Javier Vázquez Delgado recomienda: Chu, de John Layman y Dan Boultwood
Edición original: Chu 1-10 USA (Image Comics)
Edición nacional/España: Chu Integral (Planeta Cómic, 2023)
Guion: John Layman
Dibujo: Dan Boultwood
Color: Dan Boultwood
Traducción: Nacho Bentz
Formato: Tapa dura. 256 páginas. 30€
Las buenas series son como el buen vino. Mejoran con el tiempo.
En 2009 aparecía en las librerías estadounidenses Chew, una obra de John Layman y Rob Guillory destinada a lo más grande. El tiempo la pondrá en su lugar seguramente como un imprescindible del presente siglo, pero el loco mundo en el que se desarrolla la historia de Tony Chu entró rápidamente en la lista de bestsellers del New York Times, sus tiradas se agotaban y sus recopilatorios eran muy apreciados. En una época en la que The Walking Dead estaba abriendo la puerta a otra forma de ver tanto el mercado indie como las apuestas editoriales desde la propia Image, Chew se coló por una rendija para sorprendernos a todos. Sesenta números (más especiales) que resultaban toda una delicia para los sentidos y que fueron publicados en España por Planeta. Quizás la serie aquí no llamó mucho la atención de primeras, aunque se publicó completa, pero sí, el tiempo pone en su lugar a las grandes obras y Planeta se lanzó a recuperarla con tres integrales en una edición de muy buena calidad. Eso es todo ¿verdad? Pues no. Entra Chu, Saffron Chu.
A lo largo de la serie original íbamos conociendo a algunos de los miembros de la familia Chu, en ocasiones los personajes se desarrollaban, como eran los casos de Olive (hija de Tony), Chow (hermano) o Antonelle (hermana gemela), en otras simplemente aparecían como figurantes o tenían una sencilla línea de diálogo. Pero lo que sí sabíamos es que Tony no era el único con poderes y que esto le venía por su linaje. Si bien Chew tiene un final perfecto, nunca está de más saber algo de los otros miembros de la familia Chu y esa parece ser la idea de John Layman para esta colección.
Con el beneplácito, y algo de ayuda, de su co-creador Rob Guillory, más el dibujo de Dan Boultwood, se nos presenta una hermana de la que no habíamos oído hablar nunca, Saffron, y con razón, pues se trata de una buena pieza. Saffron Chu es una cibopar, esto quiere decir que es capaz de saber todo de aquellas personas con las que comparte la misma comida, pero resulta que, al contrario que su hermano Tony, sus intenciones son las de lucrarse, por lo que forma parte de una banda al más puro estilo de Ocean’s Eleven, con la nada sana intención de robar a un capo de la mafia local. Así da el pistoletazo de salida la nueva serie ambientada en el universo de Chew, con dos arcos argumentales divididos en diez números que Planeta ha recogido en un solo integral, sin saber a ciencia cierta si habrá más o no. Pero sí que estamos ante dos historias de Saffron bastante completas. Ahora bien, llega la gran pregunta: ¿Está a la altura?
Vamos a partir de la base de que Chu no es Chew, y en gran medida esto se debe al dibujo. Dan Boultwood hace un buen trabajo, es una elección solvente pues tiene un estilo propio pero que se acerca al cartoon del que bebe Guillory. Es más anguloso pero tan exagerado con él, asimila muchas de las cosas que el artista hacía en la serie madre, como la forma de mostrar los poderes, pero le falta el gancho que tiene Guillory, no destaca tanto. Quizás esta sea la gran desventaja de Chu, que Chew tenía un dibujo inigualable y las comparaciones, aunque odiosas, en casos como este son inevitables. Aún así Boultwood es más que un dibujante cumplidor y su narrativa nos mete dentro de la obra enseguida.
Pero si eliminamos eso Chu sigue sin ser Chew por otro detalle, el misterio. Chew era una serie que se basaba en la fuerza de sus personajes, y ahí Chu tiene mucho que decir, pero es cierto que había un constante misterio en torno a la gripe aviar que una vez se soluciona le resta fuerza a una nueva serie que se ambienta en el pasado. Pero ahí entra la grandeza de Layman, que no es nada tonto, y nos lanza un primer arco que sirve tanto de historia propia como de precuela de Chew. De aquí en adelante todo son ventajas.
La protagonista es Saffron, sin duda, pero los autores comienzan enfocando su robo y también la investigación policial, que es llevada a cabo por Tony y su nuevo compañero John Colby, de tal forma que asistimos tanto al origen de la superpareja como de la pandemia. Una forma muy hábil de engancharnos antes de dejar volar sola la historia de Saffron. Bueno, sola, lo que se dice sola, no exactamente pues, además de darnos otro de esos paseitos con la familia Chu, hay dos personajes que eran meros figurantes y aquí pasan a tener peso, Ong Chu (el abuelo) y Sage Chu (la gemela de Saffron), ambos presentados en el número 15 de Chew.
Fanatismos aparte, Chu no es Chew, pero se le parece lo suficiente como para agradar de sobra a todos los que se enamoraron de la colección principal. Acción, misterios, locuras varias y mucha comida crean una trama de esas que mezclan genero negro con humor de forma más que satisfactoria. En este caso todo visto desde el punto de vista criminal.
Lo curioso es que el primer arco, donde los autores tiran más de esas situaciones que luego derivarán en Chew, no es el mejor. Tiene muchos guiños, está muy bien realizado y es muy divertido, pero cuando se desatan con el segundo y dan sus propias alas a las protagonistas Chu mejora considerablemente. Saffron resulta refrescante en la segunda parte y su elenco tiene un buqué intenso que hace que nos deje con ganas de más. Más de Saffron y más de la familia Chu. El tiempo dirá si Layman y sus compañeros tienen más que ofrecer, al final todo es una cuestión de tiempo, pero Chu es sencillamente deliciosa.
Lo mejor
• Es una historia muy divertida que consigue conservar la esencia de Chew, aún con sus obvias diferencias.
• Los personajes y su desarrollo. Te deja con ganas de saber más sobre esta amplia familia.
• Aunque el dibujo no sea tan bueno como el de Chew sí que encaja como un guante en la historia de Saffron.
Lo peor
• Evidentemente es imprescindible haber leído Chew.
• Se echa de menos a Rob Guillory.
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