Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNCine – Crítica de Irati, de Paul Urkijo
Dirección: Paul Urkijo Alijo
Guión: Paul Urkijo Alijo
Música: Maite Arrotajauregi, Aránzazu Calleja
Fotografía: Gorka Gómez Andreu
Reparto: Edurne Azkarate, Eneko Sagardoy, Itziar Ituño, Nagore Aranburu, Elena Ruíz, Iosu Eguskiza, Kepa Errasti, Iñaki Beraetxe, Iñigo Aranbarri, Ramón Agirre
Duración: 111 minutos.
Productora: Bainet Zinema, Ikusgarri Films, Kilima Media, ETB
Nacionalidad: España.
“Izena duen guztia, ba da” (Todo lo que tiene nombre, existe)
Una cultura milenaria como la vasca, cuenta con un riquísimo conjunto de tradiciones y relatos que se han ido transmitiendo de generación en generación hasta llegar a nuestros días. Nombres como los de Tartalo, Mari o Basajaun han formado parte de las primeras historias que los más pequeños del hogar escuchaban atónitos mientras contemplaban la majestuosidad del monte Amboto, las misteriosas cuevas de Zugarramurdi o el encanto del Valle del Baztan. Podemos imaginarnos a ese niño llamado Paul Urkijo, completamente embelesado, cuando comenzaba a descubrir los cuentos de su tierra natal. A sus 38 años, y con solo dos largometrajes a sus espaldas, este cineasta alavés se ha convertido, por méritos propios, en uno de nombres con más presente, y futuro, del fantástico a nivel estatal.
En el FANT celebrado en 2018, Urkijo recibió el premio FANTROBIA como figura emergente dentro del género y presentó su ópera prima, Errementari, en la cuál ya se dejaba ver su predilección por la mitología vasca. El siguiente trabajo tras su sonado debut fue su vuelta al cortometraje con Dar-Dar. Con una pulcra fotografía en blanco y negro, esta historia muda protagonizada por Almudena Cid, traía a colación una leyenda vasca que orbitaba alrededor de un demonio con cierta fijación por los dedos humanos. Su primer corto, El bosque negro, podéis verlo a continuación.
Con este bagaje a sus espaldas, y un presupuesto más generoso, Urkijo siguió explorando entre sus filias para llevar a cabo un proyecto euskaldun que siguiera la estela dejada por películas exitosas como Handia o Akelarre. Dicho y hecho. Tras su primer fin de semana de exhibición, Irati se ha convertido en el mejor estreno en euskera de la historia del cine recaudando 207.000 euros. Este hecho, unido a los dos premios conseguidos en el Festival de Sitges, ha conseguido quitar el mal sabor de boca que dejó la última edición de los Goya. Pese a sus cinco nominaciones, Irati se fue de vacío en una noche dominada por As Bestas.
Tomando como punto de partida El ciclo de Irati, cómic guionizado por José Ángel Muñoz Otaegui e ilustrado por Juan Luis Landa, Urkijo construye un libreto más sobrio, alejándose de lo cartoonesco. La acción comienza en el año 778 D.C. con una escena en la que vemos pactar al Señor del Valle con una deidad para garantizar la soberanía del lugar y el legado que recogerá su hijo. Como si de El hombre del norte se tratase, cambiamos Islandia por los Pirineos Occidentales, en una trama que mezcla hechos históricos con elementos fantásticos. Un breve fragmento de la batalla de Roncesvalles, filmada de manera notable, se fusiona con un estallido de la naturaleza cuyo origen advertimos sobrenatural.
La implantación de la religión cristiana como sistema de creencias imperante es el detonante para que el mundo mágico de la zona se vaya apagando. A modo de los elfos en El Señor de los Anillos, la divinidad representada por Mari, y el resto de seres ligados a ella, están destinados a dejar dichos bosques y montes como consecuencia del olvido de los humanos. Al más puro estilo Neil Gaiman en American Gods, la cinta no se cansa de repetir, como si de un mantra se tratase, aquello de “todo lo que tiene nombre, existe”. La península ibérica es un escenario en el cual cristianos y sarracenos tratan de imponer su Dios, teniendo sin cuidado el entorno que habitan. Incluso la tierra y los árboles sangran en un claro simbolismo del deterioro perpetrado por la humanidad. El folklore vasco está plagado de un paganismo que haría sonreír a La Cosa del Pantano.
Varios años después de que el enfrentamiento se decantara a favor de los locales, Eneko, hijo del antiguo Señor del Valle, retorna a su hogar para cumplir la promesa realizada a su progenitor y tomar el testigo del liderazgo. Sin embargo, viejas rencillas afloran cuando se descubre que los restos del otrora patriarca de los Ximénez no descansaban en su arcaica sepultura. Un particular Juego de Tronos vasco dará comienzo mientras Eneko emprende la búsqueda de los huesos de su padre junto a la enigmática Irati, a quien conoció siendo un crío. La joven, que esconde un profundo secreto, tiene un vínculo especial con Luxa, especie de hechicera que habita la zona. De esta manera, Urkijo se viste de Robert E. Howard para desarrollar una aventura que permite combinar, a las mil maravillas, romance, espada y brujería.
El ganador del Goya en la categoría de mejor actor revelación en 2018, Eneko Sagardoy (Patria), es el encargado de meterse en la piel de este particular Conan vasco. Natural de Durango, este actor de 29 años ya se había puesto a las órdenes de Urkijo en Errementari aunque, en aquella ocasión, con un rol muy diferente. El particular viaje del héroe de Eneko, ha demandado a su homónimo real un trabajo físico pero alejado del protagonista arquetípico. Buena culpa de ello la tiene su partenaire, Edurne Azkarate, quien da vida no solo al personaje que pone nombre al título, sino también la verdadera alma de la película. Azkarate debuta en la gran pantalla y lo hace por todo lo alto, demostrando el halagüeño futuro que tiene por delante. Acompañando a la pareja protagonista, destacan dos actrices por encima del resto. Por una parte, Itziar Ituño, conocida por series como La Casa de Papel e Intimidad, tuvo el inmenso reto de interpretar a la deidad vasca por excelencia. Con un look muy próximo al ideado por Landa en el cómic, el fuego rodea a Mari con el fin de hacer patente su poderío y control sobre los elementos. La voz de la actriz de Ilargi Guztiak/Todas las lunas (otra recomendadísima cinta de género fantástico rodada en euskera) suena tan potente que no echamos en falta ver su rostro, parcialmente oculto. Por la otra, Nagore Aranburu se mete en la piel de Oneka, madre de Eneko, quien vuelve a contraer nupcias con un noble sarraceno. Aranburu y Sagardoy protagonizaron en el pasado la estupenda miniserie Hondar Ahoak (Bocas de arena), noir euskaldun de cuatro episodios.
A pesar del buen hacer de Paul Urkijo, probablemente hoy no estaríamos hablando de Irati si no fuera por su extraordinario acabado audiovisual. El camarógrafo Gorka Gómez Andreu supo sacar partido de los bellísimos parajes vascos y navarros para regalarnos unas estampas otoñales que quedarán en el recuerdo. Sin embargo, aunque estemos presumiendo de eusko-label, cabe destacar que el precioso castillo utilizado en Irati no es otro que el de Loarre, situado en la provincia de Huesca. Además, para trasladarnos trece siglos atrás, Urkijo contó con la colaboración de Nerea Torrijos, ganadora del Goya por Akelarre, en el diseño de vestuario. Como Torrijos, Maite Arrotajauregi y Aranzazu Calleja se hicieron con el “cabezón” en el filme dirigido por Pablo Agüero y ambas comparten crédito en Irati. En palabras de ellas mismas, la partitura compuesta por Arrotajauregi y Calleja “hibrida a la perfección la épica de las películas de aventuras medievales apoyándose en cuerdas, percusiones y coros con texturas mas experimentales y sugerentes en sus partes más fantásticas”. La banda sonora, cuyo resultado final es sobresaliente, acompaña en todo momento a las imágenes, acentuando las emociones que impactan al espectador.
Como si de un oasis en medio del desierto se tratara, Irati rompe con viejos tabúes para convertirse en una cinta con tintes ecologistas que da a conocer al mundo la sustanciosa mitología vasca. Una vez más, Paul Urkijo escribe una hermosa carta de amor a su tierra y su cultura rodeado de un equipo técnico estupendo para que el empaque sea soberbio. Con una factura técnica de matrícula de honor, Irati merece el mejor de los recorridos en el circuito comercial. Os recomendamos encarecidamente que os embarquéis en esta aventura cargada de épica, seres legendarios, crudas batallas y tradiciones milenarias. Y, por supuesto, disfrutad de ella en versión original.
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