Javier Vázquez Delgado recomienda: Marvel Must Have. Patrulla X: Cisma

Edición original: X-Men: Schism 1-5 y X-Men: Regenesis USA (Marvel Comics, 2011)
Edición nacional/España: Marvel Must Have. Patrulla-X: Cisma (Panini Cómics, 2023)
Guion: Jason Aaron y Paul Jenkins.
Dibujo: Carlos Pachecho, Andrea Mutti, Roberto de la Torre, Frank Cho, Daniel Acuña, Alan Davis y Adam Kubert.
Formato: Tomo en tapa dura. 184 páginas. 18€

Cisma o La Civil War Mutante

«Soy el mejor apuñalando cosas, no diciendo cumplidos. Ve a soltar tu estúpido discurso»

Un medio tan particular como el del cómic supeheroico mainstream vive de ese eterno retorno de lo mismo precedido por historias que supuestamente vienen para cambiarlo todo sin que en realidad cambien nada.

Esa constante tensión entre novedad y status quo, es sin duda la fórmula que ha permitido mantener esta industria a flote. Cambiando muy poco a poco, el destino de los personajes de, en este caso, Marvel Comics, para que los nuevos lectores tenga más fácil su acceso a las distintas franquicias, sin que los lectores más veteranos abandonen las mismas.

En muchas ocasiones, y por mucho que desde la divulgación critiquemos este tipo de maniobras editoriales, son los eventos el mecanismo perfecto para dar con esta clave de cambio revolucionario que finalmente deja todo como estaba.

En el caso que nos ocupa, corría el año 2011 y La Patrulla X pasaba por uno de sus habituales diques secos en el mundo editorial.

Las rentas de las épocas de Grant Morrison, Joss Whedom o incluso Ed Brubaker, ya hacía tiempo que se habían agotado, y la etapa de aquel momento no terminaba de despegar o de generar el interés necesario para mantener la colección en su habitual cadencia mensual.

Sin embargo, Jason Aaron (Scalped, Southern Bastards, The Damned), llegó a la editorial con la solución perfecta para estos mutantes que en el mejor de los casos tan solo generaban apatía y, en el peor, indiferencia.

Antes de que el afamado guionista tocara con mano de oro a Thor (y mucho antes de que destrozara a Los Vengadores), Aaron llegó a los X-Men, dispuestos a que los mutantes volvieran a acaparar todas las miradas de los aficionados.

Si algo había caracterizado a La Patrulla X desde la década de los ochenta, era la existencia de varias series mutantes a la vez, que se complementaban entre sí y que permitían al lector elegir a qué tipo de mutantes quería leer.

Siguiendo esta premisa, Aaron tenía claro que llegaba el momento de vertebrar la serie principal en dos, pero no sin antes narrarnos en la ficción a qué se debía aquella separación, aquel cisma, para de algún modo, dotar de verosimilitud al subsiguiente movimiento editorial.

De esta forma llegó Cisma, una obra conceptuada como evento autocontenido que tenía la misión de contarnos el siguiente paso de la raza mutante una vez que la misma estaba más o menos apaciblemente asentada en Utopía.

La historia arranca con Cíclope, quien tiene que dar una conferencia ante los líderes mundiales en Suiza, destinada a desmantelar de una vez por todas el Proyecto Centinela.

Dada la tendencia del Homo Sapiens de aprovechar este tipo de situaciones para ejecutar actos terroristas contra los mutantes, el bueno de Scott Summers decide pedir la ayuda de Lobezno, quien le hará de guardaespaldas.

Ambos personajes, hacía tiempo que mantenían una relación de amistad, pasada ya la rivalidad inicial que vivieron, y la relación de compañeros de equipo a regañadientes que acompañó y siguió a ésta, siendo ahora la confianza máxima, lo que definía a la interacción entre el canadiense y el más mayor de los hermanos Summers.

Y efectivamente, es un ataque terrorista el que desencadena la acción, pero no a manos de un humano, si no de un mutante, Quentin Quire, creado por Grant Morrison para sus New X-Men y que ya tenía antecedentes como agente del caos y del terrorismo dentro de la raza mutante.

Ello, como ya había ocurrido en el Universo Marvel con el desastre de Stanford que dio pie a la Guerra Civil Superheroica, lleva a los humanos a, una vez más, perseguir y odiar a los mutantes, reavivando los viejos miedos y obligando a los portadores del Gen X a pasar a la acción.

Como vemos, un supuesto cambio que en realidad no hace si no devolvernos como lectores a la génesis de los X-Men tal como fueron conceptuados.

De dicho conflicto surgirá la diferencia de opiniones, el cisma, entre los dos líderes mutantes; Lobezno y Cíclope. El primero, considera que los niños y adolescentes mutantes deben tener una vida acorde a su edad, y no ser entrenados como parte de un ejército.

El segundo, opina justamente lo contrario y está dispuesto a dejar que la guerra haga de ama de cría para los jóvenes mutantes que no entienden que nadie salvo ello defenderá lo que es suyo por derecho.

Una diferencia de opiniones que, como es lógico, se salda con la habitual ensalada de golpes que terminó con la apertura de dos colecciones mutantes: La clásica Imposible Patrulla X (Uncanny X-Men) y la nueva Lobezno y la Patrulla X.

Uncanny tenía una perspectiva más superheroica, más cercana a lo que ya conocíamos de la etapa de aquel momento en la serie, mientras que la segunda, nos retrotraía a esas aventuras que tenían lugar dentro de la escuela Xavier para Jóvenes Talentos (rebautizada ahora como Jean Grey) y esta vez, dirigida por Lobezno, en lo que sería una de las mejores aportaciones de Jason Aaron a Marvel Comics.

El dibujo, es llevado a cabo por varios ilustradores, uno por número, siendo estos Carlos Pacheco, Daniel Acuña, Adam Kubert, Frank Cho y Alan Davis, todos ellos imbatibles en su estilo, y de los mejores nombres con los que podía contar la editorial en el momento, aunándose estilos más clásicos con perspectivas más modernas.

Una obra que, si bien y como estaba claro, no cambió tanto como prometía y tan solo sirvió de excusa para definir la siguiente etapa de las colecciones mutantes, resulta ante todo entretenida y divertida, pudiendo ser leída de forma independiente (de ahí el acierto de su edición en formato Must Have) y postulándose como una “Civil War Mutante” mucho mejor desarrollada que la propia Civil War.

Lo mejor

• Los dibujantes de cada número son tan buenos en lo suyo que en lugar de estar ante un baile de dibujantes, estamos ante una coordinada coreografía.
• Jason Aaron en esta ocasión, sabía lo que hacía, haciendo que los personajes importen.

Lo peor

• Por mucho bombo y platillo que se diera a esta historia, estamos ante el típico evento programado que solo sirve para encauzar la siguiente fase editorial.
• Que ninguna de las tramas anunciadas u orquestadas en Cisma hayan prosperado a futuro.



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