerte, solo tiene el enemigo.

Si miramos al coleccionismo de figuras la saga es otra fuente inagotable de éxito e ingresos para DC y las empresas que consiguen la licencia, sean figuras de acción convencionales o carísimas y detalladas estatuas. Cualquier representación de los personajes de este cómic es susceptible de ser lanzada al mercado por las distintas líneas. El precio de las figuras ya producidas en el mercado de segunda mano triplica (como poco) su valor inicial. Dentro de este mundo, son piezas cotizadísimas, santos griales del coleccionismo, todos los lanzamientos pretéritos referentes a La muerte de Superman se han agotado rápidamente y es una apuesta segura para las distintas marcas.

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La influencia de La muerte de Superman es indiscutible en el mundo del cómic. A partir de entonces se convertiría en mucho más habitual la muerte de los personajes y su posterior resucitado. Algo que hoy está de rabiosa actualidad, sobrepasando en muchas ocasiones la línea que separa lo aceptable de lo intolerable e inexcusable. Hal Jordan, angustiado por la destrucción de Coast City (ocurre en el Reinado de los Superhombres) se convertía en villano (para morir poco después) durante Crepúsculo Esmeralda en una maniobra inducida por querer rejuvenecer al personaje, sustituido por Kyle Rayner. Si alguno de los sucedáneos de Kal-El hubiese calado, quizás también se habría reemplazado al héroe. Pero era difícil que se establecieran si no habían sido escritos para ello, pues la intención de los guionistas siempre fue que el último hijo de Kripton regresara. Superman iba a ser el personaje irreductible de los noventa, por mucho que le creciera el pelo. Terminó de quedar claro, en la misma década, con Kingdom Come de Waid y Roos. Batman, Geoff Jonhs mediante, le dijo una vez a Superman: “La última vez que inspiraste a alguien fue cuando moriste”. Puede que sea cierto, pero es que el poder de aquella historia sigue vigente. La muerte del hombre de acero sirvió para poner en valor los elementos que hacen del kriptoniano el héroe por antonomasia. Su resurrección significó un giro repetido de cabeza, en señal de negación, a la tendencia creciente de la industria de virar hacia el grim and gritty. Superman volvió porque nadie más puede (podía) ser él. En DC sería el único icono inquebrantable e insustituible (o casi, división por colores eléctricos mediante) pues no solo Green Lantern sufriría el descaro del decenio. Batman sería suplantado por un violento Azrael en Knightfall. Diana perdía el título de Wonder Woman en favor de Artemisa (la amazona de Bana-Mighdall, mucho menos bondadosa) y experimentaría un cambio de look acorde a las heroínas de la época, es decir, más provocativo. Green Arrow muere ante la imposibilidad de salvarse sin que el propio Superman le ampute el brazo, el arquero es sustituido por su hijo, Connor Hawke. Una tendencia que también se extiende a Marvel, siendo el ejemplo más representativo Spiderman y su Saga del Clon. Al término de la interminable saga, Peter Parker se quedaría sin poderes, tomando su puesto como trepamuros oficial la Araña Escarlata, Ben Reilly, que no solo era el original sino también Spiderman. Tardaron un año en recular. Mirando al cómic independiente superheroico, ¿Vio Robert Kirkman a su primer Omni-Man en el Superman Cyborg y bajo esta premisa creó la espectacular Invencible? En La Liga del Fin de Rick Remender, cómic con versiones de héroes de DC y Marvel (muy fanfic amalgama pero con grandes momentos) su “Superman” muere. De forma sutil y distinta se palpa muy bien lo que significa su muerte, realizando un bonito y velado homenaje. Seguro hay muchos más ejemplos, incluibles a través de los comentarios por cualquiera que le apetezca exponerlos.

La muerte de Superman

La muerte de Superman

Existen otras muertes del personaje, como olvidar ¿Qué sucedió con el Hombre del Mañana? con Alan Moore y Curt Swan en la última historia del hombre de acero que fue. Indudablemente, un cómic mejor que el que nos ocupa. No hace tanto tiempo, DC mató al Superman del New 52, en la saga Los últimos días de Superman. Una decisión motivada por el escaso apego generado por el personaje, modernizarlo haciéndolo más violento no era una buena idea, incluso en los 90 lo sabían. Precisamente, lo mataron para traer de regreso a ese Superman, que curiosamente vuelve, igual que entonces, vistiendo un uniforme negro. Son otros ejemplos, pero no es La…ya te lo sabes.

La muerte de Superman tiene un halo especial, algo indescriptible que afecta incluso a nuevos lectores que no vivieron el momento de su publicación y ni siquiera han leído sobre el tema. Sin embargo, si ven el cómic en su librería se sentirán atraídos hacia la obra irremediablemente, más allá del título o sus excelentes e icónicas portadas, como si supieran que hace 30 años, entre 1992 y 1993, miles de personas estuvieron pendientes del tebeo. Esto solo puede explicarse por la reencarnación, memoria genética, pensamiento universal conectado, hipnosis indetectable, quizás y solo quizás, que vivimos en Matrix, o la respuesta más simple de todas, la magia del cómic.

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