Javier Vázquez Delgado recomienda: Flores rojas, de TSUGE Yoshiharu

Edición original: Akai Hana (Seirindo, 1967)
Edición nacional/España: Flores rojas (Gallo Nero Ediciones, 2022)
Guion: TSUGE Yoshiharu
Dibujo: TSUGE Yoshiharu
Traducción: Yoko Ogihara y Fernando Cordobés
Formato: Rústica con solapas. 256 páginas
Precio: 22,00€

Relatos de desesperanza

«Sería mejor si te mueres de una vez…»

Desde hace más de un lustro, TSUGE Yoshiharu ha sido una constante en la publicación de manga por parte de Gallo Nero Ediciones, que encontró en este autor a la cara visible de la línea Gallographics, habiendo publicado con anterioridad otros títulos suyos como El hombre sin talento (a la que también dedicamos un programa de nuestro podcast), La mujer de al lado y Nejishiki, además de obras de otros autores cercanos a él, construyendo un catálogo manga de marcada identidad, diferente a las propuestas de otras editoriales y compuesto por títulos de mucha calidad.

Flores rojas es una antología de catorce relatos cortos imbricados por una pesimista perspectiva vital, el arraigo de sus personajes y acontecimientos en la cultura japonesa y el clásico ejercicio introspectivo de su autor, cuya psicología aflora a través de sensibles simbolismos. Una de las características definitorios del trabajo de Tsuge es el frecuente reflejo de su vida personal en sus historias, por lo que sus personajes suelen ser el alter ego de sí mismo y sus familiares u otras personas de su entorno cercano.

Podemos observar dicho reflejo a través de las tormentosas relaciones de pareja y familiares de diferentes relatos, la profesión de mangaka ejercida por el protagonista del relato titulado Chiiko o la añoranza con la que retrata la vida orientada hacia la naturaleza, en lugar de hacia los grandes núcleos urbanos. Tsuge incluso recurre a diferentes niveles de abstracción y hace uso de sutiles simbolismos para abordar sus inquietudes, como comprobamos en Salamandra, relato en el que su subconsciente aflora mediante los pensamientos de este anfibio, denotando la pobre percepción que este autor tenía de sí mismo y su trabajo, castigándose por su naturaleza enfermiza, sus problemas de adaptación a diferentes contextos o sus fracasos profesionales, contando con una ambientación lúgubre y sucia, que cuenta con la opresiva presencia de su potente entintado.

Los relatos de esta antología tienen, como es habitual en Tsuge, un marcado tono costumbrista, que ofrece una panorámica social de Japón durante los años 60, reflejando elementos como la pobreza de ciertos sectores de la sociedad a lo largo de diferentes épocas, la cría de pájaros, los habitantes de grandes núcleos urbanos que escapan al campo para realizar actividades recreativas con las que evadirse de las exigencias laborales y olvidar temporalmente sus pequeños y oscuros apartamentos, los oficinistas con interminables jornadas de trabajo y exigentes sesiones de afterwork, la importancia del permanente contacto con la naturaleza a través de la caza, la subsistencia mediante el cuidado de huertos domésticos o la recolección de setas, el respeto a los difuntos y el velatorio en su vivienda, las responsabilidades que debían asumir algunos niños, los roles sociales del hombre y la mujer o las penurias que experimentó la población durante los años posteriores a la II Guerra Mundial.

El arte de Tsuge no resulta llamativo en primera instancia, pero merece la pena dedicarle un proceso de adaptación y asimilación de sus códigos interpretativos de la realidad, porque en cuanto se accede a ellos se profundiza en su visión del mundo que le rodeaba. Su trazo sencillo tiene una gran capacidad expresiva, gracias a la que no necesita grandes artificios visuales para transmitir sus ideas a través de sus personajes y las experiencias a las que se enfrentan en cada relato, pero en ciertos momentos se permite demostrar su versatilidad artística, siendo un pintor de ukiyo-e muy capacitado, como demuestra a través de la pintura realizada por uno de sus personajes.

No obstante, esta aparente sencillez gráfica no está reñida con una rica contextualización de las historias, gracias al cuidado diseño que Tsuge realiza de los escenarios en los que tienen lugar las historias de este volumen, con una constante presencia de la naturaleza. Debido a su carácter insular, Japón combina en una pequeña superficie una gran variedad de biomas, como la fría montaña, la costa salvaje, los bosques frondosos o los ríos de gran caudal. Estos paisajes son presentados como vestigios de épocas olvidadas por un país que avanzaba hacia el futuro abrazando la occidentalización y olvidando sus raíces.

En abril del año pasado Gallo Nero Ediciones publicó el cuarto manga de TSUGE Yoshiharu de su catálogo, incluido como siempre en su sello Gallographics, donde cuentan ya una interesantísima selección de manga underground. Se trata de un único volumen de 256 páginas, en formato A5 (15×21 cm), con encuadernación rústica con solapas y sin sobrecubiertas a un precio de 22,00 euros. Como siempre, y a pesar de la antigüedad de los materiales procedentes de la revista Garo y el descuido con el que los japoneses acostumbraban a tratar el cómic producido en su país, hay que resaltar el excelente detalle de los materiales de reproducción a los que nos tiene acostumbrados esta editorial, con las líneas muy bien definidas, un intenso negro para la tinta y un papel de muy buena calidad que no da lugar a molestas transparencias. Sin embargo, se echa en falta algún artículo que ayude a contextualizar la obra y dar más empaque a la edición.

Lo mejor

• El sencillo trazo de Tsuge, que encaja a la perfección con el tono de las historias.
• La mirada a los márgenes de la sociedad que propone en sus relatos.
• La firme apuesta de Gallo Nero por este tipo de manga y su cuidada edición.

Lo peor

• Que muchos lectores de manga no presten a este autor la atención que merece.
• El recurrente pesimismo que subyace en todas sus obras acaba resultando repetitivo.



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