Javier Vázquez Delgado recomienda: Marvel Now! Deluxe. Ultimates 2 de Al Ewing. La Guerra de la Eternidad

Portada de 47 cuerdas

Edición original: The Ultimates 2 1-9, 100 (Marvel Comics, 2016-2017)
Edición nacional/España: Marvel Now! Deluxe. Ultimates de Al Ewing 2. La Guerra de la eternidad (Panini Cómics, 2023)
Guion: Al Ewing.
Dibujo: Travel Foreman, Aud Koch, Filipe Andrade y Marco Lorenzana.
Entintado: Travel Foreman, Aud Koch, Filipe Andrade y Scott Hanna.
Color: Dan Brown y Matt Yackey.
Traductor:: Santiago García.
Diseño y rotulación: Estudio Din&mita y Gasp!
Edición: Gasp!
Formato: Tomo en tapa dura. 248 páginas. 30 €

Cuando una colección eleva al cuadrado su propuesta

«Lucharéis para mí. En la única lucha que importa. Bienvenidos a los Ultimates»

Si bien es cierto que hace unos pocos meses, al tiempo de su salida en España, os hablamos aquí del primer tomo recopilatorio de las aventuras de Los Ultimates de Al Ewing, no es menos cierto que en aquel momento, nos centramos más en la trama de dicho cómic, que en otros aspectos adyacentes al mismo. Es por ello que, en este caso, pretendemos abordar otros elementos de esta obra tan particular.

El primero de ellos, no es otro que la denominación del supergrupo protagonista que, a su vez, da nombre a la colección. Los Ultimates, como su propio nombre indica, son, en origen, una creación ideada dentro del Universo Ultimate. En este caso, fueron Mark Millar y Bryan Hitch quienes presentaron en marzo de 2002 a esta actualización de los Héroes Más Poderosos de la Tierra tan influenciada por el 11S, el Acta Patriótica Americana y en general por el contexto político mundial de principios de siglo (como bien nos explicaba mi compañero Pablo Sánchez-López en este gran artículo)

Ante nosotros teníamos un Capitán América más conservador que nunca, un Tony Stark que abrazaba su alcoholismo como seña de identidad, un Bruce Banner cuya bipolaridad y complejo de inferioridad no sorprendían a nadie, un Thor de cuya divinidad llegábamos a dudar, y un Hank Pym que lejos de toda duda, maltrataba física y psicológicamente a una vivaz y liberada Janet Van Dyne.

Aquellos no eran desde luego Los Vengadores de nuestros padres, y seamos serios, tampoco serán nunca los de nuestros hijos. Los Ultimates era un concepto que, como tantos otros, era hijo de su tiempo, y cuyo mayor logro fue influenciar tan directamente a Los Vengadores cinematográficos.

Y es que, esos planos giratorios en los que los Héroes Más Poderosos de la Tierra se enfrentan a una horda de Chitauri o de esbirros de Ultron no serían lo que son sin esta colección que, además, sentó las bases de las complicadas relaciones dentro del grupo, que nacía como una unión de individuos altamente disfuncionales.

Con el tiempo, Los Ultimates contarían con nuevas aventuras y con otros equipos creativos al frente de las mismas que en opinión de quien esto escribe irían poco a poco diluyendo el concepto original del grupo pasando de ser una colección actual y rompedora a un cómic anodino y ramplón, con excepción de la breve etapa de Jonathan Hickman.

Pues bien, en el año 2016, Al Ewing decidió jugar con el concepto, y lo hizo de una forma que nunca nadie jamás se habría esperado. Y es que, un nuevo volumen de Los Ultimates llegaba a las librerías, con guion del ya mentado Ewing y dibujo de Kenneth Rocafort, pero nada tenía que ver esta colección ni con el grupo original, ni con la Tierra 1610 (si bien algo de interrelación entre ambos conceptos tendría lugar a futuro, como analizaremos más adelante).

En lugar de tener ante nosotros versiones “definitivas” de personajes ya conocidos, nos encontrábamos con mentes prodigiosas y grandes líderes del Universo Marvel que decidían unir fuerzas para sanar el multiverso tras las Guerras Secretas de Jonathan Hickman.

Pantera Negra, Maravilla Azul, Adam Brashear, Spectrum, Miss América y la Capitana Marvel trataban de convertirse en la vacuna del multiverso, atajando problemas que a priori, no tenían nada que ver con los planes megalómanos de un villano, sino más bien con el estado del propio continuo espacio temporal, y del tejido multiversal que se veía amenazado por distintos factores externos.

En el primer volumen de esta colección, compuesto por doce maravillosos números que reseñamos aquí, Al Ewing se atrevía con el propio Devorador de Mundos, un concepto capital del Universo Marvel introducido en éste casi desde su fundación (Fantastic Four #48 de Marzo de 1966 alumbrado por los inigualables Lee y Kirby) y lo transformaba por completo.

El que otrora fuera una fuerza primordial necesaria del Universo que consumía planetas enteros para saciar su hambre, contribuyendo así al equilibrio cósmico, era transformado por estos nuevos Ultimates, a golpe de ecuación, en el Dador de Vida, un ser cósmico capaz de insuflar vitalidad a aquellos mundos que ya no la tenían. Al contrario que otros cambios que tienen lugar en multitud de series Marvel y que sólo duran lo que éstas, Galactus como dador de vida tuvo un poco más de recorrido más allá de Ultimates. De este modo, apareció con dicho aspecto y función cósmica en Silver Surfer Black de Donny Cates y Tradd Moore.

Para realizar este cambio tan definitorio en el propio Universo Marvel (aunque a día de hoy, y pocos años después, ya está deshecho) Ewing introducía un concepto muy interesante que era el de las distintas iteraciones del cosmos. Según esa idea, el Multiverso Marvel se destruía y reiniciaba cada cierto tiempo, suponiendo las Guerras Secretas el fin de la séptima versión del multiverso conocido (aquella que hemos conocido como lectores toda la vida) y el nacimiento de la octava (que es la que estamos viviendo ahora).

Por si esto fuera poco, Thanos se pasaba por la colección, debiendo los Ultimates de enfrentarse a él so pena de liberar el poder del extraño Infinauta, condenando así al Universo.

Por otro lado, Ewing sobrellevaba con mucho estilo el obligado cruce con Civil War II, máxime si tenemos en cuenta que uno de los miembros principales de sus Ultimates era Carol Danvers, artífice y absoluta protagonista de este evento. De este modo, Ewing introducía la trama de Civil War II directamente en las páginas de su colección como elemento disruptor del grupo que, al final de su primer volumen, y por diferencias de opinión con Danvers, se separaba.

Y en este contexto, llegábamos entre finales de 2016 y la primera mitad del año 2017 al segundo y último volumen de esta colección, en el que Ewing continuaba a los guiones pero esta vez con Travel Foreman al dibujo (acompañado de Aud Koch, Filipe Andrade y Marzo Lorenzana que dibujaban algunos números menores).

La labor de Foreman en este segundo volumen, sin dejar de tener su propio estilo, es muy similar a la de Rocafort en el anterior, con unas líneas, eso sí, bastante más rígidas, y una propuesta artística ominosa que hace que entremos de forma más sencilla en la perspectiva metafísica y grandilocuente que Ewing lleva a cabo durante el volumen.

Por otro lado, debemos hacer especial mención al color de Dan Brown y de Matt Yackey, quienes otorgan gran espectacularidad a esta obra en la que, dados los grandes conceptos tratados, el aspecto visual cobra más importancia si cabe.

El propio comienzo de la obra ya era toda una declaración de intenciones, y es que, sin llegar a comenzar su lectura, el número “2” que indicaba que estábamos ante un segundo volumen, consistía en el símbolo de elevar al cuadrado colocado a la derecha del nombre del grupo, lo que de por sí dejaba claro que estábamos ante un grupo de super científicos más que de superhéroes. Así, los Ultimates no solo continuaban, si no que multiplicaban su propuesta inicial, haciendo más grande y espectacular.

Como explicábamos anteriormente, el volumen anterior terminaba con el grupo completamente disuelto, a raíz de los sucesos que tuvieron lugar durante Civil War II.

Ewing era consciente de que lo primero que tenía que hacer era resolver esta cuestión, y lo hacía con una visita de incógnito de Pantera Negra a la Capitana Marvel, en la que ambos dejaban clara la existencia de amenazas muy grandes para el multiverso que requerían de su colaboración mutua.

Pero ¿qué amenaza multiversal podía ser tan grande como para reunir de nuevo a Los Ultimates si estos se habían enfrentado a Galactus y a Thanos en sus anteriores aventuras? Pues nada más y nada menos que el secuestro de Eternidad; el primigenio del Universo que fuera creado por Lee y Ditko para Strange Tales #138 en Noviembre de 1965. Este poderoso ser se trataba de un interesante personaje que sobre todo había brillado en manos de Jim Starlin, quien jugó como nadie con los conceptos metafísicos del Universo Marvel, desarrollando los ya existentes, y creando otros nuevos. Para muestra, basta con acudir a casi cualesquiera de los tomos que componen la Colección Jim Starlin de Panini, especialmente a sus tres trilogías del Infinito. Podéis encontrar un análisis de cada tomo de esta colección en nuestra web, sirviendo como ejemplo esta reseña.

La evolución de Galactus de Devorador de Mundos a Dador de Vida, había suscitado las iras de Caos y Orden, quienes trataban de apelar a Eternidad y al Tribunal Viviente para que deshiciera tamaño cambio cósmico. Al no conseguirlo, se las arreglaban para liberar al primero de los Primordiales y que éste secuestrara a Eternidad, buscando hacerse con el control del Universo entero (que casualmente, pasaba por eliminar toda la existencia del mismo). Galactus, que se veía incapaz de lidiar con esta catástrofe de cósmicas proporciones, buscaba la ayuda de los Ultimates para poner fin a esta desagradable situación.

En otro orden de cosas, el volumen continuaba con la amenaza del Alto Evolucionador, quien unía fuerzas con el perverso Hacedor. Creado como no podía ser de otra manera, por Lee y Kirby para The Migthy Thor #133 en octubre de 1966 Herbert Edgar Wyndham se trataba de un científico de gran poder que había llevado el concepto de la investigación sobre la evolución humana a niveles jamás concebidos por nadie antes que él, siendo responsable de la creación de la Contratierra, de la adopción y desarrollo de Adam Warlock y llegando a participar en la creación de Spiderwoman.

En esta ocasión, el bueno de Herbert quería hacer evolucionar el concepto de multiverso mismo, aprovechando el estado embrionario de éste, una vez que las Guerras Secretas acababan de finalizar. Para ello, buscaba la ayuda del Hacedor, también conocido como Reed Richards Ultimate, y que fuera creado por Brian Michael Bendis y Rafa Sandoval en el año 2010 para la serie Ultimate Enemy #1. Este villano no es si no una versión malvada y maquiavélica del Mr. Fantástico de la Tierra 1610, más joven (a priori) que su contrapartida de la Tierra 616, que terminaba por enloquecer tras la debacle de Ultimatum llevando sus experimentos a inefables consecuencias.

Sin embargo, sería Jonathan Hickman quien en su etapa en Ultimates más haría evolucionar en mayor medida el concepto de este Reed Richards malvado, acuñando por primera vez para éste el sobrenombre de Hacedor, y convirtiéndolo en el villano definitivo de su universo de origen. Tanto gustó este personaje, que fue uno de los pocos rescatados del Fin del Universo Ultimate (como indicamos en esta reseña) siendo utilizado en distintas colecciones del Universo Marvel actual que indican su innegable importancia.

Volviendo a su participación en Los Ultimates 2, el Hacedor es quien tiene la idea de rehacer el multiverso entero en un solo universo aprovechándose para ello de las herramientas y conocimientos del Alto Evolucionador. Todo este complejo galimatías cósmico, servirá para que entren en escena, a modo de guiño, los Ultimates originales, los de Mark Millar y Bryan Hitch, en un espectacular número 100 que da cierre al volumen y a la colección ideada por Al Ewing, cuyas premisas más importantes continuarían en sus recientes Defensores.

Al igual que ocurría en el primer tomo de la colección, que se vio obligado a cruzarse con Civil War II, ola que fue surfeada por Ewing con mucho estilo; este volumen se cruza con Imperio Secreto, lo que no solo no entorpece a la obra si no que en algunos aspectos, la enriquece.

Jamás habríamos pensado que, partiendo de aquel concepto terrenal tan apegado a las guerras de su tiempo y a la globalización que pergeñaron en su día Mark Millar y Bryan Hitch, se llegaría a una obra filosófica, y de ciencia ficción dura tan entretenida como extraña en su propuesta, que utilizaba a la perfección conceptos nacidos de las mentes de referentes indiscutibles del cómic book mainstream como Stan Lee, Jack Kirby y Jim Starlin.

Estamos ante una obra con personalidad propia que no necesitas para entender la actualidad del Universo Marvel que la vio nacer, pero que no deberías dejar pasar mientras se encuentre en librerías.

Lo mejor

• Cómo Ewing ahonda aún más en la cosmología Marvel.
• Que cambios tan importantes como el de Galactus se quedaran más allá de esta colección.

Lo peor

• La irrupción de Los Ultimates originales no pasa de guiño fan service que en nada favorece al argumento.



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