Javier Vázquez Delgado recomienda: Batman Tiempo Muerto

Edición original: Baman: Killing Time núm. 1-6 USA
Edición nacional/España: ECC Ediciones. Batman Tiempo Muerto 2022-2023)
Guion: Tom King
Dibujo: David Márquez
Color: Alejandro Sánchez
Formato: Grapa. 32 páginas. 3,20€

Un nuevo atraco para el murciélago

Después de poner el broche final a su historia central con el murciélago en Batman/Catwoman, Tom King no se demoraba demasiado para apuntarse otra miniserie. En esta ocasión, menos esperada, más constreñida por la maquinaria editorial y deudora, en definitiva, de un interés puramente comercial y puntual. Una historia breve, de apenas seis números, a rebufo de la adaptación a cines, con protagonismo compartido, como en esta, entre Acertijo y Catwoman, así como la presencia testimonial del Pingüino de igual forma.

Una tradicional historia de atraco, con semejanzas a la obra de Stanley Kubrick (Atraco Perfecto) y Quentin Tarantino (Reservoir Dogs), en la que Bruce ha de involucrarse personalmente, al mismo tiempo que vamos conociendo, número a número, las motivaciones de los villanos detrás del golpe.

El arranque es espectacular, desenfadado, un derroche de virtudes para el estilo de David Márquez, perfecto para las narraciones en constante movimiento, con cambios bruscos de personajes y escenarios. Lejos de reducir su trabajo a un guion cumplidor y olvidable, existe un esfuerzo consciente por hacer algo fresco e interesante. Su sello de autor, aparte de sus inconfundibles referencias cinematográficas, se ve en la narración que acompaña la aventura principal.

King nos lleva a la antigua Grecia y Roma para situar el contexto temático del tebeo, y dejar entrever otros intereses con lo que quiere contar, aportando vigor y estructura a un inicio caótico.

La falta de linealidad en el argumento, así como la disposición de una galería coral de personajes hacen que los primeros dos números funcionen notablemente como presentación. El escritor de Superman Arriba en el cielo disfruta de los diálogos mordaces entre Edward y Selina, pero también en la relación de esta última con el Joker, una de las principales aportaciones en su estancia en el título regular. Para King, el payaso y la gata son dos lados de una misma realidad, perfectamente compatibles, con un pasado en común y, por ello, disfruta a la hora de acudir a ambos para protagonizar y robarse una escena.

No tenemos tanto del Batman de su colección. Al ser una aventura de su inicio como héroe, todavía luce verde, sin experiencia en combate y sin la psicología brutal y hasta perversa que llegaría a desarrollar con posterioridad. Son muy rescatables las escenas con Ra´s, en las que siempre se muestra pequeño, protegido por los juegos de sombras y luces de Márquez y Alejandro Sánchez.

El arte de estos dos presenta un inconfundible sello visual, apabullante en la violencia y las páginas de viñeta completa. Tenemos poses imposibles, golpes brutales y detalles que se van abriendo camino página a página. El color del segundo es parte fundamental del encanto y atractivo que se pretende proyectar en la imagen, principalmente en las escenas más oscuras, nocturnas.

El arranque del cuarto número, con la pelea con los tigres y la posterior página completa de Batman en moto dan cuenta perfecta del poder del color, con las distintas tonalidades de un protagonista que siempre está en movimiento, arrancando la miniserie de un enfoque menos práctico.

El Mcguffin, el objeto del atraco, funciona en los primeros números, mientras se nos va dando nueva información, pero termina, como la historia, por caer en lo rutinario y común, incapaz de sostener un arco completo. Es apreciable el desgaste que sufre la historia una vez se preparan las cartas para la resolución e, inevitablemente, se ha de rebajar el tono.

La obra sigue la fórmula Silencio como tantas otras posteriores a esta. La aparición de villanos y secundarios a ratos responde con un objetivo real, con los que King se siente a gusto, y a ratos únicamente son un añadido desdibujado al conjunto. Es disfrutable, sobre los primeros, el contraste entre este Enigma con respecto del que luego ha trabajado en Un mal día. Sus acertijos, en esta ocasión, son más un alivio cómico que una propuesta y su personalidad está más cercana al del atracador genérico que se cree superior al resto intelectualmente que al retorcido manipulador con traumas de la segunda.

Un acierto está en no mezclar demasiado a Catwoman con Batman. Ambos son protagonistas, pero siempre en beneficio de la historia global, guardándose el autor su afamado gusto por el romance. Como aportación singular es interesante, a valorar de cara a futuras entradas en los títulos del personaje.

A pesar del esfuerzo, del atrevimiento por optar por un camino que el lector no espera y la potencia de su planteamiento, desgraciadamente termina por caer en los lugares comunes del género. La idea de intercalar pasado, presente y futuro acaba por hacerse pesada y pierde su interés una vez superado el ecuador de la obra.

En conclusión, tenemos una miniserie aceptable. Con una introducción a la altura y un autor dispuesto a complicarse en la vida en una historia que no exigía tampoco volcarse demasiado. Su principal valedor es el arte de Márquez y Sánchez, que mantiene el nivel en todo momento y vuelve a demostrar el fantástico dibujante de superhéroes que es el antiguo colaborador de Brian Michael Bendis.



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